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En relación con el propósito de esta revisión fue posible conocer el proceder médico en cuanto a la evaluación y diagnóstico del vértigo infantil, sin embargo, existe poca información respecto al tratamiento y aún más sobre el seguimiento de los niños que lo padecen. Aunque es importante recalcar la importancia del trabajo interdisciplinario de las diferentes especialidades involucradas para evaluar y realizar las pruebas pertinentes de los diferentes sistemas que se ven afectados principalmente, no se habla de ningún tratamiento farmacológico, solo se menciona tratamiento ambulatorio y terapéutico con la intención de mejorar su calidad de vida y desarrollo en un entorno óptimo, como en el estudio de Niță, Roza, & Teleanu (2019).
Table 1. Artículos fase 3
ESTUDIOS SOBRE VÉRTIGO EN POBLACIÓN INFANTIL |
||||||
Síntomas |
Autores |
Evaluación |
Diagnóstico |
Tratamiento |
Población |
Tipo de estudio |
VPPB |
Vincenzo Marcelli y cols. 2014 |
Evaluación de la migraña ICHD-1 VNG y RMN cerebral |
Interpretación clínica de las pruebas |
Sin documentar |
n=15 Edad: 4 y 11 años |
Prospectivo observacional |
VPPB |
Doettl Steven y cols. 2015 |
VNG |
Análisis de resultados |
Sin documentar |
n=29 Edad: 4 y 6 años |
Prospectivo y de medidas repetidas |
VPPB |
Qingxiu Yao y cols. 2015 |
Dix-Hallpike y Test Supine Roll |
Criterio de nistagmo posicional |
Maniobra Epley y Lempert |
n=6 Edad: 7 y 14 años |
Análisis retrospectivo de casos |
VPPB |
Ewa Szczerkik y cols. 2019 |
Posturografía |
Análisis de resultados |
Sin documentar |
n=77 Edad: 3 y 18 años |
Análisis retrospectivo de casos |
Mareos / vértigo |
Filipp M. Filippopulos, et al. 2017 |
Cuestionario sobre diferentes tipos de vértigo y factores de riesgo potenciales relacionados |
Análisis de resultados |
Sin documentar |
n= 1482 Edad: 12 y 19 años |
Transversal |
Mareos / vértigo |
Thyra Langhagen et. Al 2015 |
Cuestionario sobre mareos, vértigo y dolor de cabeza |
Análisis de resultados |
Sin documentar |
n= 1661 Edad: 12 y 19 años |
Transversal |
VPPB Y Migraña Vestibular |
Marisa Klancnik y cols. 2018 |
VHIT, VNG y Audiometría básica |
Criterios de Lempert et al., y (ICHD) VPPB |
Sin documentar |
n=57 Edad: 6 y 12 años |
Análisis retrospectivo |
VPPB |
S.A. Ni?a y cols. 2019 |
RMN Cerebral, prueba de Romberg, Fukuda, VNG y electroencefalograma |
Análisis de resultados y criterios ICHD |
Sin documentar |
n=3 Edad: 2 y 4 años |
Análisis retrospectivo de casos |
VPPB |
Kuei-You Lin y cols. 2010 |
oVemps cVemps |
Análisis de resultados y criterio ICHD |
Sin documentar |
n=15 Edad: 4 y 14 años |
Transversal |
VPPB |
Yoshiyuki Ozono et. Al 2016 |
Examen neurológico, TAC y RMN cerebral, audiometría y VNG |
Análisis de resultados y criterio ICHD |
Sin documentar |
n= 2 Edad: 4 y 11 años |
Análisis retrospectivo de casos |
VPPB |
Umberto Raucci y cols. 2015 |
TAC y RMN cerebral, examen neurológico y cardiovascular |
Análisis de resultados y criterios ICHD |
Sin documentar |
n=616 Edad: 3 y 18 años |
Análisis retrospectivo de casos |
VPPB |
Jennifer L. Fay, et al 2016 |
Dix-Hallpike (DH) |
Interpretación del nistagmo |
Maniobra de reposicionamiento de otolitos |
n=2 Edad: 9 y 11 años |
Análisis retrospectivo de casos |
Migraña vestibular |
Agessi & Villa 2018 |
RMN Cerebral y Electroencefalograma |
Análisis de resultados y criterios ICHD |
Farmacológico (Topiramato e ibuprofeno) |
n=2 Edad: 13 y 11 años |
Análisis retrospectivo de casos |
VPPB Y Migraña Vestibular |
Jong Dae Lee y cols. 2017 |
VNG, VHIT, cVemps, Audiología básica |
Criterios de Lempert et al., y (ICHD) |
Sin documentar |
n=411 Edad: <6 y 18 años |
Análisis retrospectivo |
VPPB Y Migraña Vestibular |
Vincenzo Marcelli et. al 2014 |
VNG Y audiometría de tonos puros |
Análisis de resultados y criterios ICHD |
Sin documentar |
n= 15 Edad: 4 y 11 años |
Prospectivo |
Vértigo |
Anna Deissler 2016 |
Cuestionario KDISCREEN |
Calidad de vida relacionada con la salud (HrQoL) |
Sin documentar |
Edad: 12 y 18 años |
Retrospectivo |
Desorden aprendizaje |
Denise de Fátima et al 2009 |
Pruebas de movimiento sacádico fijas, aleatorias y pendulares. |
Análisis de resultados |
Sin documentar |
n=28 Edad: 8 y 12 años |
Prospectivo |
En cuanto al VPPB en infantes, Szczerkik y cols. (2018) evaluaron a 29 niños entre 4 y 6 años con posturografía, el estudio arrojó que no es tan útil en la práctica clínica cuando se debe evaluar la razón de los episodios de vértigo, pero verifica el proceso de compensación y mide objetivamente el progreso de la recuperación y el estado funcional real del paciente.
