Para la profesora Repetto, que ha participado en los cursos de verano de la UNED, un educador tiene que ser casi el hombre o la mujer perfecta: “hay que comprenderse para saber comprender”. Sensibilidad, conocimientos, habilidad, pero sobre todo comprensión: “hay que saber regular las emociones propias, pero también las ajenas. Hay que desarrollar la empatía para poder percibir los sentimientos de los demás”. En resumen, hay que poner al alcance del alumno todas las técnicas posibles para facilitarle el aprendizaje.
¿Quién no ha sufrido en carne propia o en la ajena el tan traído y llevado fracaso escolar? La experta da algunas claves: “Se habla mucho del desajuste negativo entre la capacidad real –que no inteligencia- que un alumno tiene y los resultados escolares que obtiene. Resultados que se pueden evaluar a través de la observación del comportamiento del alumno, de los resultados académicos o del seguimiento que en distintos campos se haga del alumno. Una vez valorados todos los factores, se puede llegar a una conclusión que permita encarar el desajuste en el aprendizaje”.
Pero, ¿y las causas? Para la catedrática, investigadora y autora de un proyecto I+D sobre adaptación socio-emocional financiado por el MEC, la ansiedad y la depresión son, entre otras, claves constantes que se repiten y que aparecen vinculadas al bajo rendimiento escolar.
El panorama no parece muy halagüeño. Según investigaciones europeas, después de Portugal, España es el país que más fracaso escolar detenta y, en contra de teorías tradicionalmente manejadas, lo que llamaríamos factores intelectuales (falta de inteligencia) tienen un grado de incidencia de sólo un 2%. Trastornos como la dislexia, otra causa que siempre se ha vinculado con la dificultad para el aprendizaje, alcanzan al 29% de la población estudiantil. Sin embargo, señala Elvira Repetto, “el déficit en competencias socio-emocionales se extiende al 30% de los alumnos, y un 20% está vinculado a la falta de apoyo por parte del contexto educativo y familiar: profesorado deficiente o falta de apoyo en la familia”.
Repetto va desgranando datos nada tranquilizadores: “Si en España, en la Enseñanza Media, un 32% de los alumnos repite curso, otro 35% no termina con éxito 2º de ESO, el 48% no supera el Bachillerato y el abandono universitario se sitúa en un 50%… ¿hacia donde vamos?”.
Pero no hay problema sin solución y la catedrática de la UNED apunta varias. “Es fundamental la implicación del equipo directivo escolar en los programas de adaptación socio-emocional y tendría que hacerse extensible a la Educación Infantil. Hay que atacar desde la base”. También considera fundamental el papel de la familia, casi determinante. "Y no es teoría", añade.
“Se han hecho investigaciones sobre la eficacia de los programas socio-emocionales aplicados a la práctica y han arrojado resultados francamente esperanzadores: ha disminuido el número de abandonos, se han podido prevenir factores de riesgo en el aula, se han evitado conductas violentas o consumo de alcohol. En definitiva, se ha podido crear un ambiente de aprendizaje adecuado, que es de lo que se trata”. Y es rotunda: “hay que establecer que el aprendizaje social y emocional forme parte esencial de la educación, desde Preescolar hasta Bachillerato”.
UNED
1/08/2007