El ser humano debe desarrollar el concepto de fonema como unidad del sonido oral y el oído es capaz, entonces, de captarlo y discriminarlo según este aspecto, su duración y el intervalo temporal entre la aparición de éste y otro fonema contrastante.
Así, la producción de la expresión oral, en su fase mecánica, se divide en dos etapas: la emisión de un sonido audible cuando las cuerdas vocales vibran, produciendo una frecuencia fundamental (F0 = 125 - 250 Hz); y la constitución de un fonema concreto por medio de modificaciones adaptativas del aparato articulador, el cual tiene algunas estructuras que pueden cambiar de posición.
Según la concepción de Bloomfield (1933), los fonemas de una lengua no son sonidos, sino conjuntos de rasgos sonoros que los interlocutores se hallan adiestrados en producir y reconocer dentro de la corriente sonora del habla. Esto ha sido comprobado por diferentes autores, entre ellos Bailey (1983), para quien los diferentes fonemas se distinguen acústicamente por la envoltura del espectro, y particularmente por la frecuencia de los picos espectrales. Estos surgen de las resonancias del tracto vocal y se denominan formantes, identificados por medio de un número (f1, f2, f3, f4, etc.), siendo el primer formante el de más baja frecuencia. Es decir, que el conjunto de formantes (rasgos sonoros) conforma un espectro cuyo corpus o envoltura es en sí lo que constituye el fonema.
Buena parte del problema del uso de la discriminación auditiva para aprender a leer es una cuestión de desarrollo cognoscitivo. El ser humano debe desarrollar el concepto de fonema como unidad del sonido oral y el oído es capaz, entonces, de captarlo y discriminarlo según este aspecto, su duración y el intervalo temporal entre la aparición de éste y otro fonema contrastante.
IV. PÉRDIDA AUDITIVA Y HABLA
Según la colega Analida Pitty de Arango (comunicación personal), Audióloga de la Clínica Crespo, S.A. en los Consultorios Médicos Paitilla y Fundadora del Programa de Detección Temprana de las Pérdidas Auditivas en el Centro de Atención para el Desarrollo Infantil del Centro de Especialidades Médicas en San Fernando., de Panamá:
“Las consecuencias de un impedimento auditivo pueden ser muchas y dependerán del grado y tipo de la pérdida, de la edad en que se inicie el tratamiento adecuado y de los métodos de reeducaciòn, los cuales deberán ser constantes a través de los años de desarrollo del niño y exigirán un trabajo en conjunto de los padres, médicos, terapeutas, maestros y de todas las personas que pertenecen al ambiente que rodea al niño. Estas consecuencias pueden abarcar desde leves hasta severos compromisos tales como:
Retraso en la aparición y/o adquisición pobre del habla y del lenguaje.
Retraso en el desarrollo del pensamiento-lenguaje.
Trastornos fonológicos y de pronunciación de los sonidos del habla.
Irregularidades en las características de la voz.
Dificultades de atención- concentración secundarias.
Dificultades del aprendizaje escolar.
Dificultades en las adquisiciones de los aprendizajes superiores.
Dificultades en la adaptación psicológica y social.”