En las investigaciones de Qingxiu Yao y cols. (2015) y Dae Lee y cols. (2017) los niños fueron evaluados usando la maniobra de Dix-Hallpike, diagnosticados mediante la interpretación del nistagmo y tratados con la maniobra de reposicionamiento de partículas Epley o Lempert con una tasa de éxito de 83,3%, estas maniobras fueron realizadas en una o dos sesiones.
Otros autores (Raucci, y otros, 2015) evaluaron a los niños con VPPB utilizando Tomografía axial computarizada (TAC) y Resonancia magnética nuclear (RMN) cerebral, a estas pruebas Yoshiyuki Ozono et.al (2016) adicionaron videonistragmografía (VNG) y audiometría; sumado a esto Vincenzo Marcelli y cols (2014) añadieron a su evaluación los criterios ICHD. En estos estudios se diagnosticó VPPB a los niños mediante la interpretación clínica de las pruebas y la Clasificación Internacional de Cefaleas (ICHD) por sus siglas en inglés: International Classification of Headache Disorders, con el fin de descartar migraña vestibular. En los estudios mencionados no se documentó algún tipo de tratamiento.
Los criterios ICHD también fueron tenidos en cuenta por Agessi & Villa (2018) en la evaluación de dos casos de niños con migraña vestibular que presentaron aura visual y alucinación olfativa, el tratamiento instaurado fue farmacológico (Topiramato e ibuprofeno).
Otras pruebas vestibulares fueron tenidas en cuenta por Jong Dae Lee & cols. (2017) Marisa Klancnik & cols. (2018), en ambos estudios evaluaron a los niños en edad escolar con Video Test de Impulso Cefálico (vHIT), videonistragmografía (VNG) y Audiometría básica, el diagnóstico se basó en los Criterios de Lempert y el ICHD; el tratamiento no fue descrito. Los resultados de los estudios mostraron que, en el grupo de edad escolar, BPVC por sus siglas en inglés Benign paroxysmal vertigo of childhood y la migraña vestibular (VM) fueron los más comunes, seguidos por vértigo psicógeno y vértigo posicional paroxístico benigno (BPPV). En los adolescentes, la VM fue el más común.
Por otra parte, en el estudio de Lin, Hsu y Young (2010) se utilizó una prueba combinada de potencial miogénico evocado vestibular ocular (oVemps) y cervical (cVemps) en niños con BPPV para investigar si el tronco encefálico superior o inferior se ve afectado con mayor frecuencia en estos niños. Los resultados mostraron que los cVemps retrasados ??en niños con BPPV reflejan una lesión retrolaberintina a lo largo de la vía del reflejo sacular, que desciende a través del tronco encefálico inferior, siendo esta vía la más afectada en niños con BPPV.
Para finalizar, autores como Filipopulos (2017) y Deissler (2016) indagaron a los niños y adolescentes mediante cuestionarios, los posibles factores de riesgo de vértigo y mareos, su variabilidad por diferentes tipos de vértigo y su relevancia poblacional para diseñar estrategias preventivas, así como evaluar el impacto del vértigo en la calidad de vida relacionada con la salud (HrQoL) de niños/adolescentes. Los resultados mostraron que el riesgo atribuible a la población fue del 26%, y el dolor muscular, el estrés y la migraña representaron el 11%, 4% y 3%, respectivamente, así como con otras afecciones crónicas, por ejemplo, asma, diabetes, cáncer, enfermedades gastrointestinales, trastornos psiquiátricos crónicos o reumatología.
DISCUSIÓN
Se observó una dificultad en la búsqueda de los artículos que documentan esta patología en relación con la población objeto de estudio. Esto puede sugerir una excesiva caracterización de la patología como tal, y no reporte de casos clínicos que den cuenta del proceso detallado de síntomas, signos, evaluación, diagnóstico, resultados de estudios, tratamiento, complicaciones y seguimiento de los pacientes.
