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La autoestima un aprendizaje actitudinal en la Orientación (Parte III)

En el desarrollo del adolescente, el autoconcepto y la autoestima, en particular van haciéndose cada vez más complejos y diferenciados que en la infancia, pasando a ocupar un lugar central en la construcción de su propia identidad (Fierro,1990, pág. 89).

La construcción de la dimensión autoconocimiento (si mismo o yo) plantea el autoanálisis como tema principal de reflexión en los programas de intervención profesionales, en especial desde el modelo de asesoramiento vocacional.

El autoconocimiento, reformulando a Fierro 1990), se refiere a un conjunto de actividades y contenidos cognitivos no solo conceptuales, sino también perceptos, imágenes, juicios, razonamientos, emociones y sentimientos sobre sí mismo.

En el que destacan dos procesos: uno descriptivo y otro evaluativo (PAT: Grades, s: f pág.1) (Delgado, 2009 pág. 119):

  1. Como proceso descriptivo objetivo o subjetivo: el autoconcepto se refiere a como somos de hecho, edad, sexo, nivel educativo, roles profesionales, estilos de vida etc.
  2. La autoestima como proceso evaluativo, se relaciona con el aprecio y valoración que merecen cada una de nuestras características descritas. La autoaceptación es un elemento importante para la autoestima, es el reconocimiento de nuestras cualidades y defectos, de nuestra valía personal, afirmando nuestra dignidad como personas.

Entre el autoconcepto y la autoestima se establece una relación de jerarquía por el simple hecho de que los procesos autodescriptivos van siempre acompañados de procesos autoevaluativos (Fierro 1990 pág. 87).

Sin embargo, es necesario especificar que autoconcepto y autoestima no son términos intercambiables, ambos establecen una estrecha relación entre sí. Enfatizando que la autoestima no sólo incluye los aspectos positivos y más valorables de la persona, sino también aspectos menos valorables o las limitaciones en la misma (Gonzales 1999, pag.219).

En el desarrollo del adolescente, el autoconcepto y la autoestima, en particular van haciéndose cada vez más complejos y diferenciados que en la infancia, pasando a ocupar un lugar central en la construcción de su propia identidad (Fierro,1990, pág. 89). Es así que la autoestima se construye a partir de la construcción del sí mismo o yo en los procesos de socialización, que deviene de las diferentes interacciones con las personas, grupos o instituciones, en los diferentes contextos educativos y de desarrollo humano.

El autoconocimiento por otra parte es relativamente estable y duradero en el adolescente y sus probables modificaciones dependen de los flujos de información y de las experiencia de vida más significativas para el mismo. Hace referencia a la capacidad de autorreflexión que tiene una persona para reconocerse como un individuo y para diferenciarse de los demás. En este sentido, el autoconocimiento ayuda a la construcción de una identidad personal eficaz y realista.

Gergen (en Fierro 1990, pág. 90) ha sugerido modificaciones probables en el autoconcepto y la autoestima a partir de algunas de los factores siguientes:

  1. El conocimiento de lo que piensan los demás acerca de uno mismo.
  2. La propia autoobservación de la persona.
  3. La comparación de la persona con los demás.
  4. El examen de la propia memoria personal (autobiografía).

El asesoramiento vocacional indaga algunos de estos factores de modificación de la autoestima antes señalados, particularmente explora los antecedentes biográficos (autobiografía) y los acontecimientos significativos en los diversos contextos educativos y de desarrollo de los adolescentes y jóvenes, relacionados a los momentos de transición y elecciones vocacionales dentro de una sociedad histórica y culturalmente determinada.

 

¿Qué es la autoestima?

 

Para Branden (2009, pág. 1), la autoestima es la suma de la confianza y el respeto por uno mismo. La habilidad para resolver los desafíos de la vida y el derecho a ser felices como personas, es decir ser valioso y apto para vivir.

Según C. Rogers (en Rodríguez 2015 pág.  454), la define como “La actitud valorativa hacia uno mismo”,

Montoya y Sol (en Silva y Mejía, 2014 pág. 243), definen la autoestima como la capacidad o actitud interna con que un individuo se relaciona consigo mismo, y lo que hace que se perciba dentro del mundo, de una forma positiva, o bien con una orientación negativa. Es la capacidad de verse a sí mismo, siendo el mismo individuo observador y observado, en ella la apreciación y valoración de sí mismo se va aprendiendo y cambiando en relación a una jerarquía de valores y metas bases personales y sociales.

Burns (en Bonet, 1997.pag. 17) Dice que la autoestima es el conjunto de actitudes del individuo hacia sí mismo.

Para Acosta (2004, pág. 1), la autoestima es inherente a todos los seres humanos, es un producto social que se desarrolla en la interacción hombre-mundo, en el proceso de la actividad y la experiencia social y canaliza la actividad del cuerpo y la mente de todas las personas.

