Los Trastornos específicos del lenguaje en la edad infantil tienen consecuencias graves para el desarrollo cognitivo y social del niño, por lo que resulta crucial su detección, evaluación e intervención precoz, más aún cuando la precocidad en la intervención determinará en gran medida la eficacia y éxito del tratamiento. Se realizó una investigación observacional, descriptiva, y transversal con el objetivo de describir el perfil psicolingüístico en 18 niños con TEL entre 4 y 7 años de edad.
RESUMEN
Los Trastornos específicos del lenguaje en la edad infantil tienen consecuencias graves para el desarrollo cognitivo y social del niño, por lo que resulta crucial su detección, evaluación e intervención precoz, más aún cuando la precocidad en la intervención determinará en gran medida la eficacia y éxito del tratamiento. Se realizó una investigación observacional, descriptiva, y transversal con el objetivo de describir el perfil psicolingüístico en 18 niños con TEL entre 4 y 7 años de edad.
A cada paciente se les realizó la historia clínica, y pruebas de lenguaje estandarizadas en nuestro país, además de aplicarle un test que evaluó el coeficiente de inteligencia no verbal o escala de desarrollo para determinar la edad mental: Escala de inteligencia para los niveles Pre-escolar y Primaria (WPPSI-Español).
La determinación de la Edad Mental de los niños con TEL de nuestro estudio demostró la importancia del estudio cognitivo para establecer este diagnóstico. La comparación realizada entre las Edades Mentales, Cronológicas y Lingüísticas corroboró la utilidad diagnóstica de los criterios de discrepancia y la evaluación psicolingüística de nuestros pacientes nos permitió identificar los distintos subtipos de TEL.
INTRODUCCIÓN:
Los primeros años de vida del niño están repletos de hitos cruciales y de hazañas decisivas, pero tal vez, el acontecimiento singular más celebrado es la producción de las primeras palabras. La progresión del niño en el dominio de las complicaciones de nuestro sistema de lenguaje hablado es vigilada tanto por los padres como por los educadores como un exponente de su total maduración cognitiva y social. (1,2)
Cada año, más de 200 millones de niños menores de cinco años no alcanzan su pleno potencial cognitivo y social. La mayoría de estos viven en Asia meridional y África subsahariana. Debido a su desarrollo deficiente, muchos de ellos son propensos al fracaso escolar y, por consiguiente, sus ingresos en la edad adulta suelen ser bajos. También es probable que estas personas tengan hijos a una edad muy temprana y que proporcionen a sus descendientes una pobre atención de salud, nutrición y estimulación, contribuyendo así a la transmisión intergeneracional de la pobreza y el desarrollo deficiente. (3)
Esta primera etapa es el período de desarrollo cerebral más intenso de toda la vida y por consiguiente más sensible a las influencias del entorno exterior. Un rápido desarrollo cerebral actúa sobre el desarrollo cognitivo, social y emocional, que ayuda a garantizar que cada niño o niña alcance su potencial y se integre como parte productiva en una sociedad mundial en rápido cambio. (4)
La existencia de problemas o alteraciones del lenguaje engloba a un grupo muy amplio de patologías con características y etiologías muy diferentes. De forma general podemos definir los trastornos del lenguaje como aquellos que producen una ausencia del lenguaje, alteración o disfunción en su desarrollo estructural y funcional. Las habilidades lingüísticas del niño son motivo de consulta frecuente. En ocasiones puede ser el único problema, en otras es un síntoma dentro de un contexto más amplio. (5)
Muchas veces el único referente es la indicación de la familia: “no habla, habla poco, habla mal, ha dejado de hablar”. Tampoco resulta fácil conseguir que el niño ponga en evidencia durante la consulta sus capacidades lingüísticas. Sin embargo, es importante obtener lo antes posible un diagnóstico porque las posibilidades son muy amplias, los pronósticos muy variables y además es preciso tomar en consideración que la intervención precoz puede ser útil. (6)
En nuestro país a diario se ven en consultas, niños que son remitidos o los padres solicitan espontáneamente una atención logofoniátrica cuando ya tienen tres o cuatro años de edad. Es difícil comprender cómo, niños con dos años de edad e incluso con tres y cuatro años sin haber desarrollado las habilidades lingüísticas esperadas, no han sido encaminados a un examen o a un tratamiento especializado. Pediatras y otros profesionales que tienen la oportunidad de ver la evolución infantil deberían estar muy atentos en lo que se refiere a las etapas de adquisición del lenguaje para poder actuar adecuadamente cuando sospechan de problemas en este sentido.
Se consideran signos de alerta las siguientes señales que pueden afectar el lenguaje y otros aspectos relacionados con él:
La manifestación de las primeras palabras más tarde de lo habitual (alrededor de los 2 años). Uso habitual del gesto indicativo en sustitución de la palabra (a partir de los 2 años, ya que esto es propio de los 18 meses). Léxico inferior a la edad evolutiva correspondiente al niño. Repetición o imitación de palabras y frases escasa o nula. Las primeras combinaciones de palabra aparecen a los 3 años (lo que es habitual a los 18 meses). No obedecer a órdenes sencillas a partir de los 3 años. Escasa o nula utilización de palabras función más allá de los 3 años. Gran número de simplificaciones fonológicas impropias para su edad evolutiva. Patrones de juego estáticos y ritualizados impropios de su edad. Juego propio de un niño menor de edad; el juego simbólico aparece de forma tardía. El lenguaje no acompaña a la acción o al juego (contrariamente de lo esperado a su edad). No le gustan los cambios, ni situaciones nuevas o desconocidas. Dificultades en el desarrollo de habilidades sociales o proceso de socialización.
