También habló de su temor a la Secundaria, lo vivía como un paso muy grande, tenía mucho miedo, lo que acarreó que el interés por el estudio decayera en detrimento del aumento de la búsqueda recurrente en la imagen: televisión y computadora
También habló de su temor a la Secundaria, lo vivía como un paso muy grande, tenía mucho miedo, lo que acarreó que el interés por el estudio decayera en detrimento del aumento de la búsqueda recurrente en la imagen: televisión y computadora. Tampoco tenía ganas de jugar en sesión.
Realicé una entrevista con los padres, en la que acordamos continuar el tratamiento, excepto los casi 2 meses del período vacacional. Superado el escollo de los padres, vi a Juana una semana después y dijo que quería que terminaran las vacaciones, “ya no las soporto, estoy aburrida en mi casa”. Le recordé que era diciembre y que faltando aún dos meses, su descanso recién comenzaba.
Les cuento que Juana es hija única, vive con sus padres y su abuela materna (quién suele pegarle como forma de castigo) y su perrita “Luna”, así llamada por ella, la cual es tratada como un bebé. En la planta baja de su casa, vive su tío materno a quién nombraba siempre como un ídolo.
En el juego del deseo, los dados están cargados y las cartas están marcadas.
Al mes de comenzar las clases, comenzó con una queja a repetición del cansancio y del sueño en sesión. Tiraba su metro setenta y sus 84 kilos en un sillón y se tapaba los ojos. Le propuse dormir: a cambio de contarme su sueño al despertar y bajo mi promesa que a los 30 minutos la despertaría. Aceptó con desconfianza. A los minutos pactados: despertó sola.
Su producto fue el siguiente:
“soñé con algunas cosas del pasado, mi abuela (paterna), cuando lo enterraron, fue horrible, una día de mucho calor, viernes santo, hace dos años…veo el cadáver…”
Esa hilacha, que es relatada no a cualquier persona.
En la siguiente sesión dice nuevamente estar cansada, retomo el sueño de la sesión anterior y asocia:
“ayer hizo diez años de la muerte de mi abuelo materno”, tiro un poquito más de la soga recordándole su fallido: abuela, comenzando a hablar sobre esa muerte sucedida hacía dos años, luego de una internación en el “mismo” hospital donde trabajan la madre y el padre, donde cada mañana va a esperar llegue su horario para ir a la Escuela, donde cada mediodía va a esperar que su padre termine de trabajar para venir a sesión o para ir a su casa: esta espera produce hostilidad como modo de defensa yoica frente a la proximidad del goce. Cada mañana Juana revive el final de la enfermedad de su abuela, cada mañana revive: la ceguera, la mudez, el ahogo…cada semana me trae esto a sesión. Y en cada sesión me preguntaba qué más podía hacer para que el aburrimiento y la desesperanza se evanecieran de su ser, claro que ella se ingenia bien para tener siempre material para trabajar, ustedes han visto cómo se trabaja en estos casos de adolescentes con fenómenos de borde, pero como mi deseo de analista estaba muy apostado: a mi juego me llamaron, sólo tenía que recordar que ya tenía puesto el disfraz de “objeto a”, causa de deseo ,a-izar a la analizante, objeto convocado en la angustia de la cual ella…nada quería saber. En algunas sesiones llegó con sus caramelos “mogul” para comer durante la sesión uno tras otro, para mostrar su voracidad, la voracidad del Otro, proyecto ultra secreto que mantenía en relación a su objeto oral: usó chupete hasta los dos años y medio y costó mucho retirarlo.
Mo-gul………..gula de mot, de la palabra, del significante que hace Cuerpo en su Obesidad, gula de mére…de la madre que no facilitó el fort-da como proceso de alienación-separación sino que quedó plasmada en el ooo que Freud nos recuerda en el juego de su nietito haciendo desaparecer el aaa, plasmada en el “aquí sin allí”, sin distancia.
Mónica …………….. la madre……….. ooo
Mónica …………….. la analista ……. aaa
Sólo un corte alcanzó para hacer marca en la estructura: “Comé después…si comés en sesión: no podés hablar. Quiero escucharte, quiero jugar con vos”, fueron mis palabras y se levantó contenta a buscar un juego.
En otra oportunidad, el padre fue a buscarla con una bolsa con golosinas que intentaba esconder para que yo no lo viera, permanente ofrecimiento que constituye “el punto de a-no-nada-miento y oscuridad”. Como si no alcanzara con una privación que hace ausencia, la golosina: niega la nada y niega al Padre (deseo y ley: se fusionan y son la misma cosa).
Presa de una existencia que le pertenece pero que no se queja: el Don del Padre es un objeto oral del cual la madre, también se alimenta y tampoco se queja, participa de la misma extorsión: los Tres tienen Obesidad, deseo de Cuerpo del Otro y nada más. Juana está engullida por el Otro donde el Principio de Placer está acotado por la presencia de tanto Objeto Oral, en la plaza se persigue con la golosina: aparición de un superyó que no calla su voz en la demanda fulgurante y mirona diciendo: goza!!...