Cambios importantes, como el estirón del crecimiento, el despertar sexual, las amistades y la aceptación de riesgos, estimulan al adolescente a buscar su propia identidad, es decir, una definición de sí mismo coherente y única (Kroger, 2000; Larson y Ham, 1993 citado en Berger, 2004).
La adolescencia
La adolescencia, hacia la mitad del siglo XX, fue pensada solo como una breve etapa al mundo adulto, y al ser tan corta se ajustaba en parte con la pubertad (11 a 13 años). Pero con el desarrollo de la sociedad se ha ido extendiendo la duración del período adolescente, tanto que muchos autores lo desplegaron más allá de los 25 años. (Griffa y Moreno, 2005).
Según Berger (2004), durante el período de la adolescencia, todas las personas atraviesan la línea divisoria entre la niñez y la adultez en los aspectos biosocial, sociocultural y cognitivo. El nivel biológico no es uniforme pero se produce demasiado rápido, en su mayoría antes de los 15 años; los niveles psicosocial y cognitivo demoran más tiempo, permaneciendo por lo menos hasta los 18 años y a veces hasta los 22, 25 o incluso hasta los 30. El ajuste a estos cambios puede ser complicado y estresante.
La adolescencia es el período que comienza con la pubertad. La edad promedio para el inicio de la misma, es entre los 10 y 12 años en las mujeres, y en los varones se da entre los 12 y 16 años (Papalia, 1993). Durante dicho período comienzan a aparecer los caracteres sexuales secundarios, se manifiesta el crecimiento corporal del final de la edad evolutiva y se desarrolla la personalidad (Rossi, 1997); poniendo fin a la niñez y originando una persona con el tamaño, las dimensiones y el potencial sexual de un adulto. Las fuerzas de la pubertad son el resultado del aumento de la producción hormonal, que son las que provocan dichos cambios corporales. (Berger, 2004).
Siguiendo a Berger (2004), el desarrollo psicosocial durante dicha etapa se puede comprender mejor como una búsqueda relacionada con la comprensión de sí mismo para responder al interrogatorio “¿Quién soy?”.
Cambios importantes, como el estirón del crecimiento, el despertar sexual, las amistades y la aceptación de riesgos, estimulan al adolescente a buscar su propia identidad, es decir, una definición de sí mismo coherente y única (Kroger, 2000; Larson y Ham, 1993 citado en Berger, 2004). Esta búsqueda de identidad es un proceso vital, sano, que asiste a la fortaleza yoica del adulto (Erikson, 1950 citado en Papalia, 1993).
Las preferencias de los adolescentes son diferentes de las de los adultos, por ende, realizan elecciones que los adultos muchas veces no aprueban. Como lo es el hecho de involucrarse en conductas riesgosas, en parte porque les gusta experimentar, para rebelarse y además, para reducir los factores de estrés de la pubertad. Una de esas conductas es el abuso de drogas (en las cuales se incluye el alcohol), que es aún más nocivo en dicha etapa que en la adultez, debido a que el pensamiento emocional y los impulsos no están controlados salvo que los adolescentes se tomen su tiempo para reflexionar y hablar. (Berger, 2004).