Reconocer que las personas neurodivergentes tienen diferencias y no déficits, es útil para ayudar a las personas a desarrollar su potencial y salir adelante. Pensar en términos de neurodiversidad es más incluyente y menos estigmatizante.
La mayoría de las personas seguimos un desarrollo neurológico que, sin considerar las diferencias individuales, puede considerarse típico. A estas personas se les denomina neurotípicas. Existe una pequeña parte de la población que comparte un desarrollo neurológico diferente al de la mayoría en ciertos aspectos. A estas personas se les denomina neuroatípicas o neurodivergentes.
Judy Singer veía la neurodiversidad como un movimiento de justicia social, para promover la igualdad de lo que ella llamaba “minorías neurológicas”, es decir, personas cuyo cerebro funciona de manera atípica. Singer consideraba que estas diferencias no debían ser vistas como déficits, sino como variaciones normales y potencialmente valiosas del funcionamiento del cerebro.
La neurodivergencia, también conocida como neurodiversidad se refiere a las personas que tienen condiciones como dislexia, dispraxia, déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o que pertenecen al espectro autista.
Las personas neurodivergentes poseen características muy distintas, sin embargo, tienen en común la manera en que aprenden y procesan la información. Perciben la realidad de otro modo y pueden tener otras características y cualidades distintas a las que la gran mayoría de individuos pueda tener.
El concepto de neurodiversidad nos permite considerar características neuronales, sensoriales, comunicativas y sociales como diferencias naturales en el desarrollo humano. Esta visión tiene la ventaja de ayudarnos a observar las cualidades y características de otras personas sin juzgarlas como correctas o incorrectas. Uno de los principales objetivos es resaltar todos los beneficios de esta diversidad, por ejemplo, la creatividad que a menudo acompaña a diferencias del aprendizaje como el TDAH y la dislexia, o la hiperconcentración asociada al autismo.
Centrarse en las fortalezas es parte fundamental del tratamiento, ayudar a las personas a que se esfuercen por conseguir sus propios objetivos en lugar de definir los objetivos sin incluirlos a ellos. Fomentar cambios en los ambientes, desde los lugares de trabajo hasta las aulas para hacerlos más acogedores y receptivos para quienes aprenden de manera dferente.
El término neurodivergente solía usarse para describir a las personas que tenían un diagnóstico clínico, pero recientemente, es un término que se amplía para incluir a cualquier individuo que se identifique con él.
Reconocer que las personas neurodivergentes tienen diferencias y no déficits, es útil para ayudar a las personas a desarrollar su potencial y salir adelante. Pensar en términos de neurodiversidad es más incluyente y menos estigmatizante.