Puyuelo (2000), sostiene que la evaluación y el diagnóstico de los problemas del lenguaje han registrado una evolución significativa. La evaluación del lenguaje no es la aplicación de unas pruebas más o menos elaboradas, sino sobre todo una actitud de búsqueda por parte de un profesional.
Aspectos a considerar dentro de la evaluación logopédica:
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Entrevista familiar: la cual nos permitirá conocer la historia personal del niño (sujeto) y debe ser complementada con la entrevista al propio niño. Debe contemplar áreas medicobiológicas y de salud, aspectos psicológicos y de tipo educativo.
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Evaluación de la etapa preverbal: es básico recordar que existe un período preverbal en que el adulto y el niño van construyendo un entramado, de forma interactiva, que permite una serie de pasos encaminados a que un día el niño comprenda el significado de las palabras y un poco después se exprese mediante éstas.
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Evaluación de la fonética y la fonología: en la evaluación de la pronunciación, se persigue un objetivo fundamental; conocer la ley o leyes que rigen la forma de hablar del sujeto. Debemos llegar a conocer cómo articula, cuándo y por qué lo hace así. De tal forma se podría distinguir entre posibles dislalias fonéticas y/o fonológicas.
Lo anterior lo refuerzan Acosta y Moreno (1999), cuando citan: “Durante los últimos años, la discusión principal sobre el contenido de la evaluación fonológica se ha polarizado en dos aproximaciones: la fonética y la fonológica. Sin embargo, esta dualidad debe quedar hoy superada, integrando en el proceso de evaluación tanto el análisis fonético como el fonológico”.
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Evaluación de la morfología: se recurre aquí al registro y análisis de muestras de lenguaje espontáneo (conversación, descripción y narración).
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Evaluación de la sintaxis: se pueden utilizar producciones verbales del propio niño (sujeto).
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Evaluación de la semántica: para tal comprobación se pueden realizar frases dichas por el logopeda, en las que el niño descubra y analice el error.
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Evaluación de la comunicación: este aspecto debe valorarse desde el primer momento y a lo largo de las sesiones de evaluación. Es de especial interés observar qué recursos extralingüísticos utiliza el niño para hacerse entender.
·Otros aspectos que deben observarse son el lenguaje corporal, la expresión facial y la corporal. Conceptos de espacio y tiempo, lenguaje escrito, sistemas alternativos o aumentativos de la comunicación.
La meta global de la evaluación será, descubrir tanto las competencias como las dificultades más importantes que tiene el niño para expresar y entender el contenido de su lengua.
Puyuelo (2000), sostiene que la evaluación y el diagnóstico de los problemas del lenguaje han registrado una evolución significativa. La evaluación del lenguaje no es la aplicación de unas pruebas más o menos elaboradas, sino sobre todo una actitud de búsqueda por parte de un profesional. El “especialista en lenguaje”, además de administrar las pruebas, debe saber situar los resultados con relación al contexto y a los aspectos particulares de cada caso para:
·Decidir si hay o no problema (alteración) de lenguaje.
·Valorar si este problema afecta a todos los componentes del lenguaje o sólo a algunos de ellos.
·Estudiar la significación que tiene este trastorno con relación a una persona en concreto, con una historia personal y educativa determinadas.
·Valorar la necesidad de llevar a cabo la intervención del lenguaje.
·Pronosticar y diagnosticar el caso.
·Decidir en qué aspectos se basará la intervención.
·Considerar los interrogantes pendientes y tenerlos en cuenta en el proceso posterior.