La acción comunicativa contiene elementos de todas las categorías de acción, pero tiene también su especificidad: así, contiene el elemento teleológico o búsqueda de un fin, la ejecución de un plan de acción, cuyo éxito consiste en el entendimiento mutuo, mientras que el fracaso consiste en la ruptura de la comunicación, el malentendido. Se propone un modo particular de interpretar la eficiencia de la acción comunicativa: el fin de la acción no se alcanza si no se consigue el acuerdo de los interlocutores, mediante los intercambios de interpretaciones que se reflexionan críticamente.
La sociología y psicología social norteamericana
La sociología norteamericana ha llevado a cabo diversos estudios acerca de las interacciones de los individuos en la sociedad, cuya contribución a la Teoría de la Comunicación son notables.
En este sentido pueden mencionarse como importantes aportes a la conceptualización de los procesos comunicacionales, el pragmatismo de W. James, las teorías educativas y de J. Dewey, el interaccionismo simbólico de G.Mead, así como conceptos de la Psicología Social, tales como rol, actitud, socialización y liderazgo, todos los cuales, sustituyen el estudio del sujeto aislado, por su condición de miembro de un grupo y de un sistema social determinado.
Los primeros sociólogos destacaron el papel del lenguaje y de la comunicación, como el vehículo unificador del todo social. De todos estos aspectos, debe destacarse especialmente la concepción del interaccionismo simbólico, desarrollado por G.Mead. Este autor interpreta cualquier situación de comunicación como situación de interacción, la cual examina desde el punto de vista socio psicológico.
En su concepción parte de la consideración de la naturaleza social del "yo": la persona se forma en interacción con otros, mediante un proceso por el cual se establece el control de sus acciones por la representación que sobre ella se han formado los circundantes. A pesar de la gran importancia de esta concepción en la Teoría de la Comunicación la misma ha sido criticada por estudiosos de orientación marxista, ya que absolutiza el papel de los símbolos en la explicación de la conducta humana, al ignorar la influencia de todo el conjunto de relaciones sociales y de la cultura en el comportamiento y al analizar la interacción aislada de la actividad social que el hombre despliega.
El período posterior a la primera guerra mundial y el desarrollo industrial de los países capitalistas dio lugar al auge de los estudios sociológicos, especialmente los dedicados a la comunicación, lo cual estuvo condicionado por el desarrollo de los medios masivos de difusión y la pretensión de medir sus efectos sobre la población.
En la década del 20 emigran a Estados Unidos, presionados por el fascismo europeo, los llamados "padres de la comunicación". Lazarsfeld y K.Lewin, los cuales, junto a Hovland y Lasswell han sido los más importantes teóricos de la visión sociopsicológica de la comunicación durante decenios.
La "dinámica de grupo" desarrollada por K.Lewin se ocupa del estudio de los proceso que tienen lugar en la vida del grupo; por su intermedio se analiza como las leyes generales de la comunicación y la interacción se realizan en el grupo pequeño, cuales son los aspectos concretos de los procesos comunicativos de interacción y perceptivos en el mismo y como llega la influencia del grupo a los individuos. El estudio del funcionamiento del grupo permitió a Lewin descubrir la importancia del líder en los procesos de influencia, que tienen lugar en la comunicación intragrupal.
Hovland y Lasswell desarrollan modelos para explicar la comunicación persuasiva, con diseños experimentales de gran rigor metodológico sobre la base de las epistemología positivista. Se realizan gran cantidad de investigaciones inspiradas en los modelos de estos autores, se controlan muchas variables diversas (tipos de emisor, mensaje, canal, auditorio, efectividad del mensaje). Sin embargo, estos modelos parten de una concepción unidireccional de la comunicación, ignorando la influencia mutua entre los interlocutores, así como la importancia del contexto más general donde tiene lugar la comunicación.
Por su parte T.Newcomb desarrolla la teoría de la Co-orientación, para explicar la comunicación interpersonal y grupal, a partir de un modelo muy simple que incluye aspectos cognoscitivos y actitudinales. Comprende la relación entre dos interlocutores, A y B y su actitud hacia un objeto O (que puede ser un objeto físico, una persona, creencia, etc.).
Aunque este modelo ha contribuido a la comprensión de las relaciones interpersonales, resulta insuficiente para explicar la comunicación humana, porque la reduce a la relación entre dos personas que tienen iguales o distintas actitudes hacia un objeto determinado y además, como señala García Carrasco (2), porque no tiene en cuenta el espacio comunicacional donde se desarrolla la interacción, el contexto espacio-temporal que provoca cambios en los contenidos y en los interlocutores.
La aceleración tecnológica de los años 40 y 50, el continuo desarrollo de los medios de difusión masiva: prensa escrita, radio, cine, y el surgimiento de la televisión, estimularían la aparición de nuevos fenómenos comunicacionales y con ello la necesidad de nuevas conceptualizaciones y estudios.
En esta época se desarrollan metodologías específicas para la investigación de la opinión pública y en general, para el estudio de los efectos de los medios: Katz y Lazarsfeld toman de la Psicología Social, métodos y técnicas con tales fines. A este tipo de investigación se le ha llamado "administrativa", pues enfatiza el análisis cuantitativo de los datos bajo la influencia del positivismo norteamericano que dominaba el panorama científico de la época.
Al final de la década de los 60 se hace imperioso unificar los resultados obtenidos en los diversos estudios sobre la temática; aparece entonces una teoría general del proceso comunicativo, con una terminología propia, derivada de la Teoría de la Información, vista anteriormente.
