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“Que yo recuerde, mi tartamudez empezó con cuatro años. A veces, se chulean de mí, pero a mí la tartamudez me parece algo único que muchos niños no tienen”. Así arranca la genial carta que Juan Carlos López, un cordobés de sólo 10 años, escribió el pasado martes para abordar en primera persona el problema que le afecta en el habla desde que tiene uso de razón.
Hace unos días, la Fundación Española para la Tartamudez, que agrupa a personas y padres de niños que sufren disfluencia del habla, pidió a sus miembros a través de las redes sociales que contasen de la forma que considerasen oportuna cómo veían su tartamudez. Una especie de ‘terapia’ para visibilizar y normalizar un problema que afecta a 800.000 personas en toda España. “Comenté con Juan Carlos la iniciativa de la fundación y le pareció genial. Él es un chaval muy abierto y muy alegre que nunca se ha cortado por nada. Así que cogió un papel y en 10 minutos la tenía escrita. No me dio tiempo casi ni a corregir las faltas de ortografía”, comenta María Lumbreras, su orgullosa madre, al otro lado del teléfono..
El resultado es una misiva escrita a boli sobre un papel cuadriculado titulada ‘Mi tartamudez’. En ella, Juan Carlos cuenta sin ningún tipo de rubor cómo se enfrenta a este pequeño trastorno del lenguaje en su día a día y cómo no sólo no es un problema para él, sino que se siente orgulloso de ello. “La tartamudez me suele pasar cuando estoy nervioso o cuando me pongo histérico. A mis amigos y a mi hermano no les importa que yo sea tartamudo. A mí no me parece que la tartamudez sea algo malo. Cuando alguien me pregunta, yo le digo tan feliz que soy tartamudo”, escribe el jovencísimo cordobés.
Sin embargo, afrontar un problema como el suyo, y más en edad escolar, también tiene sinsabores, tal y como refleja en la carta. “Los que se chulean suelen ser (siempre son) los de la ESO. Pero a mí me sale por un oído y me entra por otro (sic)”, dice en el escrito que su madre colgó este martes en Twitter y que supera los 1.500 retuits en menos de 24 horas.
Desde la Fundación Española de la Tartamudez apuntan además otras causas, como el escarnio al que eran sometidas estas personas en televisión. “Hubo un tiempo en el que nos enfrentábamos a grandes problemas heredados de una España burlesca, llena de humoristas casposos. Era muy común que una familia se sentase frente al televisor a ver a estos cómicos imitando y ridiculizando a personas con tartamudez. El tartamudo era el tonto del chiste. Y llegabas el lunes a clase y seguías siéndolo”, lamenta Yolanda Sala, vicepresidenta de la institución. Este hecho dificultaba sobremanera que una persona con tartamudez afrontase el problema con normalidad.
“Afortunadamente, los niños de ahora no han heredado eso y, si se aborda la disfluencia en edad infantil, es mucho más fácil trabajar su recuperación”, explica. “No cargar con ninguna mochila pesada detrás, llena de burlas, y convivir con la tartamudez de forma normal es muy importante para abordar una solución, que llega en la mayoría de los casos. De lo contrario, si no se aborda hasta la edad adulta, es casi un imposible”, añade Sala.
María, la madre de Juan Carlos, asegura que se siente realmente orgullosa de su hijo y de la forma de abordar esta problemática. Así lo refleja él mismo en su carta: “Ninguna clase de quinto, que es el curso en el que estoy, se chulea de mí ni se ríe de mí. Así que me siento muy a gusto en mi colegio. A mis padres tampoco les importa y a mi profesora tampoco. A mí me gusta mi tartamudez, pero aun así, mis padres me llevan a un logopeda para intentar que la tartamudez se controle un poco y pueda hablar mejor”, finaliza.
Su ejemplo está recorriendo Twitter de arriba a abajo y María no deja de recibir mensajes. "¡Me han escrito hasta de Sudamérica para felicitarnos!". Ella asegura que, tras las felicitaciones, les recomienda que contacten con la Fundación para abordar cuanto antes un problema que, como con Juan Carlos, puede llegar a tratarse desde la normalidad más absoluta y con verdadero orgullo.
El Español
4/03/2017