Al realizar un abordaje de la persona con parálisis cerebral deberemos pensar en una intervención global, de tipo cooperativa e integradora.
Antes de comenzar la intervención logopédica del niño/a que padece una parálisis cerebral, debemos revisar la ficha del usuario/a, su sintomatología motora, las características del habla, lenguaje y comunicación, datos sobre patologías asociadas, si fuera el caso, su contexto familiar y social, informes médicos, educativos, etc. Ello nos será de utilidad para poder establecer criterios de actuación, objetivos de trabajo y una plan de intervención.
La intervención logopedica, conjuntamente, con la actuación del equipo técnico conformado por los educadores especiales, psicólogos, fisioterapeutas, trabajadores sociales, médicos especialistas, etc deberán realizar una tarea unitaria y tener la finalidad de:
- Incentivar el desarrollo global del sujeto, tanto de estructuras motrices, como de su inteligencia, lenguaje, autonomía personal y social.
- Evitar el deterioro psíquico y motriz.
- Desterrar el aislamiento social y familiar, facilitando pautas claras, accesibles...
- Mejorar y mantener las funciones respiratorias, digestivas, visuales, auditivas.
- Estimular los nuevos aprendizajes.
- Disminuir la tolerancia a la frustración y conductas estereotipadas.
- Obtener el máximo de escolarización, independencia y autonomía social y personal y formación ocupacional.
La actitud que deberá asumir cualquiera de los profesionales ante la disminución deberá ser de total normalidad, estableciendo con naturalidad la comunicación, estructuras útiles, un intercambio que no quede centrado entre el terapeuta y el usuario/a, es decir, que de pie a extenderlo a su entorno cotidiano.
En muchas ocasiones, el terapeuta del lenguaje deberá realizar cambios posturales del sujeto, reforzar actividades de otros profesionales, que sin duda beneficiarán el desarrollo integral del sujeto.
Las reglas de oro iniciales son:
- Hablarle a la altura del sujeto.
- Seguir su ritmo, no sobrecargarlo con consignas, pautas, etc.
- Trabajar la higiene postural.
- Familiarizarnos con su silla de ruedas, con sus adaptaciones, con el plafón de comunicación, etc.
- La dinámica de trabajo con los niños deberá ser lúdica, ya que el juego abre muchas puertas de comunicación, desarrolla destrezas de tipo manual, intelectual, social etc.
- Fomentar la seguridad y autoestima en relación al sujeto y a su familia.
Referencias
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