En nuestro trabajo, nos identificamos con esta última definición, no obstante, es importante rescatar de las definiciones anteriores, elementos que son relevantes dentro de la problemática y el asesoramiento vocacional:

  1. Que es un tipo de actitud, por lo tanto, un tipo de contenido a enseñar y aprender.
  2. Que al igual que la vocación como inclinación o potencialidad de la persona, es una construcción social, por lo cual en las diversas prácticas educativas y orientadoras varia histórica y culturalmente (Rascovan, 2020 pág. 10).

En el asesoramiento vocacional, aprendemos que las personas nos necesitamos mutuamente para construir una vida social y afectiva, ya que cada persona se relaciona con los demás a partir de la autoestima y la valorización personal que desarrolla.

 

¿Es la autoestima un contenido actitudinal?

 

Los contenidos, como constitución de un determinado objeto de conocimiento en orientación educativa, implican fijar y determinar temas, organizar el tiempo y el espacio donde se realiza la enseñanza y el aprendizaje intencional a los orientados. Los cuales son de tres tipos: conceptuales, procedimentales y actitudinales (Bisquerra, 1998), (Gvirtz. S y Palamidess M 1998, pág. 2).

 

Los contenidos actitudinales (saber ser, estar o convivir) son el conjunto de temas que se recogen en los programas o proyectos de intervención en OPP, junto con los contenidos conceptuales (saber) y procedimentales (saber hacer). En este trabajo afirmamos la importancia e interdependencia de todos estos contenidos, no obstante, nos interesa destacar a los contenidos actitudinales como elementos importantes en las problemáticas y el asesoramiento vocacional (Bisquerra ,1998. Pág. 265).

Aunque el concepto de actitud es similar a otros en orientación como intereses, aptitudes y valores, vamos a intentar diferenciarlos:

  • La aptitud es la facilidad que se tiene para efectuar algunas actividades con respecto a otros individuos. Hay que destacar también que la aptitud está estrechamente relacionada con la inteligencia y con las habilidades tanto innatas como adquiridas fruto de un proceso de aprendizaje.  
  • Un interés es un sentimiento o preferencia relativo a nuestras actividades. Su diferencia con la actitud es que esta implica una aprobación o desaprobación (un juicio de valor)
  • Los valores pueden ser considerados como referentes, pautas o conceptos abstractos que orientan la vida de cada individuo, su forma de pensar y su comportamiento. (Torres M. 2018 pág. 23).
  • Las actitudes son una tendencia a actuar de una manera determinada que se expresa en la evaluación a favor o en contra hacia un objeto y que está condicionada por la incidencia de los elementos cognitivos, afectivos y conductuales (Arnau y Montane 2010, pag.1286). Son aprendidas en el trascurso de nuestras interacciones sociales a través de las diversas agencias de socialización.

La autoestima es un elemento actitudinal de enseñanza y aprendizaje, porque como proceso evaluativo del autoconcepto personal tiene que ver con valores, normas, creencias (Zabala A. 2000, pág.54).  Su aprendizaje significa mostrar una tendencia consistente y persistente a comportarse de una determinada manera ante, situaciones, objetos, sucesos o personas por un discernimiento valorativo. Además, como construcción social la autoestima es transcendental en el desarrollo de las personas, en especial ante las tareas vocacionales de los adolescentes (Mercedes, 2005, pág.).

Retomando a González (1999, pág. 222), vamos a caracterizar la autoestima como elemento actitudinal:

  1. Es un faceta evaluativa del autoconcepto que se identifica como una actitud positiva o negativa de aprobación o desaprobación personal.  
  2. Es una realidad multidimensional, cuya valoración puede ser diferente en los distintos ámbitos y dimensiones de su vida (personal, familiar, escolar y profesional).
  3. Un estilo de vida, donde se incluye como elemento dinámico del comportamiento normal o patológico del sujeto, como valoración intrínseca no solo incluye las cualidades positivas, y sus fortalezas sino también los aspectos negativos y sus limitaciones, en otras palabras, la persona con una “alta autoestima” no es aquella tiene cualidades positivas en todo momento y en todas las situaciones, sino que la persona con una “adecuada autoestima”, que valora de forma positiva, pero además se autoacepta y se siente bien con el tipo de persona que es (autovaloración),   aceptando que algunos de esos aspectos no son aprobados y se desea cambiarlos y mejóralos.
  4. Es una experiencia subjetiva (cognitivo-afectivo-conductual) que involucra juicios evaluativos, que se expresan en forma verbal o no verbal, que son relativamente estables y se modifican en la interacción social (Diaz F. y Rojas G. 2002, pág. 57).
  5. Lo que demás piensan de mí, sus valoraciones son un elemento importante de retroalimentación para la construcción de la autoestima, sin embargo, no puede ser el único referente el cumplir las expectativas de los demás (autoevaluación). Eso genera inseguridad, ansiedad y decepción. Si una persona se valora positivamente a sí misma, valora positivamente a los demás y a la inversa cuando si se valora negativamente.
  6. Por último, la autoestima como autoafirmación ante los demás nos permite una adecuada solución de los conflictos dentro de una convivencia positiva que expresa los valores que posee el orientado.

 

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