Para responder a esta pregunta, recogimos 2.000 historias que escribieron niños entre 5 a 12 años, como producto de un festival de cuentos que efectuaron las escuelas de Fe y Alegría Zulia, en 1998. De estos, seleccionamos una muestra de 146 relatos redactados por 164 niños. Asimismo, de un concurso similar que promocionó un diario regional en 1999 y en el que participaron varios colegios privados, escogimos 89 cuentos de otros tantos niños.
3. ¿Cómo perciben los niños estos cambios? ¿qué valores predominan en los cuentos que escriben los niños?
Para responder a esta pregunta, recogimos 2.000 historias que escribieron niños entre 5 a 12 años, como producto de un festival de cuentos que efectuaron las escuelas de Fe y Alegría Zulia, en 1998. De estos, seleccionamos una muestra de 146 relatos redactados por 164 niños. Asimismo, de un concurso similar que promocionó un diario regional en 1999 y en el que participaron varios colegios privados, escogimos 89 cuentos de otros tantos niños.
Los resultados del análisis indicaron que, en las composiciones de los niños de las escuelas públicas, se exponen en forma muy sencilla y horizontal temas tradicionales: príncipes y princesas, animales, los paisajes (Sol y Luna) y aparecen muy repetitivamente problemas como: la soledad, falta de hogar, ausencia de la madre (casi no nombran al padre), fantasmas, aparecidos, perdidos en la selva, hambre, temor a la oscuridad, etc. Los valores que dejan entrever como necesidad son: la amistad, amor a la madre y amor a la naturaleza, no ser presumido.
En los cuentos de los niños de los colegios privados, la temática va desde los cuentos de hadas, animales, deportes hasta los de las guerras de las galaxias, y de series de caricaturas como Dragon Ball, Meteoro, Rem y Stimpy, Los Simpson. Los posibles conflictos emocionales son: el divorcio, querer ser otro, el triángulo amoroso, la fealdad, el sexismo.
De todo este material, tomamos una muestra y hemos seleccionado el relato número 47 ‘Los tres ositos’ (1998), de un niño de 7 años cursante del 3er grado de la primera etapa de la educación básica de la escuela pública; y el número 19 ‘La peor pesadilla de Goku. Llega Dragon Ball: El torneo del mal’ (1999), redactado por un estudiante de 11 años de 5to grado de la segunda etapa de educación básica y de un colegio privado (véase anexos).
El cuento No. 47 lo hemos catalogado dentro de los cuentos de hadas, salvando las distancias de la narratividad. También tiene analogías con ‘Ricitos de oro’ y con la serie televisiva de dibujos animados ‘Los cariñositos’. En términos de temporalización lineal muestra los mecanismos de conversión-deconstrucción e inversión-construcción, para modalizar la semiosis de la existencia de tres osos.
Su existencia se reconoce por una primera presencia actual de la madre, quien está con ellos (être là), luego al enfermarse ella, su eje paradigmático se transforma en ausencia real de la madre (en el extranjero o muerta), y la ausencia virtual de los niños al quedar solos, indefensos, es decir, sin saber cómo existir. Para modificar este eje, interviene como ayudante material y emocional, el Sr. Oso, quien con su apoyo hace presentes reales a los osos y presente virtual a la madre, por el respaldo de la fe.
Nuevamente, por el engranaje temporal de tres días, aparece la madre y también con la ayuda de la fe -El Señor-, consigue a sus hijos, volviendo a la presencia actual, sólo que ahora, la existencia se completa con el padre –el oso-, construyéndose así el hogar ideal (Greimas et Courtés, 1979). Aquí el tiempo marcado por el número tres es una mediación entre el ser y el no ser, y la progresión de un principio dialéctico de tesis-antítesis-síntesis.
Se nos muestra el problema del ser existencial solo, abandonado y moviéndose con tres funciones axiológicas: la amistad, la religión y la familia. Los antivalores subyacentes son: falta de padre, hogar abandonado y el hecho de que en el extranjero está la cura de las enfermedades.
La recurrencia del tres remite a muchos sentidos simbólicos de los cuales citaremos algunos: en el cristianismo, las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad; muchas religiones giran por tríadas divinas; también está el triángulo amoroso, espacial o temporal (Becker, 1996). Además, en los cuentos populares suele aparecer el tres como número de pruebas a superar.
El cuento No.19 (en este trabajo el No.2) lo ubicamos en un género de más reciente formación en la literatura juvenil, que se ha dado en llamar fantasía épica, muchos de ellos llevados al cine (El hobby, El señor de los anillos, de Tolkien, La guerra de las galaxias, etc.).
A esta historia se le puede aplicar la estructura morfológica de los cuentos. Pero a diferencia de estos últimos, "quizás una de las características más sobresalientes (…) sea la creación de un mundo paralelo … regido por leyes especiales y temporales propias…" (Roman, 1998, p. 57), configurándose un mundo secundario donde, al entrar la mente, todo es verdadero. Cuando se sale al mundo primario, éste es el que pierde realidad.
Se observa en este cuento la estructura de la confrontación polémica (Greimas et Courtés, 1979), en el mundo secundario de guerras planetarias, donde los dos sujetos del hacer (S1 y S2), realizan un contrato de combate por el planeta tierra, cada uno tiene sus ayudantes–guerreros y los objetos de valor, que les otorgan poder, como armas físicas o surgidas de su energía interna, de la misma forma que se autogeneran por fuegos expulsados por la boca o de trozos de cerebro esparcidos en un lejano planeta. Por lo tanto en ese mundo secundario, en el allá, no hay mujeres, ni sexo y todo se reduce a la multiplicación de luchas planetarias.
Al relacionar esta estructura con la escala de valores que se ha venido planteando, notamos que sólo hay antivalores. Sin embargo, en el extra – texto, el autor nos ofrece un valor: el de la honestidad, al aclarar (en la nota), que esto es ficción y aunque los personajes son de Dragon Ball, la historia elaborada es original.
Con esta aclaratoria nos hace volver al mundo primario, al aquí, indicándonos que "aquí estoy yo, esta es mi creación…" (Djukich y Finol, 1998, p. 9), siendo éste un ritual de autorepresentación… y su ingreso al mundo futuro.