Grigori Perelman, crucial en resolver la conjetura de Poincaré, no quiso recoger su Medalla Fields en 2006, en Madrid, durante la celebración del Congreso Internacional de Matemáticas, ni tampoco el millón de dólares del premio del Milenio en 2010. El matemático ruso es así. Terence Tao sí acudió a Madrid a recoger su medalla Fields y aparece riéndose en las fotos. El australiano de origen chino es el niño prodigio más conocido de las matemáticas y consiguió plaza de profesor en UCLA con 24 años. Maryam Mirzakhani, iraní, es la única mujer que ha ganado la Fields e investigaba en la Universidad de Stanford.
Los tres tienen en común haber pasado por la experiencia de la Olimpiada Internacional de Matemáticas que estos días celebra su 58 edición en Río de Janeiro. Los integrantes de los 112 países guardaron un minuto de silencio por la memoria de Mirzakhani, fallecida a causa de un cáncer hace unos días, en California.
No son las únicas medallas Fields entre los que han sido olímpicos, hay once más, además de ocho premios Clay que da la Universidad de Oxford y dos premios Wolf. Cada edición de la Olimpiada consigue reunir al mejor talento matemático mundial y muchos de los que destacan con sus medallas acaban siendo grandes investigadores. Alex Song, con cinco medallas de oro, es el olímpico matemático que más acumula. El auditorio se puso en pie para aplaudirle en la ceremonia de clausura de 2015. En la actualidad, es un estudiante en la Universidad de Princeton y ya ha anunciado su deseo de dedicarse a las matemáticas puras.
España en la Olimpiada matemáticaTambién en Princeton está investigando Javier Gómez, uno de los olímpicos españoles, el primer doctor salido de las filas de Estalmat, el programa de Estímulo del Talento Matemático que fundó Miguel de Guzmán en 1998 para motivar a niños que pudieran asumir más retos matemáticos de los escolares. Desde entonces, centenares de niños son seleccionados todos los años para acudir tres sábados al mes a distintas facultades de Matemáticas de España gracias al voluntarismo de decenas de profesores.
Pero España no ha conseguido ningún resultado brillante en la historia de la Olimpiada. Las medallas aquí no dan acceso privilegiado a ninguna universidad y, a la final nacional, ni siquiera va el ministro de Educación a felicitar a los ganadores, que conforman el equipo que irá a la Olimpiada Internacional. El Ministerio de Educación sí corre al menos con los gastos de desplazamiento.
En EEUU, hace varios años, se propusieron ganar la olimpiada, algo que no hacían desde 1994. Se ha conseguido en parte por el entusiasmo de su entrenador, Po-Shen Loh, un profesor asociado de la Universidad Carnegie Mellon, también con pasado olímpico en 1999, cuando quedaron décimos.
Loh se lo ha tomado como una cuestión de "orgullo nacional" porque cree que, como en el deporte, se trata de mejorar también la base y, las dos victorias consecutivas de EEUU sobre China, "espero que inspiren a mucha gente a intentar ir más allá en matemáticas", según explicó el año pasado al Washington Post.
Cuando el equipo de EEUU ganó en 2015, la cuenta de la Casa Blanca les felicitó y, a la vuelta, Barack Obama les recibió.China suele dominar la prueba y la mayor parte de los miembros de los equipos de EEUU y de Reino Unido son de ascendencia asiática.
María Gaspar, profesora de Matemáticas de la Complutense, es la presidenta de la Comisión de Olimpiadas de la Real Sociedad Matemática Española y representa a España en la organización de la prueba, que elige al Jurado Internacional. Lleva desde el sábado en Río y sólo pudo saludar de lejos a los miembros del equipo español en el desfile inaugural.
Es una de las encargadas de seleccionar y de corregir luego los problemas y, por eso, tiene que estar aislada: "Cualquier filtración arruinaría la prueba". Este año, en Alcalá de Henares, sede de la final nacional, se lamentaba de la escasa relevancia social que se da en este país a las matemáticas.
Marco Castrillón, olímpico en 1990, es el profesor tutor encargado estos días de Jordi Rodríguez Manso, de Barcelona, Alberto Acosta Reche, Toledo, Rafah Hajjar Muñoz, Valencia, Saúl Rodríguez Martín, Madrid, Aitor Iríbar López, León y Jaime Benabent Guerrero, de Sevilla. "Todos van a estudiar Matemáticas", cuenta desde Río Castrillón.Alguno con Física, el doble grado en el que se concentra la élite escolar española, al exigir la nota de corte más alta de la Selectividad. Tres alumnos son de la enseñanza pública y otros tres de la privada/concertada. Cuatro de los seis han pasado por Estalmat.
Todos se quedan en España.
No fue el caso de Ismael Sierra que, tras tres participaciones en la Olimpiada con éxito, ha acabado estudiando en el Trinity College de Cambridge, desde donde acudió a la final nacional a Alcalá para ayudar en la organización. Sierra, ex alumno del Instituto de Excelencia San Mateo de Madrid, pudo departir este curso desayunando con Sir Michael Atiyah, Medalla Fields que, al nacer en 1929, no pudo saborear la experiencia de una olimpiada matemática.
Dos días de concentración
Desde el martes, las selecciones se enfrentan a los seis problemas elegidos por el Jurado Internacional y traducidos a muchos idiomas.
"Están todas las culturas, las dietas, las costumbres...pero nos entendemos. Es muy bonito cómo comparten los chicos", explica María Gaspar.De hecho, dos de las integrantes del equipo de Arabia Saudí hablaron para la organización en Twitter con un velo negro y la cara tapada menos los ojos. Después de los dos días de concentración intensa en los seis problemas, las soluciones pasan al jurado.
Los chicos, según explica María Gaspar, "empiezan a disfrutar, a pasear y hacer excursiones, mientras nosotros leemos corregimos y puntuamos lo que han hecho".
Hay mucha confianza en la ecuanimidad de cada país, que valora lo que han hecho sus estudiantes "y lo explica a los jueces comunes, cuya misión es garantizar que todos los que han avanzado lo mismo reciben la misma puntuación". Basándose en esas puntuaciones, se dan las medallas. "Hay que cuidar de manera especial a todos estos chicos. Son parte muy importante de nuestro patrimonio; su talento tiene que desarrollarse en el momento adecuado, para que no se eche a perder. No es como otros recursos, que puedes conservar para encontrar el momento ideal de explotarlos. Ellos nos lo devolverán con creces en su vida adulta, porque serán capaces de crear. Pienso que en España no acabamos de entender eso bien....", explicaba desde Río María Gaspar.
EL Mundo
9/08/2017