El síndrome de Asperger es parte del trastorno del espectro autista. Es una forma leve de autismo y generalmente se manifiesta sin discapacidad mental extrema. Las principales características externas de una persona con síndrome de Asperger son la falta de habilidades sociales, falta de comunicación no verbal y la torpeza. La Asociación Galega de Asperger (Asperga), junto con la fundación María José Jove, ofrecieron ayer un taller sobre Intervención educativa en alumnado con trastornos del espectro autista, impartido por la doctora en Psicología y terapeuta de familia Pilar Maseda. La cita sirvió para que los participantes -familias, personas con TEA y profesionales de la Educación y la Sanidad- recibiesen formación sobre los distintos niveles de apoyo y sobre la comunicación con alumnos con TEA.

Comunicación, lenguaje y conducta fueron tres de las palabras más escuchadas en el taller. Pilar Maseda realizó, en primer lugar, una aproximación al autismo, haciendo repaso de las diferentes teorías y estudios que han ido arrojando luz sobre el tema a lo largo de la historia. «Pero no solo es necesario escuchar a los profesionales. Es importante darles voz a las propias personas con autismo, tener en cuenta su experiencia y conocimiento vital». Asimismo, la especialista señaló la creciente implicación de las familias, que es otro de los factores que han contribuido a avanzar en el conocimiento y la intervención de estos trastornos.

 

Identificar disfunciones

El objetivo fundamental de esta reunión ha sido realizar una reflexión conjunta y avanzar en la identificación de aquellas disfunciones que llevan a definir unos determinados objetivos de intervención. Pilar Maseda insistió en que «tenemos que preguntarnos hasta qué punto es preciso intervenir. Se trata de ofrecer oportunidades de inclusión, pero siempre desde el respeto al sentir de la persona con autismo. A veces necesitan estar solos y eso hay que respetarlo». En cuanto a la situación actual de los alumnos con TEA en los centros educativos, la experta se mostró muy positiva, al compararla con la de hace unos años, aunque reconoció que, en última instancia, son las personas las que marcan la diferencia. En este sentido, se mostró partidaria de elevar las exigencias a los profesionales que trabajan con este tipo de alumnos, que deben, además, de tener acceso a una adecuada formación y a una actualización permanente. Asimismo, explicó que es necesario «establecer una alianza con la familia para lograr una intervención eficaz».

Maseda hizo hincapié en los cambios que se están desarrollando en materia de comunicación y lenguaje, aspectos que es necesario trabajar en primera instancia, como la mejor vía para avanzar en la inclusión real y como vehículo para trabajar eventuales problemas conductuales. En este sentido, hizo repaso de diferentes programas de apoyo conductual positivo, con el objetivo de trabajar aquellas situaciones en las que se expresa de una forma inadecuada una función adecuada

La voz de Galicia
30/12/2016