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Sobre la educación en Occidente y el método: Un análisis de la cultura en el aprendizaje (Parte II)

El método comienza con la observación sensible de la realidad, de ahí que surja la necesidad de explicar y demostrar lo captado de manera matemática, sin embargo, desde la observación, intervienen los sentidos. Al traducir lo que vemos en la hipótesis podría haber una subjetividad implícita debido a que esta alternativa es una forma personal de interpretar la realidad y el método es el patrón que se formula para justificarla y presentarla como verdadera.

Quizá este sea uno de los motivos por los cuáles actualmente los químicos y físicos se preocupan por elaborar más un nuevo tipo de arma que orientarse a encontrar nuevas, mejores y, sobre todo, más baratas vacunas para múltiples enfermedades. Bajo este punto de vista consideramos que la educación se encuentra sumamente ligada con la ética. Sabemos de sobra que llevar a cabo un movimiento de las dimensiones de La Ilustración no es sencillo, pero quizá sería conveniente tomar en cuenta, nuevamente, la postura de Kant al respecto. Nuestro autor coloca el ejemplo de un oficial de su tiempo, el cual necesariamente debe de actuar conforme a ciertos cánones que no debe de negar:

 

Así, por ejemplo, sería muy peligroso si un oficial, que debe obedecer al superior, se pusiera a argumentar en voz alta, estando de servicio, acerca de la conveniencia o inutilidad de la orden recibida. Tiene que obedecer. Pero no se le puede prohibir con justicia hacer observaciones, en cuanto docto, acerca de los defectos del servicio militar y presentarlas ante el juicio del público.[1]

 

La cuestión nos resulta sumamente interesante, pues el mismo empleo de nuestra capacidad intelectual no sólo se mueve en una sola dirección; por el contrario, existen dos caminos que resultarían confusos en un primer acercamiento: la razón en un ámbito público por un lado y en uno privado en una segunda instancia.

 

Entiendo por uso público de la propia razón, el que alguien hace de ella, en cuanto docto, y ante la totalidad del público del mundo de lectores. Llamo uso privado al empleo de la razón que se le permite al hombre dentro de un puesto civil o de una función que se le confía. Ahora bien, en muchas ocupaciones concernientes al interés de la comunidad son necesarios ciertos mecanismos por medio de los cuales algunos de sus miembros se tienen que comportar de modo meramente pasivo, para que, mediante cierta unanimidad artificial, el gobierno los dirija hacia fines públicos o, al menos, para impedir la destrucción de los mismos.[2]

 

Se da a entender que en muchas ocasiones es más que necesario, y agregaríamos que también obvio, obedecer los cánones establecidos por la normatividad de la sociedad a la que pertenecemos (uso privado) siempre y cuando sea la razón la que garantice el respeto por la naturaleza no sólo propiamente dicha, sino abarcando lo que posteriormente se conocería como la naturaleza humana en cuanto a las opiniones sobre los cánones empleados se refiere (uso público). La naturaleza humana serían las tendencias que nuestro ser implica, una de ellas se encuentra orientada hacia la educación y hacia el mayor beneficio hacia el mayor número de personas.

La utilidad del método científico radica en la rigurosidad de su aplicación, cuya finalidad es llegar a un conocimiento objetivo que se tome como verdadero para argumentar una teoría científica; sin embargo, ¿qué sabe el científico de la objetividad? Si las decisiones que toma él son subjetivas, quizás el objetivismo de la ciencia consiste en argumentar la subjetividad con la que se fundamenta racionalmente una hipótesis, pues no hay objetividad sin sujeto que la conciba.

Si bien es cierto que la ciencia se conduce bajo criterios experimentados y comprobados a través del método, su conceptualización escapa de la rigurosidad con la que se constituye. Debido a que la definición de ciencia es cambiante, mantiene su concepto conforme a la época que la concibe y los alcances científicos y tecnológicos a los que pretende llegar en un periodo determinado. Para atribuir más teoría a este trabajo, es necesario definir al método científico como el camino a seguir que conduce al conocimiento, o dicho de otra forma:

El método es entonces, el procedimiento planeado que sigue en la actividad científica para descubrir las formas de existencia de los procesos, distinguir las fases de su desarrollo, desentrañar sus enlaces internos y externos, esclarecer sus interacciones con otros procesos, generalizar y profundizar los conocimientos adquiridos.[3]

De lo anterior se deduce su finalidad: demostrar los datos obtenidos a través del método para ser explicados a través de los pasos utilizados y posibilitar así la comprobación por medio de la aplicación de su técnica. Esto genera la interrogante ¿dónde está el conocimiento verdadero: en la teoría o en la destreza?

