Pensar el silencio cuestiona también rápidamente a esas reducciones del lenguaje a intercambio de información, turnos para hablar, roles de la comunicación, esquemas, etc.; que pretenden reducir el lenguaje a una foto, un número, una tabulación. Una celda.
¿ El silencio es parte del lenguaje ? Si. No. Supongamos una respuesta en forma de cruz que al menos por un rato nos tranquilice. Pero de todos modos, cualquiera sea el destino de una imaginaria y choicesca cruz respondiendo, otra pregunta vendrá: ¿ dónde lo ubicamos ?
Estas dos preguntas nos permiten una primera aproximación a la reflexión. Y será apenas una aproximación ya que nada nos deparará seguridad - al menos por ahora -, en la incomoda posibilidad de pensar teóricamente al silencio, ya que avanzar en esta variante es en sí despojarse y alejarse del positivismo imperante en la mayoría de las concepciones y observaciones del lenguaje.
El silencio del que intento hablar escapa a los tests, a las cuantificaciones. No está disponible para observarlo, su materialidad no admite descripciones standard. Pasa entre las palabras, se lo sospecha y vislumbra, es efímero, perecedero, habita en la trama de los enunciados, en su revés, va haciendo surf por el habla.
El silencio no admite copia ni similitud, sólo desde una perspectiva descriptiva se puede equiparar a dos que están en silencio, pero los universos que dentro del silencio tienen su patria, son extremadamente otros.
Pensar el silencio cuestiona también rápidamente a esas reducciones del lenguaje a intercambio de información, turnos para hablar, roles de la comunicación, esquemas, etc.; que pretenden reducir el lenguaje a una foto, un número, una tabulación. Una celda.
Se trata pues, de ofrecerse y exponerse a una materialidad significante, no medible, no pesable, no conservable.
Se trata entonces de pensar, por ejemplo: ¿Qué lugar tiene para un niño el silencio como espacio desde donde produce significación, como lugar privilegiado en la producción de sentidos ? Y no hablamos del estar callados. Y no hablamos del no hablar. Hablamos del silencio que se da en el encuentro de dos en un campo lingüístico.
La propuesta es pensar el silencio, pero no en la dimensión de la ausencia y la carencia. No en términos de quietud, vacío sin historia, falta de sonido, privación de lo verbal(que intentamos por fin descentrar).
Silencio en el acto mismo de significar, en el diálogo.En el habla. En la producción de sentidos. Incluso pensándolo también desde la ruptura de la unicidad del sujeto hablante.
La introducción del silencio desde la perspectiva de la estructura de diálogo nos muestra con claridad: la asimetría de los interlocutores, nos muestra al silencio en su aspecto activo, en su fuerza fundante en el proceso de significación. La asimetría nos muestra crudamente la alteridad. Las diferencias al interior de esa estructura de apariencia bipolar. Nos permite relativizar fuertemente el artificio de la división: expresión/comprensión. Nos permite hablar del silencio no sólo en la escucha, mucho mas, silencio en el habla.
No es lo mismo lo que callan Federico y Alicia, no es lo mismo lo que recorta el silencio en cada uno de sus actos de significar. Mucho menos es lo mismo lo que el silencio despliega en sus sesiones, ni lo que a uno, como terapeuta le conduce.
Digo que a uno le conduce ya que me rehuso a la posibilidad de "interpretar" al silencio en términos de "poner en palabras" o "traducir", etc. Cualquiera de las actitudes encomilladas tiene el riesgo importante de recorrer el camino de ofrecer respuestas tautológicas que dejan a los niños más desamparados todavía.
Obsérvese que Federico, en su compromiso con el silenciar, también nos muestra -agigantado por el compromiso del sujeto- el modo fundante en que el silencio opera significando, silenciando algunos enunciados, diciendo otros.
Alicia está tomada por lo histórico -al interior de la trama familiar- que el silencio le impone. Es el silencio de la desolación diciendo. Habla así. ¿ Qué otra cosa podría decir?
