Las propias dificultades del niño le impiden eslabonar de una manera sostenida la cadena de complejidad creciente que implican los contenidos pedagógicos.
En líneas generales, sucede lo siguiente: en los niveles iniciales de escolaridad, el niño se manifiesta desatento y distráctil, con un accionar más lentificado en relación con sus pares. Demuestra dificultades en las resolución de consignas que provienen del maestro, sobre todo cuando contiene más de una orden, o de las indicaciones en el juego con sus compañeritos; su rendimiento se observa diferente con respecto al resto del grupo.
Reiteradamente hay que repetirle las consignas, y si llega a ejecutarlas en la primera indicación seguramente hay olvidos y confusiones. Estas respuestas, a veces son interpretadas por los docentes o por los mismos padres del niño, como probables alteraciones en la audición. La hipótesis estaría formulada m s o menos así: este niño es más lento y/o se confunde en responder porque posiblemente no escuche lo suficiente.
Se manifiestan como niños más hábiles en la resolución de situaciones no lingüísticas, marcando así con su accionar notables diferencias a cuando participan en situaciones lingüísticas.
La atención de estos niños es lábil, se dispersan con mucha facilidad, se ve afectada la memoria y el nivel de fatigabilidad es sensiblemente inferior al de sus pares.
Estos indicadores que persisten e los primeros grados se va agravando en la medida en que los contenidos escolares se hacen más y más abstractos; en estas instancias es justamente cuando se necesita que el lenguaje se constituya en la estrategia fundamental para conocer y aprender.
Imaginemos por un momento que sucede con un niño que presenta estas dificultades para entender, cuando debe basarse en el libro o en la revista mediante la lectura comprensiva, para interiorizar los contenidos del conocimiento científico, que la escuela le demanda.
Sus propias dificultades le impiden eslabonar de una manera sostenida la cadena de complejidad creciente que implican los contenidos pedagógicos.
Son niños que leen bien cuando se trata de una lectura automática, es decir al leer lo hacen " de corrido", sin demasiados titubeos, pero cuando al finalizar la lectura se les solicita que cuenten lo que leyeron, no pueden hacerlo correctamente porque no han producido una lectura comprensiva. Los relatos orales que hacen son incompletos, imprecisos, incoherentes, simplistas, plagados de pausas. El relato empeora cuando existe en la lectura un sentido subyacente, no explícito; en los cuadros de severidad moderada es muy improbable que lleguen a captarlo.
Las producciones escritas, como redacciones, narraciones, descripciones se caracterizan por la pobreza lexical, demuestran una marcada imprecisión en el uso de las palabras, construyen textos incoherentes, no mantienen la secuencia temporal, saltean o minimizan el nudo del relato, no logran expresar el desenlace, o lo expresan con mucha confusión. Los textos que producen se caracterizan por la inconsistencia en el desarrollo de la trama, con una gran pobreza de vocabulario.
Se trascribe a continuación el resumen de la historia " Androcles y el león" realizado por una niña de 13 años.
(El texto que le fue leído por la examinadora dice lo siguiente):
Androcles y el León
" Hace muchísimos años un pobre esclavo llamado Androcles se fugó del palacio de su amo que era muy cruel con él y se escondió en el bosque. Caminó durante días perdido en ese lugar. Androcles se sentía muy sólo.
Caminó y caminó hasta que de repente se encontró con un león. Este estaba acostado sobre el pasto y no se movía. Androcles se asustó muchísimo. Pensó en huir cuanto antes pero se dió cuenta de que el animal seguía inmóvil. Entonces Androcles se acercó con cuidado para ver que le pasaba. El pobre león empezó a rugir suavemente y parecía querer mostrarle su pata. El esclavo observó la pata y vio que tenía clavado un pedazo de hierro. Androcles se lo sacó y le vendó la herida con un trozo de su camisa.
El animal se sintió muy agradecido. LLevó a Androcles hasta su cueva y todos los días le conseguía alimentos del bosque. Los dos se hicieron grandes amigos.
