Las diferencias
- EL TEMPERAMENTO Y EL CARÁCTER
Para presentar las diferencias de temperamento y carácter en la infancia se ha tomado la tipología de Heymans-Le Senne, valiosa por su importante desarrollo en las descripciones acerca de la edad que nos ocupa, por el prestigio de sus autores y por la variedad de perspectivas que promueven (individual, familiar, educacional, escolar, psicológica y médica)
Ante todo hay que decir a los padres que
vale la pena observar a los hijos. Por más especialistas en niños que desarrollemos, nadie podrá reemplazar esa observación inicial, continua, benevolente y cotidiana de los padres. Sírvanse de los que estudiamos para su apoyo y consulta, pero no deleguen el centro de guía. Los padres son y deben ser el eje de la observación. Como comentan tanto el Dr. Bollea como el Dr. Mucchielli y Rose Vincent, "…la única acción verdaderamente profunda es la de los padres, la que se ejerce cotidianamente y en los pequeños detalles de la vida. A ellos les corresponde -si la situación lo requiere poniendo en práctica los consejos de los diversos especialistas- guiar a un niño que ellos deben conocer mejor que nadie."
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Cuando se habla de temperamentos y caracteres no se trata de hablar de cualidades o defectos sino de simples características. Es así y eso es todo. Una misma característica puede tener un uso bueno o malo.
Otra aclaración valiosa es que las observaciones sobre los niños sólo son pertinentes si se las realiza en el cotidiano común, fuera de los períodos de crisis en los que las reacciones aparecen alteradas.
Es muy útil, por ejemplo, observar cómo reacciona ante un ruido fuerte e insólito que se produce detrás suyo o a un susto que otro le provoca. Veamos si se estremece, si da un salto o manifiesta de alguna otra manera una reacción vivaz y cierta alteración emocional. Tal vez quede calmo y se burle un poco de quien ha pretendido alterarlo. Es probable que leyendo una historia triste a dos niños que manifiesten esas diferencias de reacción, el primero se emocione mientras que el segundo permanezca impasible.
Tal vez el niño que estamos observando no encuadre del todo en ninguno de esos dos tipos de reacción. Podremos sin embargo asimilarlo a alguna de las dos por cercanía : … más bien calmo, o más bien
emotivo.
Ese es el nombre que se le da a esa característica y es el primer elemento a considerar. "No hay que confundir la emotividad con el afecto o la ternura, pues un niño puede ser emotivo sin ser afectuoso, afectuoso sin ser emotivo, también puede ser una cosa y la otra, o ninguna de las dos. Un niño emotivo, simplemente tiene
un sistema nervioso más vibrante, que le proporciona emociones más intensas.
También podemos observar cómo actúa el niño. Aún siendo tranquilo puede que le guste estar ocupado en algo, que acepte de buena gana el ocuparse, que viéndolo nos parezca
activo, trabajador, que le atrae el intentar realizar las cosas por sí mismo ; se lo ve con frecuencia abocado a manualidades. En otro, en cambio observamos que no se busca un quehacer, que se aburre fácilmente o necesita entretenimiento, que prefiere que seamos los demás quienes solucionemos sus problemas. De éste diremos que es menos activo, ya que si no tiene un buen motivo, prefiere estar sin un quehacer. Estos últimos niños también podrían llamarse contemplativos, o proyectivos, o reflexivos, o creativos, según la actividad mental que prevalezca, pues ellos pueden estar volcados a actividades intelectuales o sensibles, que al no ser concretas y materiales, pasan desapercibidas.
Por último es muy interesante de observar las diferencias en la
dinámica, que así se le llama a los tiempos de reacción y de vivencia de los procesos, que es el tercer elemento esencial para la lectura de los caracteres en esta tipología. Es algo más difícil de observar puntualmente, pero no es difícil para los padres, que conocen al niño en la vida cotidiana y desde el comienzo.
Hay dinámicas de reacción prevalentemente inmediata, a los que llamamos primarios: reaccionan inmediatamente y olvidan con la misma prontitud. Advertimos, por ejemplo, que si les infligimos un castigo algo desplazado en el tiempo de lo que lo ha causado, no recuerdan en absoluto el porqué de su penitencia, aunque la cumplan con fervor. A simple vista son más reactivos, son más manifiestas e instantáneas sus contestaciones, rabietas, incluso sus funciones fisiológicas. También son más impacientes y ansiosos pues en ellos es intensísima la vivencia del presente.
Otras dinámicas son más mediatas. Ese niño al que se le ha hecho una reconvención y que en el momento no ha dicho nada, pero que más tarde notamos distante, cerrado, algo ofendido. De reacciones más parsimoniosas y hasta lentas. Parece más estable, pero tiene sus reacciones y podemos advertir también que además de desplazarse, se acumulan: los llamamos secundarios.
Podrían observarse más características, pero con esas tres y su combinatoria, ya se obtiene mucho provecho :
No A C T I V O S | A C T I V O S |
NERVIOSO o INQUIETO
Emotivo
Poco Activo
Primario | SENTIMENTAL o CAVILOSO
Emotivo
Poco Activo
Secundario | APASIONADO o MISIONAL
Emotivo
Activo
Secundario | COLERICO o SOLUCIONADOR
Emotivo
Activo
Primario |
LINFATICO o PLASTICO
Poco Emotivo
Poco Activo
Primario | APATICO o HABITUAL
Poco Emotivo
Poco Activo
Secundario | FLEMATICO o METODICO
Poco Emotivo
Activo
Secundario | SANGUINEO o REALISTA
Poco Emotivo
Activo
Primario |
C A L M O S |
El límite de tiempo nos obliga a ceñirnos a esta enunciación casi global con la que podemos caer, a nuestra vez, en la generalización que queríamos evitar. Valga al menos como una primera explicitación de las posibles diferencias, que aún rudimentaria presta servicios simples pero de gran utilidad.
Si al menos quedara advertido que cada uno de esos grupos tiene modos peculiares de vivir las etapas que antes se anotaron como generales, ya sería un gran cosa.
Espero sean de utilidad al menos como nociones de referencia que los animen y apoyen en una observación reflexiva de las semejanzas y las diferencias entre los niños, tan necesaria y valiosa para su tarea de padres y asistentes.
Referencias
5 cfr. Vincent, Rose y Mucchielli, Roger, op. cit, p.41