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Cuanto mejor es el cerebro distinguiendo sonidos musicales, mayor capacidad tiene de discriminar fonemas en la lengua oral
Los músicos, en general, suelen tener mejores habilidades lingüísticas que las personas sin formación musical. Por ejemplo, son capaces de discriminar mejor los sonidos específicos de una lengua. Esta capacidad ‘aumentada’ ha llamado la atención de los neurocientíficos, que han realizado un sinfín de estudios tratando de entender de qué forma música y lenguaje estaban relacionados en el cerebro, si se producía una transferencia de una habilidad a otra y cómo. Y hay diversos trabajos que sugieren que esa ventaja que tienen los músicos en el procesamiento del habla podría estar inducida por el entrenamiento musical.
Si embargo, hasta el momento solo de trataba de correlaciones que no explicaban el mecanismo subyacente y que no respondían a una pregunta clave: ¿los músicos nacen con un córtex auditivo mejor que les permite llegar a ser músicos y eso hace que, además, tengan mayor facilidad para los idiomas? ¿O es el entrenamiento musical lo que mejora su córtex auditivo y, además, su habilidad lingüística? El huevo o la gallina. Un nuevo estudio del Instituto McGovern para la investigación cerebral del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) arroja luz sobre esta cuestión.
En una investigación realizada con 74 niños de entre 4 y 5 años de Beijing (China) han comprobado que aprender música mejora nuestra competencia lingüística. En concreto, vieron que los niños que tomaban clases de piano eran capaces de distinguir mejor los tonos musicales, lo que se traducía en una mejora a la hora de discriminar las palabras en el lenguaje oral. Y eso que es relativamente importante a la hora de aprender a hablar la lengua materna, resulta esencial para la adquisición de segundas lenguas y en casos de problemas de desarrollo del lenguaje, como la dislexia.
Los investigadores dividieron aleatoriamente a los niños, de una guardería de la capital china con el chino mandarín como lengua materna y que nunca habían tomado clases de música, en tres grupos: uno fue a piano tres veces por semana; otro recibió el mismo tiempo de refuerzo en lectura; y el tercer grupo no recibió nada.
Seis meses más tarde, los investigadores midieron la capacidad de los niños a la hora de discriminar palabras basadas en diferencias vocales, tonales -en chino hay palabras que difieren solo en el tono- o consonantes. Que discrimen mejor una palabra se suele corresponder con una mejor comprensión de la fonología, esto es la estructura del sonido de las palabras, que es un componente clave para aprender a leer.
Las clases de piano, vieron los investigadores, potenciaban la sensibilidad de los niños para discernir consonantes y tonos léxicos. Al compararon los resultados de los tres grupos de niños, aquellos habían seguido entrenamiento musical eran capaces de discriminar mejor las consonantes y el tono que los niños que habían recibido un refuerzo en lectura. Y estos dos grupos de chavales tenían mejores resultados que los que no habían ido a ninguna clase extra.
Al mirar la actividad cerebral de los pequeños con electroencefalograma, vieron que las regiones encargadas de procesar el lenguaje estaban más activas en los niños que habían seguido las clases de piano que en el resto cuando escuchaban tonos de diferente registro, lo que, para los autores de este trabajo, que recoge la revista PNAS, indica que tienen mayor sensibilidad a las diferencias de tono, lo que les ayuda a distinguir mejor las palabras.
En cambio, y a diferencia de lo que estudios anteriores habían visto, en este trabajo los científicos no observaron que el entrenamiento musical confiera otro beneficio general en cuanto a capacidad cognitiva, como duración de la atención o una mejor memoria de trabajo.
Estos resultados, considera Robert Desimone, director del Instituto McGovern para la investigación cerebral del MIT, son “muy importantes en los niños que están aprendiendo una lengua”, puesto que refuerza su capacidad de “ser capaces de distinguir las diferencias entre palabras”. Según este científico, “hay efectos positivos derivados de la educación en piano de niños pequeños. Parece que reconocer diferencias entre sonidos, incluidos los del habla, resulta mejor que darles un refuerzo de lectura. Las escuelas deberían invertir en clases de músico y eso se trasladaría a la lengua”, considera en un comunicado.
“Existe la idea en neurociencia de que en términos generales música y lenguaje pueden compartir recursos cerebrales y puede haber una transferencia de una habilidad a la otra. Incluso que la música es como una varita mágica que hace que el cerebro sea mejor. Este estudio identifica muy claramente de qué forma una mejora en la capacidad musical logra mejorar ciertas habilidades del lenguaje, aunque sigue siendo complicado explicar esa relación en términos de cómo lo hace el cerebro”, opina el neurocientífico Jean-Julien Aucouturier, neurocientífico del Instituto de investigación sobre acústica y música francés (IRCAM) del Centro Pompidou, que no ha participado en este trabajo.
“Resulta interesante saber qué aspecto de la música está compartido con el lenguaje”, afirma Albert Costa, profesor de investigación ICREA en la Universitat Pompeu Fabra (UPF), que investiga cómo el cerebro distingue entre dos o más lenguas sin confundirse. “Las consonantes son estímulos que varían muy rápido en el tiempo, también las notas en la música. Si el niño está aprendiendo música y fijándose en cosas que cambian muy rápido, a la hora de procesar las consonantes es probable que lo haga un poco mejor”, explica y resalta que los resultados de este estudio le parecen interesante sobre todo para el aprendizaje de segundas lenguas.
“Para la lengua materna no es tan relevante, porque todos más o menos somos buenos aprendiendo la lengua propia. Resulta interesante para personas con problemas de lenguaje, como dislexia, a quienes podría ayudarles un entrenamiento musical. O para aprender una segunda lengua, que tiene otra musicalidad o prosodia distinta”.
La Venguardia
2/07/2018