Dependiendo de la edad, estos signos de alerta pueden llegar a convertirse en auténticas manifestaciones de un déficit, es decir, la variable edad cronológica estará directamente relacionada con las señales de alarma.
El niño sano, a los tres años y medio consigue dominar la estructura fundamental de su lengua materna y la reproduce con inteligibilidad. Es por ello que, ante un retraso del lenguaje detectado en un niño menor de tres años, hay que comenzar con la intervención logopédica en ese momento. Si responde a ésta en pocos meses, apoya el diagnóstico de retraso simple; siempre que se descarten otras entidades que secundariamente también retrasan el desarrollo del mismo. En primer lugar se deben descartar aquellas causas que por su gravedad tienen peor pronóstico (Parálisis cerebral, Retraso Mental, Autismo y pérdidas Auditivas); y luego otras causas de mejor pronóstico como por ejemplo: la pobre estimulación, sobreprotección, bilingüismo, deprivación emocional, enfermedades crónicas de la infancia con hospitalización frecuente, y retardo masticatorio. Si persiste, estaremos ante un Trastorno Específico del Lenguaje (TEL), el cual, consiste en una dificultad para adquirir y manejar las habilidades de comprensión (Decodificación) y expresión (Codificación) del sistema lingüístico, es un problema intrínseco del procesamiento del lenguaje, y los niños afectados no desarrollan un lenguaje normal esperado para su edad y desarrollo intelectual, independientemente de los déficits descritos . Dicho trastorno requiere no solo la intervención ya instaurada desde una edad temprana, sino una terapia y seguimiento prolongados. (7)
En la bibliografía sobre el TEL en el mundo hispano se han utilizado frecuentemente varios términos para referirse a los niños con un problema de lenguaje que afecta su habilidad comunicativa. La noción del TEL ha sido acuñada por años y ha venido desplazando el término de “disfasia”. La terminología utilizada para tal trastorno también ha variado considerablemente, desde afasia infantil, afasia evolutiva, agnosia auditiva, afasia de recepción, audio-mudez y, hasta sordera verbal.
En inglés, la terminología también ha sido confusa, se le ha denominado al trastorno como “desviación”, “desorden” o “impedimento”, “inhabilidad”, “retraso”, “afasia congénita. Sin embargo, en la mayoría de las investigaciones desde los años 80 la denominación más utilizada es TEL, mantendremos el mismo en el presente trabajo. Además Existen clasificaciones que lo subdividen y que describen con bastante precisión las conductas lingüísticas de los niños. De igual manera el término “trastorno” permite englobar en una misma categoría conductas lingüísticas retrasadas y desviadas, sin menoscabo en su conceptualización.
Lo que ahora queda claro es que el TEL no es un desorden homogéneo dado que puede haber diferentes grados de afectación en la producción o la comprensión del lenguaje, en diversos componentes morfosintácticos y no queda claro si es específico a componentes lingüísticos o si también están involucrados aspectos cognoscitivos y de procesamiento. (8)
La prevalencia internacional de este tipo de trastorno del lenguaje oscila entre un 2 y un 7 %, pero está muy influenciada por la conceptualización del mismo. Según el DSM-IV se estima que un 3%-5% de los niños pueden estar afectados de un trastorno del lenguaje expresivo, y que un 3% de los niños en edad escolar presentan trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo. En relación al estudio de Peralta y Narbona esta prevalencia es del 3%-10%, y según Leonard es de 7,4%.Con respecto al sexo es más frecuente en varones que en mujeres (2,4:1). (9)
En nuestro país no existen estudios de prevalencia sobre este trastorno.
Referencias
1. Sánchez Pina C. Indicadores tempranos de los trastornos del desarrollo del lenguaje. Presentación. En AEPap ed. Curso de Actualización Pediatría. Madrid: Exlibris Ediciones; 2010. p.203.
2. Aguado G. (2007): Apuntes acerca de la investigación sobre el TEL Editorial Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología, Vol. 27, No. 3, 103-10.
3. Martínez L. Bases genéticas del trastorno específico del lenguaje. Rev Chilena de fonoaudiología. 2003; 4(1): 37-49.
4. García-Nonell C, Rigau-Ratera E, Artigas- Pallarés J. Perfil neurocognitivo del trastorno de aprendizaje no verbal. Rev Neurol. 2006; 43: 268-74.
5. Busto BM. Valoración del habla en niños de educación infantil y primaria. Phonica. [Internet]. 2008 [citado 30 Mayo 2015]; 4: [aprox. 33 p.]. Disponible en: http://www.publicacions.ub.edu/revistes/phonica4/documentos/576.pdf
6. Sigcha M. Elaboración y aplicación de un manual de ejercicios para desarrollar el lenguaje oral en los niños y niñas de 5 a 6 años de la escuela de práctica docente “Agustín Albán” del cantón Pujilí Barrio Guápulo en el periodo escolar 2009-2010. [Tesis]. Quito: Universidad Técnica de Cotopaxi; 2010
7. AIvarez Lami L, Fernández Collado L, Ferrer Sarmientos A, López Betancourt M, Capó Alonso M, Regal Cabrera N, et al. Logopedia y Foniatría. La Habana: ECIMED: 2008.
8. A. Arboleda-Ramírez, J.P. Lopera-Vásquez, L. Hincapié-Henao, M. Giraldo-Prieto, D.A. Pineda, F. Lopera, et al. Trastorno específico del desarrollo del lenguaje. Rev Neurol [Internet]. 2007 [citado 30 Mayo 2015]; 44 (10): [aprox. 7 p.]. Disponible en: http://www.neurologia.com/pdf/Web/4410/x100596.pdf
9. Arboleda-Ramírez A. Trastorno específico del desarrollo del lenguaje: problema selectivo o generalizado de la cognición Rev Neurol. 2007; 44: 596-600.