La determinación del carácter abierto y flexible de los objetivos del proceso de enseñanza aprendizaje no agota su caracterización en una nueva conceptualización de este componente. En particular, en nuestra concepción resulta de gran importancia el contenido de su formulación, el tipo de lenguaje que en ella se utiliza.
Esta concepción que se asume acerca del papel de los objetivos en el proceso de enseñanza aprendizaje puede ayudar a precisar nuestra definición al respecto.
Los objetivos del proceso de enseñanza aprendizaje constituyen los fines o resultados previamente concebidos, como un proyecto abierto y flexible, que guían las actividades de profesores y estudiantes, para alcanzar las transformaciones necesarias en estos últimos.
Como expresión del encargo social que se plantea a la escuela reflejan el carácter social del proceso de enseñanza, sirviendo así de vínculo entre la sociedad y la escuela.
Como se deduce de la definición anterior; los objetivos constituyen el componente que mejor refleja el carácter social de proceso de enseñanza aprendizaje e instituye la imagen del hombre que se intenta formar en correspondencia con las exigencias sociales que compete cumplir a la escuela.
Además de esta característica, juega una función de orientación dentro del proceso de enseñanza aprendizaje lo que equivale a decir, que ellos influyen en el desenvolvimiento de los restantes elementos de este proceso, por ello cumplen las funciones siguientes:
Es el elemento didáctico en el que se plasma y se concreta la intencionalidad educativa.
Influye en el comportamiento del resto de los componentes y estos en relación de subordinación y coordinación influyen sobre el mismo.
Orientan la actividad de profesores y estudiantes pues al especificar el fin a lograr guían la estructuración del proceso para lograrlo y hasta que nivel llegar en el desarrollo previsto.
Constituyen un criterio de valoración de la efectividad o calidad del proceso, pues permiten, en unión de otras determinaciones procedentes de la práctica, evaluar las acciones logradas en los estudiantes, la propia actividad del profesor y la programación previamente planificada en su proceso de realización: comparar la diferencia alcanzada entre el nivel de entrada y salida de los estudiantes.
La determinación del carácter abierto y flexible de los objetivos del proceso de enseñanza aprendizaje no agota su caracterización en una nueva conceptualización de este componente. En particular, en nuestra concepción resulta de gran importancia el contenido de su formulación, el tipo de lenguaje que en ella se utiliza.
De acuerdo con la teoría de la actividad en la formulación del objetivo debe expresarse su vínculo con la actividad a realizar, en relación con su objeto de asimilación o transformación. Esta exigencia vincula al objetivo con el contenido de la actividad y en consecuencia con el contenido de la enseñanza.
Es decir los problemas o tareas que se propongan al estudiante deben estar estrechamente vinculados con el conocimiento que se aspira que se logren. De esto depende en gran medida el éxito de la enseñanza.
La necesidad de vincular el objetivo con la actividad a realizar por el estudiante exige su formulación en términos de acciones o tares a resolver por el estudiante.
Esta apelación al tipo de lenguaje que se a de formular puede generar dudas por su aparente similitud con la formulación típica de la pedagogía por objetivos que de igual forma los expresaba en tareas. Sin embargo, en nuestra formulación la tarea no se expresa en términos particulares para en un proceso lineal de aprendizaje llegar a la realización de tareas generales.
Por el contrario, en cada nivel en que se formulen, ella se expresa en términos generales, vinculada a la actividad de la cual forma parte, en estrecho vínculo con los demás componentes. En relación con el contexto socio-histórico en que se produce, y no de forma particular, abstraído de este contexto como en la anterior concepción.
Esta diferencia, aparentemente intrascendente marca una sustancial distinción entre una y otra forma de formulación que trasciende el nivel puramente lingüístico para expresarse ulteriormente en formas de programación de la enseñanza que tienen una repercusión diametralmente opuesta en el estudiante.
En la pedagogía por objetivos, por su carácter especifico y programado, las tareas que debe desarrollar el estudiante se reduce en muchos casos a la mera apropiación de procedimientos y algoritmos previamente formalizados y preparados por el profesor, que conducen a una actividad meramente reproductiva en la que fundamentalmente participan procesos de memoria ( fijación, retención, reconocimientos…).