El autocontrol, junto con la autoestima y la confianza en uno mismo no se desarrollan adecuadamente en el niño con dificultades en su integración sensorial. Y un cerebro que no puede organizar y controlar sus sensaciones, tampoco será capaz de organizar letras o números para realizar con éxito las tareas escolares.
En qué estado se encuentra el sistema nervioso de nuestros niños? Esto no lo podemos observar directamente porque no podemos "ver" el sistema nervioso y su funcionamiento. Pero podemos observar el comportamiento y el rendimiento académico de nuestros hijos y alumnos, y tener en cuenta que son precisamente las expresiones visibles de su sistema nervioso invisible.
Lo que observemos del estado nervioso de los niños a través de su comportamiento y de su rendimiento, son indicaciones de cómo recibe el niño la información sensorial que lo bombardea a diario, de cómo la procesa y de cómo responde a la misma. Éste es el trabajo que realiza el sistema nervioso por medio de la Integración Sensorial. Cuando el niño no "funciona" adecuadamente en sus tareas diarias cotidianas, del colegio, o en su relación con los demás, es muy probable que exista un Trastorno del Procesamiento Sensorial (TPS).
En muchas ocasiones son los trastornos en el procesamiento sensorial los causantes de los problemas de aprendizaje y de comportamiento. Y en la mayoría de los problemas no causados por una mala integración sensorial, ésta se haya presente en mayor o menor medida.
Los niños con problemas de aprendizaje son muchas veces diagnosticados con retraso madurativo. Y si bien es cierto que cada niño tiene su propio ritmo de desarrollo, también lo es que la mayoría de los que se quedan rezagados en el mismo no superan nunca del todo sus dificultades. En el mejor de los casos logran encontrar el modo de compensar estas dificultades o lo hacen con un sobreesfuerzo mayor que sus compañeros, pero en esta situación pueden surgir nuevos problemas que se van añadiendo al original.
"Es muy peligroso pensar que un niño llegará a superar su problema a medida que vaya creciendo, pues esta actitud evita que se busque ayuda profesional a la edad en la que ésta sería más benéfica." (Jean Ayres, "La integración sensorial y el niño")
Otro diagnóstico muy común es el de déficit de atención con o sin hiperactividad. De nuevo debemos tener en cuenta que la capacidad de atender de un niño o el grado de su actividad son el producto del nivel de organización de su cerebro. Para el niño con una disfunción integrativa sensorial el control de su atención y de su conducta o sus emociones, puede ser una tarea simplemente imposible. Existen a su alrededor demasiadas cosas que lo confunden, lo distraen, lo sobreexcitan y lo llevan a comportamientos y situaciones que él mismo no desea.
El autocontrol, junto con la autoestima y la confianza en uno mismo no se desarrollan adecuadamente en el niño con dificultades en su integración sensorial. Y un cerebro que no puede organizar y controlar sus sensaciones, tampoco será capaz de organizar letras o números para realizar con éxito las tareas escolares.