“Mi niño no habla, no juega con otros niños, no mira a los ojos y parece encerrado en su propio e inaccesible mundo”...¿Han escuchado ésto?. El diagnóstico de disfasia deja atónitos y desorientados a los padres, que se enfrentan entonces a un sinnúmero de dudas e inquietudes y a un largo peregrinar por centros médicos y especialistas.
La disfasia es un trastorno de lenguaje que surge como consecuencia, como síntoma, de un problema de base; no es una enfermedad en sí misma!
En algunos casos se encuentra afectada la pronunciación de las palabras, en otros la comprensión de las mismas, y en ocasiones se presentan ambas.
Podremos hablar de disfasia, ante un niño con inteligencia normal, sin déficit auditivo y que presenta las dificultades antes de la integración del lenguaje; es decir , tiene problemas para adquirirlo.
DIAGNOSTICO: DISFASIA
La disfasia es un trastorno de lenguaje que se produce como consecuencia de diversas causas, entre las que podemos mencionar los traumatismos o golpes, parasitosis encefálicas, la presencia de un tumor cerebral, traumatismos en el momento del parto, enfermedades infecciosas como la meningitis, etc. y en un gran porcentaje de los casos ni siquiera se sabe la causa.
El niño con disfasia no logra aprender a hablar a la edad esperada, no porque sea muy mimado, porque se lo estimula poco, porque es hijo único....estas ideas son lamentablemente las que demoran la consulta y retrasan la recuperación.
¿Qué está pasando?, pues bien, nosotros no escuchamos sonidos aislados sino series de sonidos que forman palabras, no percibimos en forma consciente cada fonema, cada letra que las forma, luego, asociamos a cada una de estas series a un significado. El niño con disfasia no logra identificar, ordenar ni unir estos fonemas para formar la palabra, que se le presenta como un rompecabezas desarmado imposible de formar sin la ayuda necesaria. El deberá “meter” el sonido en su cabecita, y eso no se logrará repitiendo persistentemente; pues tiene dificultades en su percepción que deberán superarse, y en algunos casos tampoco comprenderá bien.
No será difícil para nosotros entender que a medida que pasa el tiempo encerrado en su pequeño mundo, que no puede aflorar a través del lenguaje, ni le permite relacionarse, vaya ensimismándose cada vez más, mostrando inquietud , rebeldía y en muchos casos agresividad.
Según el grado de severidad podremos ver que el niño:
- Se mantiene aislado, desconectado
- Parece que no escuchara.
- Carece de lenguaje o repite sin comprender.
- Tiene muy poca atención.
- Se descontrola cuando no logra algo.
- Se fascina frente al espejo.
- No fija la mirada.
- Persiste en un mismo juego, juguete o interés.
- Tiende a repetir acciones.
La disfasia es superable, en un ambiente propicio y con metodologías adecuadas, que involucren al niño en su totalidad. Preocupándonos de darle las herramientas básicas de la comunicación , (antes de una pronunciación perfecta, que llegará con el tiempo) y no olvidando, que no tenemos “un disfásico”, sino un niño “con disfasia” que es ante todo un niño, y que como tal, aprende a través del juego, con sus propios tiempos y diferencias individuales, y sobre todo, envuelto en una atmósfera de amor, comprensión y aceptación.
Referencias
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