En algunas se hallarán dificultades operativas, reiteraciones, y otros obstáculos prácticos, en otras, excelentes cualidades referidas a la facilidad de su implementación. Cada una tendrá sus rasgos característicos.
Una planificación de actividades para la sala de jardín de infantes, ya sea que se trate de un Proyecto Educativo (P.E.), Unidad Didáctica (U. D.) u otros formatos y esquemas de planificación de habitual uso por los docentes, como parrillas, cronogramas de distintos tipos, etc. pueden presentar variados elementos y muy diversas configuraciones. En algunas se hallarán dificultades operativas, reiteraciones, y otros obstáculos prácticos, en otras, excelentes cualidades referidas a la facilidad de su implementación. Cada una tendrá sus rasgos característicos. No obstante, mas allá de las diferencias, es frecuente que estén presentes en todas ellas al menos algunos de los siguientes elementos básicos:
- Objetivos (o expectativas de logro, a veces divididos en subcategorías tales como operacionales, direccionales, generales, específicos, etc.)
- Contenidos (frecuentemente especificados como conceptuales, procedimentales y actitudinales)
- Actividades (organizadas cronológicamente, con criterios diversos de secuencia o progresión)
- Recursos (materiales, humanos, etc.)
- Plazos previstos
No es el propósito de este breve ensayo formular una crítica a las planificaciones tradicionales, sino hacer un análisis de los elementos que se utilizan para planificar y bocetar un aporte en ese sentido tomando conceptos de distintos contextos teóricos. Uno de los aspectos discutidos en los instrumentos de planificación es la relación entre contenidos y objetivos, en el caso en que éstos son enunciados en correspondencia unos con otros, por ejemplo:
Objetivos: (que el alumno...) establezca correspondencia biunívoca al utilizar la secuencia numérica para establecer el cardinal de una colección de objetos.
Contenidos: correspondencia biunívoca, cardinal de una colección.
Actividad:
Se puede observar que cualquiera de los dos (objetivos o contenidos) pueden faltar sin que se altere la claridad de la propuesta. Se podrá objetar que estos objetivos y contenidos están mal enunciados ya que los primeros no expresan claramente el nivel de dominio esperado de los segundos, sino que ambos dicen prácticamente lo mismo. Pero aún en los casos en que el objetivo establece la expectativa de logro respecto del contenido, uno de los dos suele ser, en alguna medida, redundante respecto del otro, y si acaso suelen formularse "mal", citemos a Saviani: "una propuesta didáctica no debe ser evaluada en sí misma sino en relación a los mecanismos que desata, al modo en que es aplicada, a las consecuencias que produce" (Saviani, 1985). Esto no significa que cualquier propuesta didáctica que sea malentendida debe ser desechada, pero llama la atención sobre el hecho de que los instrumentos de planificación son fuertes estructurantes de la práctica, y que deben ser objeto de sistemática reflexión y reformulación.