Se habla mucho de TDAH, sobre todo en niños, pero, ¿qué pasa con esos adultos que no pudieron ser diagnosticados de pequeños porque el trastorno no era tan conocido? El déficit de atención se manifiesta principalmente en las actividades que requieren un mayor nivel de atención y concentración en el tiempo, y en general, les lleva a ser poco organizados e inconsistentes, por lo que pueden tener más problemas en el entorno laboral.
El TDAH en adultos es diferente al TDAH en niños. En parte porque hay una notable reducción de la sintomatología hiperactiva respecto al déficit de atención. En el paso de la infancia a la edad adulta, disminuyen los síntomas de hiperactividad, mientras que los síntomas de inatención se suelen manifestar en dificultades a la hora de llevar a cabo tareas (cumplir plazos de entrega, centrarse en una tarea concreta…) que pueden afectar su funcionalidad en varios aspectos de la vida.
El diagnóstico en adultos resulta complicado debido a la comorbilidad, es decir, la coexistencia con otras patologías psiquiátricas, ya que los síntomas del TDAH se pueden solapar con los de los otros trastornos como de ansiedad y depresiones e incluso en algunos casos se pueden confundir.
Actualmente se puede reconocer a cualquier edad. En una persona más mayor no sólo se hacen los estudios y el seguimiento que se le puede hacer a un niño, también se le suma su historia y si ha tenido problemas de atención en la infancia y de movimiento, y a partir de eso se puede iniciar un tratamiento.
El doctor Xavier Gastaminza del Hospital Universitario Vall d`Hebron de Barcelona afirma que «no sólo se puede poner tratamiento en adultos, sino que las tasas de respuesta son muy altas» añade que «los cambios pueden llegar a ser brillantes, una persona que puede poner nombre a su trastorno y además, al ponerle remedio mejora muchísimo» añade que «a estas personas se le pone en condiciones de funcionar normalmente».
Los adultos con TDAH tienen tasas más altas de problemas en su pareja, de desarrollar su trabajo, tienen dificultades para acabar sus estudios, pero esto no quiere decir que sean tontos, al revés, pueden tener altas capacidades y con apoyo familiar tener un futuro brillante. Eso si, siempre se les nota que tiene algo diferente.
«Los pacientes con TDAH son de muy buena pasta» recuerda el doctor Gastaminza, «tienen muy buen carácter, no conocen el rencor» y lo que la agresividad es un mito «suelen tener explosiones de ira y son muy impacientes, pero se les pasa enseguida. Jamás guardan rencor». Por otra parte se ha observado que estos pacientes «tienen muy baja la tolerancia a la frustración —señala Gastaminza— esto dificulta su tratamiento porque cualquier fracaso les hunde».
La recolocación en adultos pasa también por un tratamiento farmacológico y psicológico. Este último es muy necesario porque les ayuda a compensar el déficit en estructuración y orden, e incluso les modifica la visión que tienen de sí mismos, que a veces puede ser muy negativa.
Terapias de conexión neuronal
Otro tipo de terapias son las que lleva a cabo Beatriz G. Luna, orientadora familiar, especialista en Neuropsicología y Educación, «en nuestro gabinete no 'reeducamos' sino que investigamos de dónde arrancan las dificultades a las que se enfrentan las personas con TDAH. Dicho de manera coloquial, ¿qué cable anda suelto? Para poder conectarlo de nuevo». El trabajo con adultos tiene muchas ventajas: «Una persona mayor es más consciente de lo que le pasa y tiene ganas de ponerle remedio, por lo que está más motivado y es más constante en su terapia». En el gabinete de la doctora Luna trabajan la «neuroplasticidad, que es la posibilidad de rehacer conexiones neuronales o incluso de cambiarlas. Es la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar como resultado de la conducta y la experiencia». Y añade «aunque esta neuroplasticidad se va haciendo menor según va pasando el tiempo, no se pierde nunca, lo que ayuda a que personas con este trastorno puedan reorientar su cerebro».
ABC
15/05/2016