El 87,3% de las personas con discapacidad opina que los progresos en su integración laboral responden a una obligación legal, no a un compromiso verdadero. Eso dice un estudio publicado recientemente por Adecco. Afortunadamente yo, que sufro síndrome de Down, no puedo constatarlo desde mi experiencia.
Cuando uno sufre una discapacidad se encuentra con muchas dificultades en su camino, eso es algo obvio. Yo, por ejemplo, lo tuve muy difícil para poder ir al colegio. Hace más de treinta años de aquello y recuerdo que los profesores más mayores no querían que estuviese en sus clases ni que me mezclara con otros niños. Pero tuve la enorme fortuna de que una trabajadora social, la secretaria del colegio y mi madre lucharan por mí. Consiguieron tumbar a los reticentes y yo entré en el colegio.
Luego vino la universidad, y también hubo problemas. Existía un cupo para discapacitados pero tenías que tener un 60% de discapacidad, y yo ‘sólo’ tenía el 33%. Tuvimos que pelear lo indecible, pero conseguimos que bajaran el cupo y yo entré a la universidad. De hecho fui el primer licenciado con síndrome de Down en toda Europa.
Y después de eso, llegaba la hora de trabajar. Tampoco en ese aspecto soy un caso normal. A mí me llamaron desde el Ayuntamiento de Málaga pidiéndome que fuera a trabajar con ellos. ¡No me lo podía creer! Además tuve, o tuvieron ellos, la suerte de que TVE quisiera hacerme un reportaje en ese preciso momento, y filmaron hasta cuando firmé el contrato. Vamos, que entré a trabajar por la puerta grande, algo que nunca hace una persona con síndrome de Down.
Un chollo tras otro
Allí pasé tres años trabajando e hice un papel bastante bueno. Pero el proyecto se terminó y tuvimos que irnos todos a la calle. Yo seguí adelante con mis estudios (me estaba sacando mi segunda licenciatura, esta vez en psicopedagogía) y entonces llegaron dos oportunidades de oro, dos chollazos.
El primero fue rodar la película ‘Yo también’. Fue algo totalmente nuevo que no me esperaba, jamás me había planteado ser actor y fíjate, me dieron la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián, ¡fue increíble!
Y el segundo fue el trabajo que me ofreció la Fundación Adecco, donde estoy ahora muy cómodo.
Como veis, mi vida ha sido un cúmulo de facilidades y me siento muy afortunado por ello. Pero eso no es así para todo el mundo, yo soy un caso muy raro. Los empresarios españoles, y la sociedad en general, siguen teniendo un miedo a lo desconocido que nos impide integrarnos del todo a los discapacitados. Todavía piensan que vamos a entorpecer el ritmo, que seremos un estorbo… Pero ya es hora de que vean que podemos soportar muchas cosas y que podemos aportar conocimientos y experiencias tan válidos como los de cualquier otro. El problema no es la discapacidad, el problema son los prejuicios y las ideas preconcebidas de los demás.
*Pablo Pineda fue el primer licenciado con síndrome de Down en toda Europa, ganador de la Concha de Plata por la película 'Yo también'.
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8/02/2012