Un día unos soldados descubrieron el refugio de Androcles y lo llevaron de vuelta a Roma, donde nuevamente fue encarcelado. Un día lo llevaron al circo de arena y lo obligaron a pelear con un enorme león hambriento. El rey con toda su corte estaba presenciando el espectáculo.
Androcles oía rugir al león en su jaula y temblaba de miedo. Entonces un soldado abrió la jaula y el animal se dirigió corriendo hacia el prisionero. Androcles pensó que el animal lo haría pedazos, pero no fue así. El león comenzó a lamerle las manos y los pies: Androcles había encontrado a su viejo amigo.
El rey se quedó tan sorprendido que llamó al esclavo para preguntarle sobre lo ocurrido. Androcles le contó la historia del animal herido. El rey se sintió conmovido y le dió la libertad a Androcles.
Desde entonces los dos amigos pasearon juntos por las calles de Roma ante el asombro de la población."
Cuando se le solicita a la niña que escriba lo que entendió, produce lo siguiente:
Androcles, un día se fugó del castillo Cruel Amo y se escondió en el bosque.
Androcles caminaba y caminaba hasta encontrarse con el rey.
Juntos se hicieron muy amigos.
El animal le lameó la mano.
Los soldados los agarran y los llevan al circo de arena. Y Androcles se encontró con el león y se hicieron amigos.
La dificultad de esta jovencita residía en el aspecto semántico del lenguaje, es por ello que su producción evidencia entre otras cosas no haber entendido lo que se le leyó. Asimismo se observa que no hay practicamente errores ortográficos y la sintáxis es bastante adecuada.
Estos indicadores se presentan también en los relatos orales espontáneos que estos niños hacen de sucesos de su realidad cotidiana.
Con respecto a la Matemática, la dificultad se evidencia en la capacidad para establecer correspondencias y equivalencias, clasificar, seriar, etc.
Sus dificultades para comprender se hace notoria en la resolución de los cálculos orales, y en llegar a la solución de los problemas matemáticos y geométricos. En estos últimos se hace evidente la no comprensión del enunciado .
Todas estas dificultades, cuyo origen reside en una alteración de la función neurológica, se agrava por los componentes emocionales que indudablemente acompañan a estos cuadros, y por el compromiso que se produce en toda la vida de comunicación fuera y dentro de la escuela: los niños perciben la situación de franca desventaja en la que se encuentran con respecto a sus pares. Esto en ocasiones es motivo de aislamiento, o de intentar compartir los juegos y las demás actividades sociales con niños de menor edad: es una forma de equilibrar las desventajas.
El trastorno del lenguaje interno en los niños radica fundamentalmente en entender, el mensaje del otro, y como la expresión oral no revela fallas significativas, esta alteración suele pasar inadvertida en los primeros años de la vida.
En la mayoría de los casos cuando se la advierte, no se la relaciona con una dificultad del lenguaje. En general se la asocia a causas emocionales, y en ocasiones auditivas.
Esta patología linguística, desencadena consecuencias de mucha importancia en la vida del niño. El entorpecimiento de los procesos que desembocan en la formación de conceptos coloca al niño en una situación de indefensión para lograr un adecuado desarrollo de su capacidad cognitiva.
Contrariamente a lo que habitualmente sucede, esta es la dificultad de lenguaje que más precozmente debería ser detectada, para ser abordada lo más tempranamente posible evitando así implicaciones futuras de consideración.
Si el lenguaje interno, vinculado con lo semántico y con lo significativo, crece con el niño, cuanto más tarde se detecte su desorganización, menores serán las posibilidades de recuperación. Pues el tiempo transitado sin atención especializada, provoca descompensaciones cronológicas, que al perdurar se estabilizan, transformándose en inabordables desde el punto de vista terapéutico.
Con el paso del tiempo el cuadro se sobredimensiona, pues al deterioro ocasionado por la propia dificultad, se le agrega la angustia del niño, la incertidumbre de los padres, y un ritmo institucional proveniente de la escuela que el niño es incapaz de sostener.