A partir de este enfoque, el método podría ser un instrumento engañoso que manipula la información para encajar los argumentos de una teoría y validarla como un conocimiento científico que dictamina la verdad. Por esta razón convergen la ciencia y el método científico, ambas se asumen como poseedoras de la verdad que no es más que las leyes de la razón.

Cuando emite un juicio verdadero, debe configurarse por medio de la razón al denotar una coherencia que revele una condición básica

para que se dé, es decir, la coherencia es una característica del método científico. Basta mirar sus pasos: observación, experimentación, formulación de hipótesis, comprobación y culminación de una ley o teoría para constatarlo.

Sin embargo, la coherencia alude a la estructura racional que posibilita el criterio de verdad, pero no basta con esto, ya que podría existir una teoría que sea perfectamente coherente en sus argumentos, pero que no corresponde a la realidad. Entonces, ¿de qué serviría una verdad que este patente en la mente y no en la propia realidad?

Bajo esta perspectiva, podría asumirse que la coherencia no es la verdad, pero sí una condición objetiva para que se considere como tal. Su coincidencia con la realidad sería un criterio para que la ciencia encamine sus argumentos a ésta y no sea considerada como falsa. Las deducciones lógicas y coherentes con las que se elaboran las teorías son importantes porque proporcionan información del fenómeno a estudiar y sirven de parámetro para aceptar o rechazar un conocimiento.

De esta forma son también una herramienta para el progreso de la ciencia, ya que, al corregir sus grados de falsabilidad, según Karl Popper, éstas abren en el pensamiento una gama de posibilidades que pueden y deben ser explotadas en pro de una búsqueda hacia el conocimiento universal. Esto forma parte de la tarea fundamental de todo método científico. No obstante, la estructura del método está limitada por éste, entonces todo conocimiento que se asuma como verdadero deberá sujetarse a la metodología que lo justifica como tal.

Así es como la ciencia se sostiene en su método para implantarse como científica, pero también está limitada por el mismo, ya que, si bien sus pasos encaminan la búsqueda hacia lo objetivo, dejan fuera otros conocimientos o datos que no necesariamente están contenidos en el método. Éste trabaja solamente con una muestra de la realidad, no con su totalidad. ¿No busca la ciencia una explicación universal de la realidad basada en las matemáticas para que garantice su exactitud?

Cabe señalar que las matemáticas sirven a la ciencia en tanto que abstraen de la realidad argumentos precisos y datos para justificar sus conocimientos que deben comprobarse en la naturaleza del fenómeno a estudiar, para que tengan validez. Existe una especie de interrelación entre la matemática y la física, lo que origina la trascendencia del conocimiento, pues no queda limitado a una ciencia específica.

Las matemáticas se sirven de fórmulas y ecuaciones para demostrar lo que ha sido captado durante la observación y la experimentación, es decir, siguen su método. Pero no repara en que el mismo número utilizado en la explicación de las hipótesis sea un limitante de la ciencia, porque es el equivalente cuantitativo de la muestra, y fuera de ésta, quizás haya no una, sino muchas maneras de contradecir dichas hipótesis. No obstante, el método no ha sido capaz de descubrirlo, porque aún no existe uno que estudie la totalidad.

El método comienza con la observación sensible de la realidad, de ahí que surja la necesidad de explicar y demostrar lo captado de manera matemática, sin embargo, desde la observación, intervienen los sentidos. Al traducir lo que vemos en la hipótesis podría haber una subjetividad implícita debido a que esta alternativa es una forma personal de interpretar la realidad y el método es el patrón que se formula para justificarla y presentarla como verdadera.

La ciencia no presenta una estructura de elementos que aseguren el verdadero desarrollo que contribuyan a su éxito. La evolución que ha existido en la ciencia se presenta cuando el investigador utiliza indistintamente un procedimiento y adapta el método al problema y no considera al primero como una condición rígida establecida.

 

No es una guía exacta para la investigación la denominada racionalidad científica, pues existen otros factores que pueden ampliarla y evidentemente no deben ser descartados. Algunos ejemplos serían las viejas concepciones del mundo o aquellos fragmentos de teorías abandonadas que pueden servir para replantear una postura considerada como verdadera en la actualidad.

 

Referencias

[1] Filosofía de la historia, p. 35.

[2] Ibidem.

[3] GORTARÍ, Elí, El método de las ciencias ,Editorial Grijalbo ,México

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