Hans Asperger fue el primero en trabajar con el síndrome a mediados de los cuarenta, cuando el autismo se consideraba una especie de psicosis. En sus estudios con niños, el médico austríaco se da cuenta de dos cosas. Que tienen un comportamiento extraño, sobre todo en cuanto a sus relaciones sociales y que usan un lenguaje rebuscado, un tanto pedante y poco apropiado para su edad, de ahí que llame a estos chicos ‘pequeños profesores’. Él se da cuenta de que esto ocurre porque tienen áreas restringidas de interés en las que son capaces de ir hasta el fondo y conocerlas con mucho detalle.
Debido a los primeros estudios de Asperger, se creyó que los niños con el síndrome eran, en general, originales y muy creativos y que este se presentaba con más asiduidad en niños con inteligencia alta y capacidades especiales. Esta confusión vino de ciertas similitudes entre los comportamientos de los niños superdotados y los niños con Asperger, como puede ser la precocidad, una gran fluidez verbal, buena memoria, fascinación por los números, interés absorbente por ciertos temas y una capacidad asombrosa para dar respuestas largas y detalladas sobre dichos temas.
“Cuando coincide el ‘interés restringido’ por un área significativa con un cociente intelectual elevado, puede darse el caso de la brillantez, pero no todos los Asperger tienen grandes capacidades o un cociente intelectual muy alto sino más bien todo lo contrario, son los menos, al igual que ocurre entre la gente sin Asperger. La única diferencia es que un Asperger debe tener como mínimo una inteligencia promedio porque no se dan casos de retraso mental”, explica el psicólogo clínico y director técnico de Asperger España, José Antonio Peral.
Sus áreas de interés son muy variadas, desde la política hasta el cine o un determinado tipo de novelas. Se da con cierta asiduidad el interés por los medios de transporte, sobre todo los trenes. pero también se dan intereses más prosaicos como los cómics, las redes sociales o los videojuegos. “Sus áreas de interés tienen relación con su condición de personas aisladas, con sus déficits en la vida social, de ahí que a menudo empleen las redes sociales, el cine o los videojuegos como sustitutos de esa vida social que les falta”, explica Peral.
No es un don ni tiene glamour
De un tiempo a esta parte, el director técnico de Asperger España ha detectado cierto interés por el Asperger vinculado a una especie de glamour, debido a ciertas divulgaciones en las que se relaciona el síndrome con personas conocidas, brillantes y en general con altas capacidades – Keanu Reeves, Steven Spielberg, Bill Gates, Steve Jobs, Tim Burton, Syd Barrett, Vernon Smith… –, una frivolidad que le parece muy peligrosa. “Que una persona sea introspectiva, que tenga dificultades en las relaciones, que se aísle, que no busque el contacto con otros no tiene nada de glamuroso porque son personas que sufren. Viven con una discapacidad social tremenda con el agravante de que ellos desean tenerlas pero no saben cómo”, explica el psicólogo.
Las personas con Asperger fracasan en las reglas convencionales no escritas que rigen el comportamiento entre las personas. No saben mirar a los ojos, ni encontrar complicidad en el otro, son como extraterrestres en nuestro mundo: quieren relacionarse pero no pueden. “A menudo se dice que la persona con autismo clásico vive en su mundo. Pues bien, el Asperger vive en nuestro mundo pero a su manera”, afirma Peral.
En el documental ‘El laberinto autista’, en cuya realización ha colaborado asperger España, hay un caso muy paradigmático de una chica que estaba cursando estudios superiores y era un cerebro en temas de idiomas. Aparentemente era autosuficiente, iba y volvía sola a clase, pero se daba una circunstancia: aunque había hecho el trayecto cientos de veces, si el bus se estropeaba o se retrasaba o cambiaba su ruta se bloqueaba y era incapaz de llegar a casa. “Es increíble que puedan ser tan sobresalientes en algunos temas y tan dependientes en otros. Puedes encontrar personas que son auténticas enciclopedias, que te recitan por ejemplo todas las películas de los años cincuenta y que no saben atarse los zapatos”, asegura el director técnico de Asperger.
“Hay un caso de un catedrático universitario – continúa Peral – muy brillante en su campo que ha solicitado un diagnóstico al verse fracasando en una relación de pareja que ha conseguido con mucho esfuerzo. Un hombre muy brillante, con mucho material publicado, catedrático de una universidad importante y que siempre come solo en la cafetería porque es incapaz de avanzar en su vida social”.
“Entendemos que el Asperger llame la atención en los medios de comunicación, en series de televisión, en novelas, porque tiene condiciones para ser muy vendible en muchos aspectos, pero no es un don. Tampoco es una enfermedad, porque uno nace con el síndrome y no puede ser curado. Yo creo que el síndrome de Asperger nos puede enseñar mucho sobre la diversidad humana y sobre la aceptación del que es distinto”, concluye el psicólogo.
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27/10/2013