Algunos niños con autismo, con retraso leve o coeficiente intelectual normal presentan grandes capacidades de memoria ya sea visual, auditiva, verbal o musical.
d) Desarrollo cognitivo y de aprendizaje.
Considerando a Rivière (2002) y Sibón (1997) aproximadamente uno de cada seis niños con autismo presenta una inteligencia normal, lo que corresponde a un 0,13% de los niños con dicho trastorno. Por ende, el porcentaje restante presenta retraso mental. Según lo propuesto por Rivière (2002), los niños que presentan un retraso leve, corresponden al 2%, los niños que presentan un retraso mental moderado corresponde a un 42%, y los niños con un retraso severo o profundo corresponde al 56%. Por lo tanto, generalmente se encuentra una estrecha relación entre el coeficiente intelectual, la capacidad lingüística y el aspecto emocional del niño. Al presentar el niño con autismo un retraso mental severo o profundo, se manifiestan graves problemas en formar y comprender conceptos y alteraciones en el procesamiento de la información visual y auditiva o su interrelación. Un estudio realizado por Ruffman, Garnham y Rideout (2001), acerca de la relación de la comprensión social con el fijar la mirada como influyente en el control perceptivo, encontró que los niños con autismo no son capaces de fijar la mirada, lo cual no les permite realizar ciertas percepciones a nivel inconsciente que son importantes en la comunicación social y el entendimiento de procesos sociales. Los niños con autismo presentaban un entendimiento más relacionado a teorías verbales que a percepciones visuales, sin olvidar que las primeras también presentan deficiencias, pero no tan bajas como la percepción visual. Otro estudio realizado por Milne, Swettenham, Hansen, Campbell, Jeffries y Plaisted (2002), demostró en niños de 11 años que la forma como se daba el procesamiento visual a través del movimiento ocular y por ende, de seleccionar la información del medio, influye directamente en los niveles de desarrollo y procesamiento cognitivo. A partir de esto puedo hipotetizar que una percepción visual deficiente va a ser una raíz fundamental en la forma de filtrar y procesar no solo la información social, sino también todos los procesos cognitivos y emocionales del niño. Entonces, y a partir de lo anterior, propongo como necesaria la realización de estudios acerca de cómo potenciar o intervenir en la forma de atender de los niños con autismo y qué alteraciones subyacen a dicha deficiencia.
Según Sibón (1997) y Guajardo (2000) los niños con autismo presentan en su atención ciertas características sumamente selectivas y en otras ocasiones de manera fugaz y poco selectiva. Según Gortazar (1997), presentan ciertas dificultades en la producción del lenguaje interiorizado y severas dificultades para el empleo de las funciones pragmáticas encuadrables en la categoría de conversación tanto interna como externa. Los niños con retraso leve y limítrofe pueden desarrollar conceptos simples y realizar algunas relaciones entre conceptos y reglas para formar categorías y clasificaciones, presentando dificultades en las definiciones que requiere de símbolos lingüísticos más abstractos (Rivière, 2002).
Algunos niños con autismo, con retraso leve o coeficiente intelectual normal presentan grandes capacidades de memoria ya sea visual, auditiva, verbal o musical. Un estudio realizado por Minshew y Goldstein (2001), demostró que los adolescentes con autismo presentan una buena memoria de trabajo y de aprendizaje de pares de asociación, incluso superando al grupo de adolescentes con desarrollo normal, pero presentan un bajo puntaje en la transferencia de aprendizajes memorizados aplicados en nuevas tareas, un bajo recuerdo en listas de palabras e historias, principalmente cuando requiere del recuerdo de una palabra o historia anterior para rememorar. Creo que esto indicaría que los niños con autismo establecen un patrón de memoria muy eficiente cuando es utilizado para un solo tipo de aprendizaje, pero su transferencia es ineficiente si se le propone una nueva tarea, recordando lo propuesto por Rivière (2002) sobre el continuo autista como trastorno de la flexibilidad.
Por otro lado, es sumamente importante mencionar lo que propone la teoría de la mente propuesta por Baron – Cohen, Leslie y Frith en 1985 (Gómez, López y López, 1998), los cuales mencionan que los niños autistas poseen una alteración en su habilidad para comprender las representaciones mentales y su función en la acción del comportamiento de las personas, poseyendo dificultades en comprender que el comportamiento de la gente se da en base a creencias y deseos, y que la gente puede tener una base errada del mundo y actuar basados en esa mala representación; problemas en juegos de simulación e imaginación y dificultades en los comportamientos que requieren atención conjunta como elaborar comportamientos comunicativos que requieren alguna comprensión de que uno puede hacer que una persona se de cuenta de los deseos de uno o perciba el interés de uno en aspectos específicos del mundo, lo que denominé anteriormente como comunicación protodeclarativa. Esto argumentaría que los niños con autismo no poseen capacidades metarrepresentacionales del mundo. Sin embargo un estudio realizado por Gómez, López y López (1998) demostró con un grupo de niños con autismo con alto funcionamiento eran capaces de reconocer falsas creencias y por ende formarse metarrepresentaciones sobre la mente de otros cuando se utilizaba una evaluación con representaciones pictográficas, donde se les enseñaba a los niños a través de la analogía de dibujos en la cabeza de las niñas del dilema de Sally y Ann. Creo que este estudio es muy importante al proponer una alternativa de intervención para algunos niños con autismo, en lo que se refiere a una mayor comprensión del mundo social, personal e interpersonal, posibilitando, a través del uso de las representaciones pictográficas una técnica muy favorable para desarrollar en los niños con autismo habilidades metarrepresentacionales de las cuales se creía que carecían. Otra propuesta complementaria acerca de la teoría de la mente, es la planteada por Wilde (2001) quien critica que las teorías de la mente se han centrado mucho en sus estudios sobre la base del desarrollo y atribución de la mente de otros en las pruebas de falsas creencias, proponiendo la posibilidad de elaborar pruebas que midieran el desarrollo de la intención y deseo que menciona como fundamentales en el estudio de la creencia de mente en otros, además de considerar no sólo los aspectos representacionales del lenguaje del individuo, sino, principalmente los aspectos comunicacionales del lenguaje, es decir del proceso de elaboración y desarrollo del lenguaje como producto de la interrelación con otros. Creo que esta visión sería una interesante propuesta para indagar y profundizar más en el desarrollo de los procesos cognitivos y mentales de las personas con autismo y abrir la intervención de la teoría de la mente a un proceso más comunicacional – social, que a una sola incapacidad del individuo en representarse el mundo de los otros.