Como no lleva mucho tiempo trabajar en esto incorporamos los movimientos respiratorios que le permitan reconocer las inserciones del músculo diafragma y siguiendo su recorrido vamos ubicando los dedos mientras jugamos a las adivinanzas.
Para percibir este pequeño hueso ubicamos el dedo índice más arriba de la laringe y tragamos. Tenemos una clara percepción de su movimiento y ubicación. Con el dedo allí colocamos un trozo de alimento en la punta de la lengua y le pedimos que realice le movimiento de la “grúa”, pero ahora desde el hueso hioides.
Esto quiere decir que la rotación de la lengua se hará, de ahora en adelante desde aquél y no desde la punta. Sintiendo que lo mueve. Si no lo puede percibir ya que es muy difícil que lo note lo animamos a que imagine que lo rota.
Con este movimiento puede percibir el descenso y lateralización de la lengua.
Le pedimos que deposite el alimento sobre los molares y que lo deje allí para que estos comiencen a triturarlo.
Cada vez que el alimento se aleja de los molares por la trituración, la lengua, ahora movilizada desde su base por el hueso hioides, lo empuja otra vez hacia ellos para modelarlo en forma de “bolita”. Lo observamos en nosotros y en él, repetimos la acción hasta que logre la forma que no sea la de un huso alargado ni que la comida esté repartida por toda la superficie de la lengua o a lo largo de todos los molares.
Fijamos el concepto con un juego de mesa donde a intervalos regulares practicamos.
El material que utilizamos ahora es el llamado “Hioides”
Hioides
En la sesión siguiente vamos a trabajar con la ubicación del bolo, como en cada uno varía mucho el modo de llevar la comida hacia la base de la lengua solo nos limitamos a indicar que la lengua y los músculos cigomáticos se ocupan de que la comida llegue atrás y le mostramos también donde están las papilas gustativas que sienten los distintos sabores ayudando en todo este proceso. Podemos trabajar con algunos alimentos y comprobar que la lengua se mueve de distinta forma en la deglución con cada uno de ellos. Evitaremos usar sabores amargos y ácidos porque desagradan.
Como no lleva mucho tiempo trabajar en esto incorporamos los movimientos respiratorios que le permitan reconocer las inserciones del músculo diafragma y siguiendo su recorrido vamos ubicando los dedos mientras jugamos a las adivinanzas.
Coloco mis dedos en mi reborde costal y hago una pregunta. Así todo a lo largo de las inserciones del diafragma. Los dedos están enviando información a mi cerebro sin que yo casi lo note y de ese modo evito pensar en como respiro porque mi atención está puesta en otro lado.
Empiezo colocando el índice donde termina el esternón y hago la primera pregunta, luego el paciente hace lo mismo y es él el que hace la pregunta. Así todo el reborde, una vez que terminamos de percibir el movimiento del diafragma en la zona costal lo percibimos en la espalda pero ya no tan directamente sino a través de las manos sobre las costillas que al alejarse y acercarse a la columna vertebral me indican que también con la espalda se respira.
Como la cúpula del diafragma es semejante a una medusa o aguaviva es muy fácil hacerle ver que compartimos formas con la naturaleza y que la forma del diafragma es una de ellas y que el modo de moverse de la medusa es aplanarse y propulsarse, de esta forma el diafragma, cada vez que se aplana propulsa las costillas hacia arriba y también a la columna. Podemos ayudarlo colocando nuestra mano sobre su cabeza y mientras respira en forma diafragmática soltamos la presión y sentirá que se estira levemente su columna. Todo nuestro tórax se mueve y nuestra columna también.