Apenas hemos instalado un punto de partida para hablar del silencio, a sabiendas de que, lo que no pudimos decir, será abrumadoramente mayor. Sin embargo, podemos contar con aportes extraordinarios, - que nos sacan de los pantanos y nos amparan y nos nutren - como el de Eni Puccinelli Orlandi, que, buscando en las formas del silencio, establece una descripción conceptual sumamente rica. Nos dice: "...distinguimos entre
a)silencio fundador, aquel que existe en las palabras, que significa lo no dicho y que da espacio de trabajo significante, produciendo las condiciones para significar
b)la política de silencio que se subdivide en silencio constitutivo: lo que nos indica que para decir es preciso no decir(una palabra apaga necesariamente otras palabras) y silencio local que se refiere a la censura propiamente dicha (aquello que está prohibido decir en una coyuntura dada)
Martin Heidegger |
Heidegger nos habló claramente cuando dijo que decir es mostrar.
Pero cuánto nos resistimos todavía..!, sobre todo los fonoaudiólogos. Cuánto más fácil nos resulta tomar el decir como una ordenada producción verbal, secuencias prolijas de signos lingüísticos; correspondencias unívocas.
Qué silenciado el concepto de valor lingüístico, cuanto más cerca del signo apunta la formación tradicional.
Y en esto otra vez nos tomamos de la mano de Puccinelli Orlandi para hace notar lo silenciado de Saussure, quién no escribió su famoso manual, y ademas no pudo corregir el trabajo que sus discípulos hicieron de sus enseñanzas. Qué poco trascendente - comparativamente - que es el signo lingüístico, - por otra parte muy anterior a Saussure y ya en términos de significado y significante términos que Saussure tomó - frente al concepto de valor lingüístico, y ahí sí Saussure genial, rompiendo paradigmas, instalando por fin la cuestión del sistema, la gestación del concepto de estructura.
Entiendo que si insistimos y vemos en el habla un mostrar que va más allá de la palabra articulada, y si nos atrevemos a mirar y vemos cuerpo, silencio, voz, acto; asistiremos al límite donde los conocimientos convencionales apenas alcanzarán para formularnos preguntas. Y aunque eso no está nada mal, si intentamos avanzar y comprender, abarcar mejor al lenguaje, no podremos dejar de transitar un camino de interdisciplina, un camino de atravesamiento por el psicoanálisis.
Sin estos aportes, es temerario proponer una mirada sobre el silencio. Sin otros elementos para la comprensión del habla más allá del aparato fonador, o aún del esquematismo comunicacional, es impensable que el silencio pueda ser una puerta por la cual entrar - teórica y clínicamente-; una casi única puerta muchas veces, casi único lugar desde el cual operar, aunque más no sea proponiendo otra naturaleza de silencio, otra esencia significante que opere en los niños como diferencia, como posible eslabón.
Referencias
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Bajtim, M. M. Estética de la creación verbal. Ed. Siglo XXI 1981.
Baralo, F:"Lo que dicen los chicos que no hablan" Rev. Escritos de la Infancia Nº 2. Bs. As. 1993.
"Fútbol" Rev. Escritos de la Infancia Nº 4. Bs. As. 1994.
Barthes, R. Elementos de Semiología. Ed. Du seuil. París.
Benveniste, E. Problemas de lingüística general I y II. Ed. Siglo XXI. Bs. As. 1977.
Davoine, Françoise. La locura Wittgenstein. Ed. Edelp. Bs.As. 1992.
Ducrot, O. Todorov, T. Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje. Ed. Siglo XXI. Bs. As. 1974.
Haidegger, M. De camino al habla. Ed. Paidós.
Jerusalinsky, A. y colaboradores. Psicoanálisis en problemas del desarrollo infantil. Ed. Nueva Visión. Bs. As. 1988.
Lacan, Jacques, Escritos 1. "El seminario sobre la carta robada." Y "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis." Ed. Siglo XXI. Bs. As. 1985.
Puccinelli Orlandi, Eni: As formas do siléncio. (No movimento dos sentidos) Editora da Universidade Estadual de Campinas (Unicamp) Campinas - Brasil 1993.
Saussure, F. Curso de lingüística general. Ed. Losada. 1945.
* Nota: Quisiera hacer mención al enorme estímulo que me ha dado para pensar en este artículo a la Fga. Cleybe H. Vieira y a la Lic. Elsa Coriat por la enorme y pedagógica atención que siempre me dispensa.