e) Desarrollo Social
Una de las características del desarrollo de los niños con autismo, más fuertes y con consecuencias más negativas que he observado, es el desarrollo social, la cual creo que la ha llevado a denominar como un trastorno severo del desarrollo. Esta área se ve deteriorada además por el déficit en el desarrollo del lenguaje y el rango de desarrollo cognitivo, influyendo en la manera que se interrelaciona socialmente el niño con autismo (Rivière 2002, Sibón 1997)
Como presenté en la teoría de la mente, el niño para poder relacionarse y entenderse con otros, debe aprender a ponerse en el lugar de otros. Como presenta déficit en este sentido, les dificulta elaborar símbolos comunicacionales porque la mente y creencias de los demás les parecen insondables, por ende, les es difícil sentir con los demás; pero, por otro lado, las dificultades en el lenguaje tanto a nivel expresivo como comprensivo, complejizan aún más la relación interpersonal y social.
Según Charman, Baird (2002), Rivière (1997), Sibón (1997) algunas características de la sociabilidad de los niños con autismo son: Las deficiencias perceptivas y la falta de retroalimentación del niño hacia la familia influye considerablemente en el ambiente familiar. Un estudio realizado por Kaminsky y Dewey (2002), mostraron que últimamente, la información que se maneja sobre el autismo y sus consecuencias en la familia, principalmente en los hermanos de dichos niños, ha llevado a que se manifiesten intervenciones oportunas en la familia con un niño con autismo. Estudiaron a niños con hermanos con autismo, entre la edad de 8 y 18 años y encontraron que dichos hermanos no presentaban niveles elevados de soledad, y es más, recibían un mayor nivel de apoyo social que niños con hermanos con un desarrollo normal. Creo que esto indicaría que la integración de la familia en el proceso de intervención y desarrollo del niño con autismo, permite una mayor oportunidad de que la familia se preocupe del desarrollo de todos sus integrantes, facilitando a la vez una mayor posibilidad de un clima familiar e interaccional favorable para el niño con autismo.
Sin embargo en el ámbito social el niño con autismo generalmente es rechazado por los demás (Rivière 1998), por ende requieren de un ambiente estructurado y pautado que le permita interactuar adecuadamente con otros. Cuando los niños con autismo tienen problemas en la función declarativa del lenguaje, que es la base de las relaciones interpersonales, se agrava su dificultad y comprensión social (Gómez, et al, 1998). Por otro lado, le es difícil imitar y elaborar fantasías, por lo cual le dificulta el juego simbólico y con otros (Canal y Rivière, 1996), por lo tanto, es sumamente difícil que llegue a realizar juegos de ficción.
Como he mencionado anteriormente, otra característica de los niños con autismo es que rechazan los contactos físicos, palabras o expresiones de afecto directas de otros hacia él, juegos con terceros y no manifiestan intencionalidad en la comunicación.
Según varios autores (Rivière 2002, Rivière 1998, Gómez, et al 1998, Sibón 1997, Canal y Rivière 1996) las conductas más agudas disminuyen generalmente alrededor de los seis años, creo que esto se debe presentar probablemente porque el trastorno ya ha sido correctamente diagnosticado o por el desarrollo de nuevas funciones en la etapa cognitiva y afectiva del niño. Cuando los niños reciben una intervención pertinente por un equipo multidisciplinario (Rivière, 2002), desarrollan ciertas habilidades sociales, siendo repetidas fuera en diversos contextos, de manera reiterativa. Como proponían Gómez, López y López (1998) hay que guiarles en el reconocimiento de los otros como personas que experimentan sentimientos y deseos diversos tanto con respecto a sí mismo como con respecto a otros, utilizando actividades lúdicas de interés del niño o a través de pictogramas, logrando la confianza del niño, pues sus dificultades en la socialización y en empatizar con los sentimientos de una persona, no significa que no pueden sentir amor por alguien.