Incapacidad total para percibir sonidos.
La falta de retroalimentación auditiva hace que se extinga el balbuceo o juego vocal propio de la etapa prelingüística.
El niño/a anacúsico/a se muestra como un sordo mudo. Los únicos sonidos que emite son el llanto, la risa y gritos inarmónicos.
La anacusia se define como la pérdida total (cofosis) o parcial (hipoacusia) de la audición en uno o ambos oídos, es decir, es la pérdida de la audición que altera la capacidad para la recepción, discriminación, asociación y comprensión de los sonidos, tanto del medio ambiente como del lenguaje.
La pérdida de la audición afecta aproximadamente a 17 de cada 1,000 niños y jóvenes menores de 18 años. Esta incidencia aumenta con la edad, aproximadamente 314 de cada 1.000 personas mayores de 65 años sufre pérdida de la audición.
Existen distintas causas de anacusia:
Causas congénitas (presentes al momento de nacer o poco después):
La pérdida de audición puede ser hereditaria, transmitida por alguno de los padres.
Factores genéticos.
Malformaciones del oído, por ejemplo: ausencia de la cadena de huesecillos o canal auditivo.
El defecto de audición puede ser causado por problemas durante el embarazo y el parto, tales como: bajo peso al nacer, nacimiento prematuro, hipoxia, ictericia, incompatibilidad sanguínea, rubéola, toxoplasmosis, citomegalovirus, etc.
Uso inapropiado de medicamentos ototóxicos.
Causas adquiridas (a cualquier edad):
Enfermedades infecciosas como meningitis, sarampión, encefalitis viral etc.
Infecciones crónicas del oído.
Traumatismos craneoencefálicos.
Ruido excesivo, por ejemplo: trabajar con maquinaria pesada y equipos ruidosos, oír música a todo volumen, escuchar disparos de arma de fuego o explosiones sin ninguna protección.
Obstrucción del conducto auditivo por la acumulación de cerumen o cuerpos extraños.
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