Para cumplir el objetivo se procede a elaborar una propuesta de intervención basada en reforzadores que se mide a través de un proceso de pre-test y post-test. Los resultados señalan que existe una mejora significativa en el uso del lenguaje en sus distintas dimensiones, también en otras habilidades como la asociación auditiva y expresión verbal.
1.6. Objetivos
1.6.1. Objetivo general
Determinar la influencia de los reforzadores positivos en la estimulación de las habilidades pragmáticas del lenguaje de un niño de 6 años con trastorno del lenguaje.
1.6.2. Objetivos específicos
· Determinar el estado de las habilidades pragmáticas del lenguaje antes y después de la intervención con el fin de analizar su desarrollo.
· Describir el impacto de los reforzadores positivos de tipo social y tangible en el desarrollo de las habilidades pragmáticas.
1.7. Alcances, limitaciones y proyecciones
1.7.1. Alcance
La presente investigación tiene como alcance, determinar que los reforzadores positivos pueden influir significativamente en la estimulación de las habilidades pragmáticas en el caso de un individuo con trastorno del lenguaje, con la finalidad de que las estrategias de intervención basadas en los reforzadores positivos sean efectivas y tengan un soporte científico a partir de esta investigación y permita a los fonoaudiólogos bolivianos tener fundamentos conceptuales para el abordaje del trastorno del lenguaje.
1.7.2. Limitaciones
Las limitaciones de la investigación se centran en:
Limitación bibliográfica a nivel local y nacional, las cuales son escasas atendiendo a que no hay facultades de fonoaudiología en la ciudad de Santa Cruz que avalen bibliográficamente los contenidos que son de interés para esta investigación.
Otra limitación, se refiere a la falta instrumentos de evaluación estandarizados que midan específicamente la pragmática del lenguaje.
1.7.3. Proyecciones
Las proyecciones de esta investigación apuntan a que se realicen investigaciones experimentales con grupo de control aleatorizados y muestras significativas, para establecer análisis estadísticos con mayor rigurosidad científica que permitan conocer la influencia de la variable de reforzadores positivos sobre la estimulación de las habilidades pragmáticas, permitiendo constatar la existencia de diferencias significativas, lo cual proporcionaría nuevos aportes conceptuales y de intervención a los fonoaudiólogos, para el abordaje de las habilidades pragmáticas en el trastorno del lenguaje.
CAPÍTULO II: MARCO TEÓRICO
2.1. Criterios diagnósticos del trastorno del lenguaje
Para la clasificación del TL existen dos fuentes fundamentales, el brindado por la asociación de psiquiatría americana (APA) también conocido como DSM V y la Organización Mundial de la Salud (OMS) con su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).
2.1.1. Trastorno del lenguaje según el DSM
Dentro de los trastornos de comunicación se encuentra el trastorno del lenguaje [315.32 (F80.2)] y se caracteriza por “las dificultades para la adquisición y el uso del lenguaje debido a deficiencias de la compresión o la producción del vocabulario, las estructuras gramaticales y el discurso.” (APA, 2014, p. 42).
Los principales aspectos del lenguaje afectados por este trastorno son el vocabulario y la gramática limitando de esta forma la capacidad del discurso. En los niños con TL, el inicio de las primeras palabras y frases puede verse retardado, y su vocabulario es más limitado y con menor variación de lo que se espera (APA, 2014).
Otro aspecto comprometido en el TL es la comprensión, aunque este es subestimado ya que los niños pueden utilizar el contexto para deducir el significado. Además, el discurso también se ve implicado ya que el niño posee una capacidad reducida para producir información adecuada tanto para la narración coherente de una historia como para explicar acontecimientos clave. Un criterio importante al momento de diagnosticar el TL, tiene que ver con la interferencia que puede producir en el aspecto funcional, escolar y social del niño.
2.1.2. Trastorno del lenguaje según el CIE-11
El ICD o CIE (Clasificación Internacional de enfermedades) por sus siglas en español, define al trastorno del habla y del lenguaje como las dificultades para comprender o producir el habla y el lenguaje o para usar el lenguaje en contexto con fines de comunicación que están fuera de los límites de la variación normal esperada para la edad y el nivel de funcionamiento intelectual (OMS, 2018).
