De acuerdo con Steiner, el hombre es un ser triconformado, por espíritu, alma y cuerpo, cuyas capacidades se desenvuelven en tres etapas en el sendero hacia la adultez:primera infancia, niñez intermedia, y adolescencia.
Primera infancia
En la primera edad los niños están en total concordancia con su entorno físico, absorben el mundo de manera primordial por medio de sus sentidos y responden en el modo más activo de conocimiento: con la imitación.
La imitación es el poder de identificarse personalmente con el entorno inmediato utilizando la voluntad activa de uno mismo. La ira, el amor, la felicidad, el odio, la inteligencia, la estupidez, el tono de voz, el contacto físico, el gesto corporal, la luz, la oscuridad, el color, la armonía, y la desarmonía son influencias absorbidas por el organismo físico, aún maleable, y que afectan el cuerpo para toda la vida.
Las personas relacionadas con el niño, padres, cuidadores, maestros tienen la responsabilidad de crear un entorno que sea digno de la imitación incuestionable por parte del niño. El entorno debe ofrecer al niño abundantes oportunidades para la imitación significativa y el juego creativo, esto mantiene al niño en la actividad central de estos primeros años, el desarrollo del organismo físico.
Infancia Media
Cuando los niños están listos para ingresar al primer grado, están ansiosos por explorar por segunda vez todo un mundo de experiencias. Antes, Io habían identificado e imitado; ahora, en un nivel más consciente, están listos para volver a conocerlo por medio de la imaginación, ese poder que nos permite "ver” un cuadro, “escuchar" un cuento y "adivinar” significados en las apariencias.
Durante los años de la escuela primaria, la tarea del educador es transformar todo Io que el niño necesita saber sobre el mundo a un lenguaje de la imaginación, un lenguaje que debe ser tan fiel a la realidad como Io es el análisis intelectual en el adulto.
Todo aquello que le habla a la imaginación y que realmente se aprecia, despierta y activa los sentimientos, se recuerda y es aprendido. Los años de primaria son el momento para educar la "inteligencia sensible"; tras los cambios fisiológicos en la pubertad, que marcan la culminación virtual de la segunda gran fase de desarrollo, el aprendizaje imaginativo sufre una metamorfosis para reaparecer como el poder racional, abstracto del intelecto.
Adolescencia
Durante la adolescencia, la personalidad festeja su independencia y procura explorar el mundo otra vez, de una nueva manera. Por dentro, el joven, la persona humana a quien le fueron dedicados estos años de educación, está madurando silenciosamente. A su debido momento surgirá el individuo.
Según Steiner, este ser esencial no es el producto de la herencia ni del entorno es una manifestación del espíritu. El suelo sobre el cual camina y en el que echará raíces, es la inteligencia que ha madurado de la voluntad y el sentimiento para llegar al pensamiento claro y experimentado. En la sabiduría tradicional este ser "es mayor de edad" y está listo para emprender la verdadera tarea de educarse, educarse a si mismo, lo que distingue al adulto del adolescente.
Referencias
Educational Leadership Magazine, octubre de 1991.
La sabiduría de los cuentos de hadas (STEINER, Rudolf)
El castigo en la autoeducación y en la educación del niño (en preparación)
Una pedagogía para el parvulario (STEINER, Rudolf)