Hay que tener presente que en muchas ocasiones el acudir a terapia es vivido por parte del paciente y su familia como un fracaso personal, ya que se percibe como una burla por su problema del habla y el lenguaje como es el caso de la tartamudez o en los trastornos del habla (dislalias) .
La empatía y la terapia de lenguaje
Existe una creencia bastante extendida en el campo de la psicología que describe el acercamiento terapéutico desde los supuestos cognitivo-conductuales como un proceso frío, mecánico e impersonal que se desentiende de todos aquellos aspectos que no estén directamente relacionados con las estrategias y procedimientos específicos relacionados con el cambio y los resultados de la intervención.
En la consolidación y desarrollo de esta visión ha jugado un papel muy significativo el énfasis puesto, en los primeros momentos por parte de los terapeutas de lenguaje en sus publicaciones y trabajos, en diseñar y especificar técnicas y procedimientos de intervención que permitieran promover cambios empíricamente comprobables, relegando a un segundo plano aquellos aspectos relacionados con la interacción personal entre terapeuta y cliente. Cuando se hacía mención a este tipo de cuestiones se referían a ellas como “factores inespecíficos” o “no activos”, frente a los “componentes activos” que englobaban la aplicación concreta y estructurada de la técnica terapéutica y eran escasos los trabajos que recogían la importancia de estas variables de relación en el trabajo clínico.
A partir de los años 70 el interés de los terapeutas de lenguaje por el estudio e investigación de las características de las relaciones terapéuticas en la terapia se intensifica y surgen numerosos trabajos orientados a estudiar aspectos concretos de la relación terapeuta-cliente y su interacción con distintos aspectos de la intervención, como puede ser el nivel de motivación, el seguimiento de instrucciones, la adhesión al tratamiento o sus efectos en la efectividad de las estrategias aplicadas .
La revisión de los estudios llevados a cabo ha puesto de manifiesto que los terapeutas del lenguaje emplean habilidades de relación de forma similar a los terapeutas de otras orientaciones y no hay evidencia empírica que apoye que el contacto establecido con los pacientes en este tipo de terapia es más superficial, distante o mecánico.
1. HABILIDADES TERAPÉUTICAS
El estudio sobre las distintas habilidades terapéuticas que van a influir en el proceso terapéutico dentro del marco rehabilitatorio ha permitido identificar tres grupos diferentes de habilidades o estrategias, compartiendo algunas de ellas con otros acercamientos terapéuticos y perteneciendo otras a la forma específica de trabajo que caracteriza a esta corriente.
Entre las específicas al terapeuta del habla y el lenguaje estarían las habilidades centradas en las estrategias terapéuticas y las habilidades centradas en el proceso terapéutico y por último estarían las habilidades centradas en la relación terapéutica presentes en otras corrientes .
En las habilidades centradas en las estrategias terapéuticas cabría hablar de la formación específica del terapeuta en la Terapia de el habla y el lenguaje oral o escrito , haciendo referencia al conocimiento de los principios, técnicas y metodología característica de este tipo de orientación
Se incluiría en este apartado especialmente su habilidad para efectuar una evaluación conductual, formulando hipótesis sobre el mantenimiento de las conductas-problema, seleccionando las estrategias de intervención más adecuadas de acuerdo a las hipótesis planteadas y aplicando de forma correcta dichas estrategias.
En el apartado centrado en las habilidades de relación se encontrarían aquellos requisitos previos básicos para establecer una buena relación terapéutica.
En este apartado, convendría destacar, siguiendo las orientaciones de Ruiz y Villalobos (1994) y Ruiz (1998): un interés genuino por las personas y su bienestar; el autoconocimiento; el conocimiento y cumplimiento de las cuestiones éticas relacionadas con el desempeño en el entorno del niño o el adulto, el respeto y la empatía.
Se buscaría crear una relación, elemento común a todo proceso terapéutico, que proporcione a los clientes la suficiente seguridad como para revelar y trabajar su problema. Hay que tener presente que en muchas ocasiones el acudir a terapia es vivido por parte del paciente y su familia como un fracaso personal, ya que se percibe como una burla por su problema del habla y el lenguaje como es el caso de la tartamudez o en los trastornos del habla (dislalias) .
En estas circunstancias crear un clima donde la persona se sienta respetada, no juzgada y entendida facilitará la colaboración y la implicación en el proceso de cambio.