Según esta clasificación, el TL se divide en tres subtipos:
· Trastorno del sonido del habla: se caracteriza por dificultades en la adquisición, producción y percepción del habla, lo cual resulta en errores de pronunciación ya sea en el número de errores producidos o en la calidad general de la producción del habla.
· Trastorno de la fluidez del habla: este se caracteriza por la interrupción frecuente y persistente del ritmo del habla que sucede durante el desarrollo y resulta en una inteligibilidad reducida y afecta significativamente la comunicación
· Trastorno del lenguaje: se trata de dificultades persistentes en la adquisición, comprensión, producción o uso del lenguaje (oral o escri to), que surgen durante el período de desarrollo, generalmente en la primera infancia, y causan limitaciones significativas en la capacidad del individuo para comunicarse. La capacidad del niño para comprender, producir o utilizar el lenguaje está muy por debajo de lo que se esperaría dada su edad y su nivel intelectual.
Este último subtipo muestra como criterio de exclusión tener trastorno del espectro autista, enfermedades del sistema nervioso, sordera no especificada y mutismo selectivo.
Fejerman y Grañana (2017) aclaran que:
Frente a esta diversidad de términos, el comité de expertos, en su documento de consenso (Aguado y cols., 2015) recomiendan mantener por ahora el término “Trastorno especifico del lenguaje” (TEL) porque pareciera definir mejor a esta población y porque como ventaja adicional posee una mayor aceptación general, incluyendo un número mayor de entradas como término de búsqueda bibliográfica”. De todos modos, reconoce que la calificación de “especifico” es cuestionable y que en algún momento se debería cambiar” (pp. 295-296).
Esto quiere decir que a pesar de que las clasificaciones de la APA y la OMS tengan el nombre de Trastorno del lenguaje, la popularización del termino TEL sea la que tiene mayores resultados en los motores de búsqueda no es la única denominación del trastorno. En la tabla 1 se mencionan algunos nombres alternativos al TL (Fejerman y Grañana, 2017).
Cuadro 2: trastornos del desarrollo del lenguaje y otras denominaciones equivalentes
Trastorno del lenguaje
Trastorno primario del lenguaje
Trastorno del desarrollo del lenguaje
Trastorno especifico del lenguaje
Trastorno del espectro del lenguaje
Trastorno del aprendizaje del lenguaje
Retardo afásico
Disfasia
Adaptado de “Neuropsicología infantil”. Paidós. Buenos Aires. por Fejerman & Grañana (2017) p.295.
Una definición desde el campo de la fonoaudiología la da la Asociación Americana de Habla y Lengua (ASHA) quienes la definen como:
“Deterioro o desarrollo deficiente de la comprensión y/o utilización de un sistema de símbolos hablados, escritos y/u otros”. Estas alteraciones incluyen:
“la forma del lenguaje” (morfología, fonología, sintaxis). “El contenido del lenguaje” (semántica). Y “las funciones del lenguaje en la comunicación” (pragmática) en cualquier combinación. (ASHA, 1993), citado por (Rodriguez, Orozco, y Rodriguez, 2016, p. 135)
Sin embargo, para la investigación se ha preferido conservar la clasificación del DSM V (APA, 2014).
2.2. Lenguaje
2.2.1. Neurobiología del desarrollo del lenguaje
De acuerdo con Soprano (2017):
Clásicamente se acepta que las estructuras encefálicas que sustentan el lenguaje se asientan de modo principal en el hemisferio izquierdo. Dos áreas, la de Wernicke (acceso al léxico, función semántica) y la de Broca (programación y expresión verbal), cumplen un papel fundamental. Sin negar que el predominio del hemisferio izquierdo, se debe señalar que el hemisferio derecho también ejerce funciones vinculadas al lenguaje, en particular las referidas a los aspectos pragmáticos, la prosodia, la adecuación contextual, la atención, la integración de los datos visoespaciales y en general las cualidades emocionales de la comunicación (Narbona y Fernández, 2001). (pp. 289-290).
2.2.2. La importancia del lenguaje
Soprano, (2017) “refiere que el dominio del lenguaje es un factor fundamental en el desarrollo de la personalidad del niño, su éxito escolar, su integración social y su futura inserción laboral”. (p.289).
