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El ingreso al colegio puede dejar en evidencia o potenciar esta alteración del habla, que si bien afecta a personas de cualquier edad y estrato social, es más frecuente entre hombres que en mujeres.
Dificultades para iniciar una conversación, bloqueos para hablar, repeticiones de sílabas o palabras, prolongaciones de sonidos e incluso mala pronunciación caracterizan a las personas que sufren de tartamudez. Esta alternación puede ser más notoria durante estas semanas, cuando miles de niños y jóvenes vuelven a clases en todo el país.
"Las causas del tartamudeo son múltiples y variadas, y se pueden definir desde distintas perspectivas que abarcan elementos neurológicos, emocionales, genéticos y sociales", explica la fonoaudióloga Zulema Vivanco, Directora de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad Andrés Bello.
Es así como diversos estudios han demostrado que, desde el punto de vista genético, una persona que tartamudea tiene muchas más posibilidades de tener un hijo que tartamudee en el futuro, no sólo por la carga genética asociada, sino porque además su modelo de expresión oral será imitado por el niño.
"Lo social también es muy importante. Hay edades y eventos en que se gatilla el tartamudeo como el ingreso al colegio, el nacimiento de un hermano, la separación de los padres o la muerte de un familiar muy significativo. En estos niños, existiría un factor predisponente que podría facilitar la aparición del tartamudeo, sin que esto quiera decir que para ellos sea un problema genético", sostiene Zulema Vivanco.
Detección precoz
Afirma que los niños pequeños tienen un período de evolución en el desarrollo del lenguaje donde son comunes las dificultades en la fluidez del habla. Aunque todo menor normal pasa por esta etapa, es importante reconocer los factores de riesgo que pesan sobre este niño y su entorno, ya que esto permitirá intervenir lo más precozmente posible.
"Cuando un niño tartamudea durante varios años, las características de su habla están ya más fijadas, por lo que el riesgo de exposición a burlas y otros comportamientos de su entorno aumentará progresivamente. En general, el tartamudeo en la adultez es vivido con tristes consecuencias, porque las personas se ven afectadas en todos los ámbitos de su vida: familiar, social y laboral", enfatiza la especialista de la Universidad Andrés Bello.
Por ello, la precocidad en la intervención del niño tartamudo es fundamental, y debe ser enfrentada por un equipo multidisciplinario, en el que juegan un rol importante el neuropsiquiatra infantil, el psicólogo y el fonoaudiólogo. La familia también desempeña un rol primordial, ya que será el apoyo para todas las actividades que se planifiquen como intervención indirecta para el niño.
"También es importante la educadora, ya que ella puede evitar el exponer al menor a situaciones de estrés social, en las cuales la tartamudez se puede dar con mayor frecuencia. Esto es relevante para evitar que el niño sea objeto de la burla de sus compañeros, y así preservar su autoestima", reconoce.
19/03/2008