Sin embargo, es necesario ampliar en un futuro la búsqueda en otras bases de datos que permitan indagar dichas investigaciones o, por el contrario, realizar otros estudios de casos clínicos que reporten concretamente los aspectos anteriormente mencionados, ya que “cada reporte de caso presenta una condición única que tiene un valor educativo para el lector y que sirve para el planteamiento de hipótesis o la aparición de nuevas inquietudes que posteriormente puedan ser estudiadas mediante métodos más complejos” (Romaní Romaní, 2010, pág. 46). Esto permitirá ilustrar con mayor precisión el diagnóstico diferencial de los síntomas del vértigo en niños y mostrar los estudios necesarios para un diagnóstico completo y correcto, sin dejar de lado la necesidad de un equipo multidisciplinario, tanto en la fase de diagnóstico como en el enfoque terapéutico (Ni?a, Roza, & Teleanu, 2019).
En este sentido, los artículos encontrados en reportes de casos como el de Akcan (2018) han permitido vislumbrar tanto la complejidad del vértigo infantil, como el universo de posibilidades de evaluación que se pueden aplicar en estos pacientes. No obstante, una anamnesis detallada y un examen físico siguen siendo el método de diagnóstico más efectivo en niños con vértigo.
Es de anotar que, en los artículos se refleja que durante la exploración clínica es necesario tener en cuenta que los resultados normales deben ser considerados de acuerdo a: 1) la edad del niño, 2) el estado de maduración de los reflejos vestíbulo-oculomotores (RVO) y vestíbulo-espinal (RVE), y 3) el control postural. (Femia, González del Pino, & Pérez-Fernández, 2011). Además, las pruebas vestibulares permiten descartar discapacidad vestibular periférica y, por lo tanto, buscar otras causas de trastornos de equilibrio, como migraña y trastornos oftalmológicos, y también ayudan a reducir el riesgo de inducir pérdida vestibular bilateral completa en los protocolos de implante coclear (Wiener-Vacher, Quarez, & Priol, 2018).
Finalmente, en relación con el propósito de esta revisión fue posible conocer el proceder médico en cuanto a la evaluación y diagnóstico del vértigo infantil, sin embargo, existe poca información respecto al tratamiento y aún más sobre el seguimiento de los niños que lo padecen. No cabe duda que los actores involucrados en abordar esta patología incluyen un equipo multidisciplinar y aquellos involucrados en su tratamiento y rehabilitación están invisibilizados en dichas investigaciones. Aunque es importante recalcar la importancia del trabajo interdisciplinario de las diferentes especialidades involucradas para evaluar y realizar las pruebas pertinentes de los diferentes sistemas que se ven afectados principalmente, no se habla de ningún tratamiento farmacológico, solo se menciona tratamiento ambulatorio y terapéutico con la intención de mejorar su calidad de vida y desarrollo en un entorno óptimo, como en el estudio de Ni?a, Roza, & Teleanu (2019).
Pese a que concordamos con Wiener-Vacher (2017) quien refiere lo complicado del concepto, el lenguaje y la comunicación con dicha población, es importante no descartar que la discapacidad visual, la dificultad en la lectura, la falta de coordinación, los trastornos de concentración y comportamiento en los niños, pueden ser causados por trastornos vestibulares periféricos como lo menciona Klancnik en su estudio (2018).
CONCLUSIÓN
Los resultados obtenidos en los estudios anteriormente descritos muestran que, si bien no hay un consenso establecido sobre el abordaje del vértigo en población infantil que marque la pauta para definir los criterios que cumplan con caracterizar el vértigo en dichos pacientes, hay unanimidad en aseverar que el desarrollo de una buena anamnesis, así como la habilidad del médico para tener empatía con el paciente y realizar un buen trabajo exploratorio puede conllevar al diagnóstico. En este sentido, el conducto regular a seguir con un paciente pediátrico que consulta por vértigo es iniciar con un interrogatorio bien profundo y detallado en ayuda de los signos y síntomas que refiere el paciente y su acudiente, que en la mayoría de casos son sus padres, buscando algún tipo de alteración en los sistemas comprometidos para tener el origen y una etiología clara sobre la patología como lo refiere Akcan & al (2018). Luego, concordando con los autores Femia, González del Pino, & Pérez-Fernández (2011) poder realizar un examen físico minucioso de los sistemas comprometidos que lo llevan a consulta, con sus respectivos equipos médicos, solicitando la ayuda interdisciplinaria de aquellas especialidades encargadas de registrar con más precisión cambios importantes, relevantes y de importancia en su examen correspondiente apoyándose de imagenología, tablas, escalas de puntuación y maniobras ya referenciadas anteriormente que permiten una evaluación bajo criterios independientes el estado de su vértigo y síntomas acompañantes; una vez establecido este proceso se determina un tratamiento terapéutico no farmacológico, y finalmente realizar controles médicos periódicos para hacer seguimiento de la adaptabilidad y de la maduración de sus diferentes sistemas para ver su evolución a través del tiempo.
Estas investigaciones proporcionan un precedente importante para determinar de acuerdo con los diferentes síntomas y signos pediátricos un enfoque médico/ terapéutico y ahondar estos tópicos con futuras investigaciones.
CONFLICTO DE INTERÉS
Las autoras de este estudio declaran no tener conflictos de interés.
Referencias
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