Para conocer el desarrollo motriz general que presentan el niño o la niña, podemos aplicar distintas escalas, optamos por una de las más utilizadas: la Escala de Ozeretzky, que permite conocer el nivel general de desarrollo motor y analizar los componentes o aspectos de la motricidad, como son: la coordinación estática, la coordinación dinámica de las manos, la coordinación dinámica general, la rapidez de movimientos, los movimientos simultáneos y las sincinesias.
MOTRICIDAD
Por la estrecha relación que existe entre el movimiento y el habla, se detectan en muchos casos cómo un retraso motor puede se un factor etiológico que desencadena o favorece la aparición de una dislalia funcional. Es, por tanto, un dato clave a analizar en la valoración diagnóstica.
Motricidad general
Para conocer el desarrollo motriz general que presentan el niño o la niña, podemos aplicar distintas escalas, optamos por una de las más utilizadas: la Escala de Ozeretzky, que permite conocer el nivel general de desarrollo motor y analizar los componentes o aspectos de la motricidad, como son: la coordinación estática, la coordinación dinámica de las manos, la coordinación dinámica general, la rapidez de movimientos, los movimientos simultáneos y las sincinesias.
Esta escala puede ser aplicada a niños de cuatro a quince años, presentando para cada edad seis pruebas que valoran cada uno de los seis aspectos citados. Los resultados nos darán la edad motora global del niño o la niña, que debe coincidir con su edad cronológica, y los aspectos en que su desarrollo es más deficitario, siendo conveniente comenzar la exploración por las pruebas correspondientes a la edad inmediatamente inferior a la del sujeto. La edad motora del niño o la niña será la correspondiente a aquel grupo cuyas pruebas, por término medio, haya superado.
Ritmo
El ritmo, además de ser una cualidad propia del lenguaje, constituye una gran ayuda a la hora de fijar y automatizar los esquemas posturales de la correcta articulación, una vez que esta se logra emitir. El ritmo flexibiliza el movimiento facilitando su interiorización. De ahí la necesidad de valorar inicialmente la capacidad que tiene el niño o la niña para una expresión rítmica sencilla.
Inicialmente marcamos un ritmo determinado, pidiéndole que lo siga a la vez que nosotros, para dejar luego que lo continúe sin ayuda y observar si se mantiene correctamente en el mismo.
Repetiremos la prueba marcándole un ritmo más rápido y terminada esta, hacerlo de nuevo con un ritmo más lento que el inicial.
Por último, reproducirá las estructuras rítmicas que nosotros realicemos.
Motricidad buco-facial
La agilidad, rapidez y coordinación en los movimientos de lengua y labios será un factor fundamental para facilitar el habla, y su valoración un dato clave en la elaboración de un diagnóstico.
Sentados junto al niño o niña ante el espejo, le pediremos que vaya repitiendo los movimientos que le vayamos proponiendo, realizándolos al ritmo que le vayamos marcando. De cada ejercicio o movimiento propuesto realizaremos una triple valoración:
Observar si pude realizar dicho movimiento, ya que a veces es incapaz de imitar lo que ve. De ser negativo el resultado no podremos pasar a las siguientes valoraciones, que son las que evalúan la calidad del movimiento, si este se realiza.
Valorar la agilidad y control que tiene del movimiento y del órgano que interviene, ya sea lengua o labios. Para ello le pediremos que lo realice al ritmo que le vayamos marcando, alternando lento, rápido y paro repentino.
Conocer si tiene independencia para realizar los movimientos propuestos. Cuando esta no exista aparecen las sincinesias o movimientos asociados innecesarios, en los que el niño o niña tiene que apoyarse para realizar el propuesto, como son los movimientos de cabeza, balanceos, parpadeos de ojos, etc.
Con la observación de estos tres aspectos se realizarán los ejercicios básicos de evaluación:
Ejercicios de lengua. Ejercicios de labios.Relajación bucal.Movilidad labial.
Discriminación auditiva
A través de esta prueba realizaremos una valoración de la capacidad perceptiva-auditiva que tiene el niño o la niña, referida al reconocimiento y diferenciación de sonidos ambientales, de articulaciones y de palabras. Para ello propondremos pares de cada uno de los tres aspectos a examinar que presenten la mayor semejanza entre sí y que exijan, por tanto, la agudeza en la discriminación, ya que lo que se trata de medir es el desarrollo correcto de esta capacidad.
