En una conversación común decimos un promedio de 180 palabras por minuto, las cuales son escogidas de un diccionario mental que contiene entre 60.000 y 120.000 palabras; y aunque no somos conscientes de ello, el uso del lenguaje requiere un amplio conocimiento de la estructura lingüística, incluyendo la gramática, el significado y las formas de los sonidos, así como los conocimientos prácticos para integrar estas capacidades verbales y semánticas con la entonación y la expresividad adecuadas.
El lenguaje es una forma humana distinta de comunicación, un medio de transmitir información compleja de una persona a otra.
En una conversación común decimos un promedio de 180 palabras por minuto, las cuales son escogidas de un diccionario mental que contiene entre 60.000 y 120.000 palabras; y aunque no somos conscientes de ello, el uso del lenguaje requiere un amplio conocimiento de la estructura lingüística, incluyendo la gramática, el significado y las formas de los sonidos, así como los conocimientos prácticos para integrar estas capacidades verbales y semánticas con la entonación y la expresividad adecuadas.
LENGUAJE Y LATERALIZACIÓN CEREBRAL
La conducta verbal constituye una de las clases más importantes de la conducta social humana. El lenguaje permite que los descubrimientos sean acumulativos y que el conocimiento adquirido por una generación se transmita a la siguiente.
En la actualidad se conocen ampliamente las bases biológicas de nuestras habilidades cognoscitivas complejas, en especial las del lenguaje. Las claves sobre las actividades del cerebro en relación con la cognición humana provienen principalmente del estudio de pacientes con trastornos cerebrales debidos a accidentes vasculares y de las diferencias en las funciones hemisféricas en individuos normales. Se ha establecido que determinados tipos de trastornos cognoscitivos se relacionan con regiones cerebrales específicas; esto es evidente en las lesiones que interfieren con el lenguaje.
Gracias al desarrollo de la tecnología, hoy sabemos que la conducta verbal es una función lateralizada, es decir que se localiza en un solo hemisferio cerebral. La mejor manera de determinar qué lado del cerebro es dominante para el habla consiste en realizar la prueba de Wada, en la cual se anestesia uno de los hemisferios primero y luego el otro. En más del 95% de las personas diestras el hemisferio izquierdo es dominante para el habla, y en un 70% de las personas zurdas. Cuando el hemisferio izquierdo es anestesiado la persona pierde la capacidad para hablar, sin embargo, cuando se anestesia el hemisferio derecho la persona puede seguir hablando y manteniendo una conversación.
Se cree que el hemisferio izquierdo es el dominante debido a que las funciones perceptuales están más especializadas para el análisis de secuencias de estímulos, mientras que las funciones perceptuales del hemisferio derecho se especializan más en el análisis del espacio, las figuras y las formas geométricas cuyos elementos se presentan de manera simultánea. La especialización del hemisferio izquierdo participa en el control de la secuencia de movimientos voluntarios, pero, aunque los circuitos principalmente involucrados en la comprensión y la producción del habla se localizan en el hemisferio izquierdo, sería erróneo concluir que el hemisferio derecho no participa en el habla.
Cuando se escucha y se comprenden las palabras, y cuando se habla o se piensa en las propias percepciones o recuerdos están siendo empleados otros circuitos nerviosos, además de los directamente involucrados en el habla. El daño al hemisferio derecho hace difícil que una persona pueda leer mapas, percibir relaciones espaciales y hablar de cosas como formas geométricas complejas o entender lo que otros dicen al respecto. El hemisferio derecho también parece participar en la organización de una narración, y en la selección y unión de los elementos de lo que se desea decir (Gardner, 1983). El hemisferio derecho participa en la expresión y el reconocimiento de la emoción en el tono de la voz, así como en el control de la prosodia, el ritmo y la fuerza normal del habla.
Se han identificado dos áreas importantes para el lenguaje: el área de Broca que contiene recuerdos motores, en particular recuerdos de las secuencias de movimientos musculares requeridos para articular las palabras. El área de Broca se localiza frente a la parte de la corteza motora primaria, probablemente porque el habla involucra movimientos rápidos de la lengua, los labios y la quijada, y esos movimientos deben de estar coordinados entre sí y con los movimientos de las cuerdas vocales.
La segunda región importante para el lenguaje es el área de Wernicke; el lugar donde se localizan los recuerdos de las secuencias de sonidos que constituyen las palabras. Wernicke sugería que la región que ahora lleva su nombre es el lugar Sugiere que la corteza de asociación auditiva del giro temporal superior reconoce los sonidos de las palabras, de la misma manera que la corteza de asociación visual del giro temporal inferior reconoce la visión de los objetos.
Las tomografías computarizadas y los estudios con resonancias magnéticas sugieren que esta conclusión es correcta (Kertesz, 1979; Damasio, 1981). Además los estudios de tomografías por emisión de positrones demuestran que al escuchar palabras se incrementa la actividad metabólica de esa región.
Tanto el área de Broca como el área de Wernicke se encuentran únicamente en el hemisferio dominante para el habla, y, mediante el fascículo arqueado, estas regiones se comunican entre sí para poder comprender y producir el lenguaje articulado.
Referencias
ARDILA, A. (1983). Psicobiología del Lenguaje. Primera edición. México. Ed. Trillas. Capítulo 8. pp. 168-187.
CARLSON, N. (1996). Fundamentos de Psicología Fisiológica. Ed. Prentice Hall. México. Capítulo 14. pp. 417-447.
KANDEL E.R., SCHWARTZ J.H., JESSELL T.M. (1997). Neurociencia y Conducta.México. Ed. Prentice Hall. Capítulos 18,19 y 34. pp. 345-390 y 675-692.