Surgen nuevas teorías sociales, el funcionalismo y el estructuralismo, que brindan orientaciones específicas a las investigaciones sobre el tema. Simplificando estas teorías puede decirse que el funcionalismo, como posición epistemológica variante del positivismo sostiene la reducción de la realidad a datos empíricamente observables y cuantificables. Todo lo que no puede ser medido, cuantificado, pierde su condición de objeto científico.
Por su parte, el estructuralismo parte del supuesto teórico-metodológico de que el lenguaje y sus aplicaciones tienen una estructura interna y que el lenguaje en su relación con la realidad nos presenta una representación de ella que no es "real", sino que guarda elementos internos que la justifican. Los representantes de esta corriente estudian las estructuras del lenguaje con distintos niveles de profundidad, llevando a cabo el análisis estructural del texto, la búsqueda de la significación conferida por el autor, la semiología y el desciframiento de los códigos de significación, así como la relación del discurso y su función social (3, p.42).
Por último, el estructural-funcionalismo de Parsons, difundido por Merton, tiene una influencia considerable en la interpretación global de los procesos comunicativos, especialmente los relativos a los medios masivos de comunicación.
Parsons desarrolla una teoría que intenta presentar un aparato categoría general para descubrir la estructura de la acción social. Su posición de partida es la interacción interpersonal, sobre cuya base se constituye, según este autor, la actividad humana en general. Su modelo no tiene en cuenta la actividad social en su conjunto, que constituye el verdadero origen de cualquier acción social, parte de la posición inversa, del individuo a la sociedad, psicologizando las relaciones sociales.
Paralelamente al desarrollo de la sociología norteamericana, que influyó decisivamente durante un cuarto de siglo en la conformación de la ciencia de la comunicación, fue ocupando un importante lugar la sociología europea, la cual confiere un gran valor a la subjetividad en la comprensión de los procesos sociales.
La sociología europea
La investigación europea sobre comunicación se fragmenta en campos variados de estudio, a diferencia de la desarrollada en los Estados Unidos, que es monolítica dada su orientación epistemológica predominante, el funcionalismo. Mientras que los norteamericanos buscan explicación a las funciones y los efectos del proceso de comunicación masiva, en Europa se profundiza en lo relativo al contenido del producto cultural y las relaciones de clase y de poder de los dueños de los medios de producción y de comunicación.
Entre sus principales autores esta Propp, quién basado en los trabajos de Levy Strauss y Saussure estudia el análisis estructural del texto. Por su parte Barthes y Eco desarrollan la Semiología, mientras que Althusser, Gramsci y Enzensberger propugnan cambios en la estructura político-económica, la liberalización de los sistemas de medios para que los pobres tengan acceso a los mismos.
Los representantes de esta sociología rechazan la "investigación administrativa", la cual someten a fuerte crítica; están interesados en aumentar el rigor científico de las investigaciones sociológicas. A partir de los años 30 comienzan a desarrollar la llamada Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt. Entre sus principales representantes en el estudio de la comunicación están Adorno, Horkheimer, H.Marcuse, E.Fromm.
La teoría crítica es una variante del neo-marxismo y toma de las concepciones de Marx la interpretación político-económica del sistema social, subrayando que para comprender la producción de mensajes es preciso conocer sus condiciones reales de producción. A distintas condiciones de clase corresponden distintas prácticas educativas. Sus representantes plantean la necesidad de "restituir el poder al pueblo, sustrayendo a la clase dominante la dinámica de la información y de la cultura" (Althusser y otros, citado en 3, p.42).
Un notable representante de la teoría crítica muy vinculado al pensamiento educacional actual es Habermas.
Este autor desarrolla toda una teorización acerca de un tipo especial de acción, la acción comunicativa que ha enriquecido la teoría de la educación, "aunque no resulta suficiente para explicar los procesos educacionales" (2).
Habermas subraya la importancia de la interacción en si misma, a diferencia de la acción, ya que requiere de dos actores que coordinen sus planes respectivos y "solo los ejecuten bajo las condiciones de acuerdo".
La acción comunicativa puede considerarse como dominante en las relaciones entre educador y educando. Habermas define la acción comunicativa como una acción simbólicamente mediada, que alude tanto al mundo objetivo, social e institucional, como al mundo de sí mismo de cada cual.
En la acción entran en juego todas las relaciones del hombre con el mundo, pero el "mecanismo coordinador de la acción" es el "entendimiento entre los actores". La acción comunicativa debe ser válida en tres sentidos: veracidad del enunciado, es decir, que expresa la verdad, legitimidad con respecto al sistema de normas (rectitud) y autenticidad en las intenciones manifestadas.
La acción comunicativa contiene elementos de todas las categorías de acción, pero tiene también su especificidad: así, contiene el elemento teleológico o búsqueda de un fin, la ejecución de un plan de acción, cuyo éxito consiste en el entendimiento mutuo, mientras que el fracaso consiste en la ruptura de la comunicación, el malentendido. Se propone un modo particular de interpretar la eficiencia de la acción comunicativa: el fin de la acción no se alcanza si no se consigue el acuerdo de los interlocutores, mediante los intercambios de interpretaciones que se reflexionan críticamente. Durante la comunicación se constituyen y reconstituyen los planes de acción, en función del acuerdo, que actúa como mecanismo regulador de la interacción.
Habermas concede gran importancia a la situación o contexto donde tiene lugar la acción comunicativa. La situación circunscribe las posibilidades, las alternativas, condiciones y medios de la acción.
La búsqueda de entendimiento intersubjetivo, es el mecanismo de reproducción y estabilidad cultural y de la renovación y el cambio de las culturas; la acción comunicativa permite la solidaridad social así como el desarrollo de las identidades personales de modo que pueden distinguirse tres funciones de la acción comunicativa: la reproducción cultural, la integración social y la socialización.