De entre las enfermedades del pulmón, la bronquitis crónica es en primer lugar la que entra en cuenta para el tratamiento diatérmico. Ya después de las pocas sesiones, los enfermos sienten frecuentemente una disminución de su disnea, al mismo tiempo que decrece la excitación tusígena y se facilita la expectoración. Esta mejora suele aumentar progresivamente en el trascurso de la cura. Se obtiene también muy buenos resultados en casos de bronconeumonías. En todas estas afecciones respiratorias la diatermia es, por lo menos, bien soportada: nunca se ha observado que por causa de ella se haya exacerbado ninguno de sus síntomas propios o que el estado general del enfermo haya empeorado por consecuencia del tratamiento eléctrico, lo cual representa una gran tranquilidad para el médico que sienta la indicación de la diatermización en una enfermedad broncopulmonar. Los enfermos afectos de disnea observan, inmediatamente desde el comienzo del tratamiento por medio de la diatermia, un alivio considerable de este síntoma, y la sensación de euforia se mantiene muchas horas después de terminada la aplicación. Los síntomas dolorosos se aminoran y la expectoración se hace más fluida y abundante. La sensación de peso y opresión torácica también mejora, y en los casos favorables llega a desaparecer del todo.