Acusados de violar la ley y de discriminar a los ciegos, los billetes de dólares estadounidenses deberán cambiar su tamaño y su textura para ser fácilmente reconocibles al tacto, según ha dictaminado un juez de EEUU.
Al juez de distrito James Robertson no le tembló el pulso para condenar al dólar -una divisa con más de dos siglos de antigüedad- a una "cirugía estética" que lo convierta en más apropiado para los tiempos que corren.
Y es que todos los billetes de esta moneda, desde el de un dólar al de cien dólares, tienen la misma forma y la misma textura.
Eso vulnera, según Robertson, la sección 504 de la Ley de Rehabilitacion, que prohíbe la discriminación gubernamental por razones de incapacidad.
El juez no ha dictaminado la forma en que los "bucks" (o ciervos, como se les conoce popularmente en Estados Unidos) deberán rediseñarse, pero sí ha obligado a que se adapten a los invidentes.
"De los más de 180 países que emiten dinero en papel, tan sólo los billetes de Estados Unidos tienen un color y un tamaño idénticos en todos sus formatos" , aseguró Robertson en un fallo hecho público esta semana.
"Más de 100 de estas naciones varían el tamaño de los billetes según su valor y todos los demás incluyen algún tipo de distintivo que sirva a los invidentes" , sigue la resolución.
Los euros, por ejemplo, son fáciles de identificar: a mayor tamaño, mayor valor del billete.
La lógica de la decisión parece aplastante, al menos tal como se desprende del argumento del abogado del Consejo Americano de Ciegos (ACB, en inglés) , que interpuso la demanda.
"Es francamente injusto que las personas ciegas tengan que depender de la buena fe de desconocidos para saber si se les ha dado el cambio correcto en los comercios" , aseguró Jeffrey Lovitky a varios medios locales.
El ACB ha propuesto diferentes opciones para cumplir con la orden judicial, entre ellas la impresión de billetes de diferentes tamaños, añadir puntos en relieve o utilizar tinta sobreimpresa.
La resolución judicial condena al dólar a pasar una vez más por el bisturí, después de que en 1996 y en 2004 ya se introdujesen grandes novedades estéticas en los billetes para evitar las falsificaciones.
Y eso que el de hace diez años fue el primer lavado de cara para los billetes por primera vez desde 1929.
Sin embargo, tras el fallo de Robertson, el Departamento del Tesoro deberá darle un buen repaso al sistema de emisión de billetes, que seguramente supondrá un importante "palo" para el erario público.
Según estudios presentados por los abogados del Gobierno en el proceso, el cambio de "look" podría costar entre 86 millones de dólares, si se opta por hacer agujeros a los billetes, a 228 millones, si lo que se quiere es cambiar su tamaño.
El juez, de todas formas, restó importancia a este argumento.
Robertson cree que si el Departamento del Tesoro gastó la friolera de 4.200 millones de dólares para imprimir todos los billetes de la última década, la pequeña intervención quirúrgica de ahora no debería suponer mayor problema.
El dólar estadounidense nació de la moneda de ocho reales española, que estaba hecha de 28 gramos de plata. Los colonos norteamericanos comenzaron a llamarla el "dólar español" , un nombre que deriva de la antigua moneda alemana "thaler" .
Ahora, los herederos de los "thaler" , presentes en todo el mundo, deberán adaptarse si no quieren quedarse como la única moneda "políticamente incorrecta" del mundo.
El Universal
26/11/2006