2.2.3. Desarrollo del lenguaje oral
Bruner (1995), citado por Aizpún et al., (2013), señala que el uso del lenguaje depende de la apropiación que haga el niño de los modos de actuar y de pensar que no existen en sus genes, sino en la cultura. El autor plantea la existencia de “facultades cognitivas originales” (disponibilidad de medios para el logro de los fines, actividad social y comunicativa, la sistematización y la abstracción) que impulsan al niño a operar en la cultura y lograr la adquisición y desarrollo del lenguaje.
En este sentido, Puyuelo y Rondal, (2003), hacen referencia a que el lenguaje es:
El producto de la integración de varios componentes o subsistemas, que involucran el nivel fonológico, el nivel morfológico, el nivel morfosintáctico, el nivel pragmático y el nivel del discurso. Realizando una mención especial de dos aspectos relevantes en el lenguaje, la producción y comprensión lingüística; definiendo la producción de un mensaje lingüístico como el ir de la idea a la realización vocal de una secuencia canónica de lexemas y la comprensión, como una serie de operaciones que a partir de un enunciado, permite reencontrar la idea de partida. Destacando que el punto de partida de un mensaje lingüístico reside en una intención de comunicación, en la selección de una o varias informaciones que se quieren comunicar. (pp. 5-6).
Por su parte, Grice (1975) citada por Abrahan y Brenca, (2016), señala:
En relación a la intención comunicativa que, desde un inicio, y en la medida en que se va desarrollando el lenguaje, los actos de habla van siendo cada vez más complejos en situaciones de interacción; lo cual a su vez, aporta para su estudio su teoría de la “Implicatura conversacional” según la cual los hablantes siguen ciertos “principios de cooperación”. Hace referencia a cuatro “máximas de la conversación”: Máxima de la cantidad (no digas ni más ni menos de lo necesario), Máxima de la cantidad (no digas nada de lo que no tengas evidencia), Máxima de la pertinencia (sé pertinente), Máxima de modo (sé claro sin ambigüedades. (pp. 19-20).
Si bien, “toda persona que tenga un compromiso del lenguaje puede llegar a tener dificultades en el aspecto pragmático, ya que éste es un aspecto más del lenguaje junto con el fonológico, el léxico-semántico y el morfosintáctico”. (Abrahan y Brenca, 2016, p. 21).
Abrahan y Brenca (2016), afirman que:
Ante la ausencia de lenguaje en el niño, permite descartar la presencia de desórdenes sensoriales, del desarrollo mental de la cognición y la existencia de un desorden del comportamiento de perfiles peculiares, mediante estudios pormenorizados de la audición, del funcionamiento cognitivo y de la conducta comunicativa y social. (pp. 18-19).
A pesar de existir variantes en cuanto al desarrollo del lenguaje existen aspectos generales para clasificación (Aguilera y Orellana, 2017). En la tabla 2 se detallan aquellos aspectos.
Cuadro 3: Desarrollo del lenguaje según la edad
0-2 meses |
Producción de vocalizaciones reflejas y sonidos vegetativos (arrullos, bostezos, suspiros) |
1-4 meses | Producción de sílabas arcaicas: sílabas arcaicas, secuencias fónicas, imitación de melodías y sonidos del adulto, aumento de vocalizaciones por el refuerzo social |
3-8 meses | Balbuceo rudimentario: mayores frecuencias de voz, sonidos graves (gruñidos), muy agudos (chillidos) |
5-10 meses | Balbuceo canónico: sílabas consonante-vocal idénticas (mamama, papapa) y sucesivas (patata) |
9-18 meses | Balbuceo mixto: sílabas y palabras, adquieren significado a partir de los 12-15 meses |
Desarrollo del sistema fonológico, léxico, morfosintáctico y metalingüístico | |
12-24 meses | Expansión del léxico, una palabra cada vez, sustantivos, sentido global con sobre-generalización (holofrases) |
24-36 meses | Asociación de dos o más palabras, entonación, orden sustantivo-verbo-adjetivo |
3-4 años | Dominio de la estructura fundamental de la lengua materna, oraciones con “qué”, vocabulario hasta 600-1.000 términos |
4-6 años | Desarrollo de las funciones pragmáticas y metalingüísticas, vocabulario en expansión, gramática completa, forma expresiva madura |
Fuente: adaptado de “Trastornos del lenguaje. Revista Pediatría Integral, 21(1), 15–22”. Aguilera y Orellana (2017, p. 17)