En la afasia de expresión, según Broca, los pacientes oyen y comprenden todo lo que se les dice; conservan toda su inteligencia; emiten sonidos vocales con facilidad; efectúan con los labios y la lengua movimientos más amplios y más enérgicos de lo que exigiría la articulación de sonidos, y , sin embargo, la respuesta perfectamente cuerda que querrían hacernos llegar se limita a un número muy pequeño de sonidos articulados, siempre los mismos y siempre ordenados de la misma manera...Lo que a perecido en ellos no es la facultad del lenguaje, ni la memoria de las palabras, ni la acción de los nervios y los músculos de la fonación y la articulación: es la facultad de coordinar los movimientos propios del lenguaje articulado.
El interés por la afasia surge durante la segunda guerra mundial, cuando miles de soldados con trastornos cerebrales y perturbación del lenguaje obligan a rehabilitarlos.
Desde entonces, el entrenamiento y la formación clínica se propagaron en beneficio de las consecuencias dramáticas de esta enfermedad, que derrumba el sistema privilegiado de comunicación del individuo con sus semejantes.
Entendemos por afasia a los trastornos que afectan tanto a la comprensión como a la expresión de los signos verbales.
Gall esbozó la primera concepción localizadora del lenguaje. Esta facultad tendría su sede en la parte anterior de los hemisferios cerebrales.
La pérdida de la palabra depende unas veces de la memoria de las palabras, y otras, de la pérdida de los movimientos musculares que originan las palabras.
La irrigación de los hemisferios cerebrales está a cargo de tres arterias: Las cerebrales anterior y posterior y la arteria silviana.
La mayor parte de los síndromes afásicos resultan de una lesión cerebral por obliteración de la arteria silviana.
Los tumores cerebrales también pueden acarrear según su localización, diversas manifestaciones afásicas.
Las perturbaciones del lenguaje son de dos clases: la función expresiva, donde aparece alterada la codificación fonemática, semántica o de programación de la frase y del discurso y la función comprensiva y de selección, donde el proceso de decodificación presenta trastornos mnésicos, sordera verbal o la incomprensión verbal. Están afectadas también, las conductas léxicas y gráficas.
Entonces, existe una relación fundamental entre pensamiento, lenguaje y fundamento anatómico.
Los afásicos pueden presentar:
anartria (trastorno importante de la articulación o de la dicción), estereotipias verbales (conservación de unidades fonemáticas exclusivas), problemas de evocación y enunciación verbal, sordera verbal (no comprende, ni repite palabras, ni escribe al dictado), agrafia (perturbaciones que afectan a la expresión escrita), alexia (disolución de la actividad perceptiva visual), acalculia (trastorno inherente a la utilización de signos numéricos e incapacidad de efectuar combinaciones de cifras y operaciones), amusia (alteración del lenguaje musical, en general, el automatismo está mejor preservado que el acto del canto intencional).
En la afasia de expresión, según Broca, “los pacientes oyen y comprenden todo lo que se les dice; conservan toda su inteligencia; emiten sonidos vocales con facilidad; efectúan con los labios y la lengua movimientos más amplios y más enérgicos de lo que exigiría la articulación de sonidos, y , sin embargo, la respuesta perfectamente cuerda que querrían hacernos llegar se limita a un número muy pequeño de sonidos articulados, siempre los mismos y siempre ordenados de la misma manera...Lo que a perecido en ellos no es la facultad del lenguaje, ni la memoria de las palabras, ni la acción de los nervios y los músculos de la fonación y la articulación: es la facultad de coordinar los movimientos propios del lenguaje articulado”.
La afasia de comprensión está exenta de perturbaciones articulatorias, pero la capacidad de recepción interpretativa de la palabra ajena se ve bastante comprometida. Hay también otras perturbaciones asociadas de orden ideopráxico o referidas al cálculo, al sentido musical, al reconocimiento de los objetos y las formas y al sentido espacial.
Hasta aquí, hemos revisado brevemente los aspectos más generales de esta patología, tan frecuente.
No hay contradicción en pensar que el lenguaje está en la naturaleza del hombre como un don irreductible y que el hombre es, por definición, el sujeto que habla. Pero resulta arbitrario decir que el habla está determinada desde un principio por un sistema de leyes específicas. Es un sistema simbólico, tanto cognoscitivo como lingüístico.
El trabajo de reconstrucción del lenguaje es multidisciplinario, arduo y serio.
Las evaluaciones muy detalladas nos determinarán los patrones del deterioro y el seguimiento del paciente.
Animar, alentar y trabajar acercará el éxito a fonoaudiólogos, neuropsicólogos y neurolingüistas.
Referencias
1.Azcoaga, J.: Las Funciones Cerebrales Superiores y sus alteraciones en el niño y en el adulto, Bs.As.,Ed. Paidós, 1.983.
2.Luria, A.: Fundamentos de Neurolingüística, Ed.Toray Mason, 1.980.
3.Vigotsky, L.: Pensamiento y Lenguaje, Bs.As., Ed. La Pléyade, Trad, M. Rotger, 1.987.