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Un sueño profundo podría ayudar a amortiguar la pérdida de memoria de los mayores que se enfrentan a una mayor carga de enfermedad de Alzheimer, según sugiere una nueva investigación de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos).
El sueño profundo, también conocido como sueño de ondas lentas no REM, puede actuar como un "factor de reserva cognitiva" que podría aumentar la resistencia frente a una proteína del cerebro llamada beta-amiloide, vinculada a la pérdida de memoria causada por la demencia, de acuerdo con sus hallazgos, publicados en la revista científica BMC Medicine.
Las alteraciones del sueño se han asociado anteriormente con una acumulación más rápida de la proteína beta-amiloide en el cerebro. Sin embargo, esta nueva investigación revela que cantidades superiores de sueño profundo y de ondas lentas pueden actuar como factor protector contra el deterioro de la memoria en aquellas personas con elevadas cantidades existentes de patología de la enfermedad de Alzheimer.
Se trata de un avance potencialmente significativo que, según los expertos, podría ayudar a aliviar algunas de las consecuencias más devastadoras de la demencia.
Se espera que el Alzheimer aumente
"Con un cierto nivel de patología cerebral, no se está destinado a padecer síntomas cognitivos o problemas de memoria. La gente debe ser consciente de que, a pesar de tener un cierto nivel de patología, hay ciertos factores de estilo de vida que ayudarán a moderar y disminuir los efectos. Uno de esos factores es el sueño y, en concreto, "el sueño profundo", ha comentado una de las líderes del trabajo, Zsófia Zavecz.
El Alzheimer, la forma más frecuente de demencia, destruye las vías de la memoria y, en formas avanzadas, interfiere en la capacidad de la persona para realizar tareas cotidianas básicas. Aproximadamente una de cada nueve personas mayores de 65 años padece esta enfermedad progresiva, una proporción que se espera que aumente rápidamente a medida que envejezca la generación del baby boom.
En los últimos años, los científicos han investigado cómo se asocian los depósitos de beta-amiloide con la enfermedad de Alzheimer y cómo afectan a la memoria en general.
Además de que el sueño es una parte fundamental de la retención de la memoria, el equipo de la Universidad de Berkeley descubrió anteriormente que la disminución de la cantidad de sueño profundo de una persona podría actuar como una "bola de cristal" para pronosticar un ritmo más rápido de acumulación futura de beta-amiloide en el cerebro, tras lo cual es más probable que aparezca la demencia.
Factores de reserva cognitiva
Se cree que los años de educación, actividad física y compromiso social refuerzan la resistencia de una persona frente a patologías cerebrales graves, manteniendo la mente ágil a pesar del deterioro de la salud cerebral. Son los llamados factores de reserva cognitiva. Sin embargo, la mayoría de ellos, como los años de educación o el tamaño de la red social, no pueden cambiarse fácilmente ni modificarse con carácter retroactivo.
Esa idea de reserva cognitiva se convirtió en un objetivo convincente para los investigadores del sueño. "Si creemos que el sueño es tan crítico para la memoria, ¿podría ser el sueño una de esas piezas que faltan en el rompecabezas explicativo que nos diría exactamente por qué dos personas con las mismas cantidades de patología amiloide viciosa y grave tienen una memoria muy diferente?
Si los hallazgos apoyaran la hipótesis, sería emocionante, porque el sueño es algo que podemos cambiar. Es un factor modificable", ha comentado Matthew Walker, autor principal del estudio.
Mejores resultados con más sueño
Para probar esa pregunta, los investigadores reclutaron a 62 adultos mayores del Estudio de Cohortes de Envejecimiento de Berkeley. Los participantes, que eran adultos sanos y no habían sido diagnosticados de demencia, durmieron en un laboratorio mientras los investigadores monitorizaban sus ondas de sueño con una máquina de electroencefalografía (EEG).
Los investigadores también utilizaron una tomografía por emisión de positrones (PET) para medir la cantidad de depósitos de beta-amiloide en el cerebro de los participantes. La mitad de los participantes tenían cantidades elevadas de depósitos amiloides; la otra mitad, no.
Después de dormir, los participantes completaron una tarea de memoria que consistía en emparejar nombres con caras. Aquellos con altos niveles de depósitos de beta-amiloide en el cerebro que también experimentaron niveles más altos de sueño profundo obtuvieron mejores resultados en la prueba de memoria que aquellos con la misma cantidad de depósitos pero que durmieron peor. Este impulso compensatorio se limitó al grupo con depósitos amiloides.
En el grupo sin patología, el sueño profundo no tuvo ningún efecto de apoyo adicional sobre la memoria, lo cual era comprensible ya que no había demanda de factores de resiliencia en una función cognitiva por lo demás intacta.
En otras palabras, el sueño profundo inclinó la flecha de la cognición hacia arriba, atenuando los efectos perjudiciales de la patología beta-amiloide sobre la memoria.
En su análisis, los investigadores pasaron a controlar otros factores de reserva cognitiva, como la educación y la actividad física, y aun así el sueño demostró un marcado beneficio. Esto sugiere que el sueño, independientemente de estos otros factores, contribuye a salvar la función de la memoria frente a la patología cerebral.
Estos nuevos descubrimientos indican la importancia del sueño de ondas lentas no-REM para contrarrestar algunos de los efectos de los depósitos de beta-amiloide sobre la memoria.
Minutos
12/05/2023