Al revisar el escaso material que existe acerca de la intervención con niños con autismo, visualizo que una intervención y educación adecuada en dichos niños es fundamental para potenciar sus posibilidades y generar las condiciones para lograr las mismas metas que se propone para la educación de todo niño, de toda persona; potenciar su equilibrio y desarrollo personal, capacitar al máximo sus habilidades, y orientar su comprensión y adaptación a la vida humana y ecológica.
Citando a Rivière (1998) considero que "la educación es en la actualidad el tratamiento fundamental y más efectivo del autismo" (pág. 507), considerando que la educación no solo compete al niño en sí mismo, sino que también a su familia, educadores, profesionales y la comunidad en general.
A partir de esto y de las características presentadas en los párrafos anteriores, creo que es crucial considerar un marco curricular apropiado que considere todos los agentes educativos y las características individuales y prototípicas de cada niño con autismo. Para esto es importante que los ambientes educativos sean estructurados, predecibles para el niño, sin complejidades, sumamente comprensibles para la manera de interpretar y vivenciar el mundo del niño. Por lo tanto el programa educativo debe ser único e individual para las características de cada alumno con autismo, trabajando en grupos pequeños, facilitando y apoyando la percepción y transferencia del aprendizaje del niño en el conocimiento de las consecuencias que poseen sus acciones en el medio.
Por tanto, los profesionales, educadores y familiares, deben poseer un conocimiento exhaustivo del alumno, más allá de lo que existe teóricamente sobre el autismo, conocer sus rutinas, sus motivaciones, registrando y siguiendo todas sus conductas, orientando de manera responsable y enterada el desarrollo del niño.
Rivière (2002) propone diversos enfoques que pueden orientar los contenidos de los programas educativos: el enfoque evolutivo, que propone un recorrido en el tiempo del desarrollo del niño normal y autista, y el enfoque ecológico que realiza un análisis recabado de los ambientes donde se desenvuelve y se va ir adaptando funcionalmente. Comenta, también, sobre dos posturas en cuanto a los procedimientos de enseñanza: la conductual y la interaccionista. La conductual parte de un análisis detallado de las conductas que posee el niño y las que se quiere desarrollar, manejando las contingencia que promueven conductas adaptativas y disminuyendo las negativas. El interaccional, promueve el proceso de interacción educativa e implica al niño en experiencias significativas que motiven actividades asimiladoras.