Discriminación de sonidos ambientales.
Los sonidos que se produzcan es necesario que sean familiares para el niño o niña, siendo la consecuencia de acciones que ellos mismos realicen habitualmente y que, por tanto, tenga motivos para reconocerlos si tiene una percepción auditiva normal.
En primer lugar, rasgaremos una hoja de periódico grande y dejando un momento de intervalo se arrugará una hoja de papel de seda hasta hacer con ella una pelota. El sonido del rasgado y del crujido del papel que se producen en ambas acciones debe llevar al niño o la niña a identificarlas, ya que las habrá realizado en muchas ocasiones.
Situado el niño o la niña de espaldas, se dará vueltas con una cucharilla dentro de un vaso y a continuación con varias monedas batiéndolas con la mano. Igual que en la prueba anterior, deberá reconocer por el sonido las acciones realizadas.
Finalmente, se llamará con los nudillos en la puerta o sobre la mesa y después se pataleará en el suelo. Como en las pruebas anteriores, también estas acciones las habrá realizado muchas veces y si tiene una discriminación auditiva correcta tiene que reconocerlas.
Discriminación de articulaciones
Con las pruebas de discriminación de articulaciones vamos a conocer la capacidad que tiene para diferenciar sonidos articulados semejantes y para la identificación de los sonidos que se propongan, dentro de las palabras.
Se propondrán, para que sean repetidas, articulaciones que tienen el mismo modo y el mismo punto de ejecución, con la sola diferencia de que una es sorda, es decir, se realiza sin vibración de las cuerdas vocales y la otra es sonora por ir acompañada de esta vibración. Daremos estos sonidos en forma de sílabas, seguidos de la misma vocal.
Los pares propuestos, que son los que presentan mayor semejanza y que el niño tiene que ir repitiendo, par a par, son los siguientes: "p" - oclusiva, bilabial, sorda; "b" - oclusiva, bilabial, sonora, etc.
En esta prueba el niño o la niña puede estar de frente, pero es conveniente que nos pongamos un papel delante de la boca para que no la vea, pues, aunque ambos sonidos tienen el mismo punto de articulación, se pone más fuerza en la realización de los sordos y esto podría suponer un apoyo visual para su reconocimiento.
Emitiremos un sonido aislado, como por ejemplo /s/, indicando que en las palabras que le vamos a proponer puede aparecer con las distintas vocales, en las formas "sa", "se", "si", so", "su". También le diremos que este sonido no estará en todas las palabras que le vamos a proponer. Deberá estar atento para indicar si está o no en cada una de ellas. Es conveniente que realicemos un muestreo con los sonidos que suelen crear, en general, más confusión para su identificación, como son: /s/, /z/, /d/, /r/ y también aquellos que, en el examen de articulación, eran sustituidos por otros, para valorar si esta sustitución era porque no sabía pronunciarlos o porque no los reconocía como tales.
Discriminación de palabras.
A través de esta prueba también vamos a explorar la capacidad que tiene para discriminar los sonidos de la articulación, pero ahora integrados dentro de palabras. Para la realización de esta prueba es conveniente que nos pongamos un papel delante de la boca, para que no vea los movimientos que realizamos y solo tenga el dato auditivo para el reconocimiento de las palabras. Algunos pares de palabras que podemos proponer son los siguientes: poca-boca, par-bar, etc
El niño o la niña puede no responder correctamente de forma repetida estas pruebas, particularmente en la de las palabras y este hecho puede estar motivado por distintas causas:
Puede que tenga una ligera pérdida de audición, lo que le impide reconocer la pequeña diferencia de sonidos existente ente las dos palabras propuestas.
Puede tratarse de un caso de audición perfecta, pero con una mala discriminación de lo que oye, lo que le lleva a no diferenciar y a confundir los sonidos.
En el primer caso, el niño o niña se da cuenta con frecuencia de que no capta bien lo que le dicen y tiende a preguntar, a pedir que le repitan, de una manera más o menos insistente. Por el contrario, en el caso de una mala discriminación generalmente no pregunta, sino que repite incorrectamente tal como lo ha percibido.