«La dislexia es algo que no se ve con los ojos, son dificultades invisibles,. Es más fácil achacarlo a inmadurez, a falta de interés y son excusas». Así de rotunda se muestra María de los Ángeles González, presidenta de la Asociación de Dislexia de Almería (Axdial), que ha participado activamente en las V jornadas andaluzas sobre este trastorno celebradas este fin de semana en Almería. Con 200 participantes, de los que 75 han sido docentes, este congreso se convierte en un referente para conocer tanto los avances en la materia como las herramientas para detectar precozmente que algo no va bien.

«El diagnóstico suele llegar tardío. Entre el 10 y el 15% de la población tiene dislexia. De estas personas hay muy pocas valoradas con informes. Se estima que por aula de 25 hay 2 ó 3 casos», indica Rodríguez. «Son niños muy inteligentes, deciden aprender, quieren avanzar, pero conforme va pasando el tiempo les cuesta más que a sus compañeros leer y escribir. Así se empieza a ver».

Advierte de que «en los colegios a veces esto es difícil de saber si es una dificultad de aprendizaje o es que el niño no quiere trabajar, es vago, inmaduro... se suele achacar a otras causas cuando lo que hay detrás es una dificultad de aprendizaje. El niño llega de mal humor del colegio, todo el día es una pelea para ir al colegio, le cuesta hacer la tarea, es una guerra ponerse a leer y escribir. Llega un momento en que la cosa es insufrible y llega la hora de hablar con orientadores».

Y el problema es que faltan orientadores en los centros educativos porque la ratio es de uno por cada cuatro colegios. Esto hace que no se produzca una detección temprana y que los «centros suelan esperar a que el alumno esté en tercero y tenga 8 años para tener un diagnóstico fiable, pero se puede hacer mucho antes».

Como asegura la presidenta de Axdial «hay síntomas previos desde chiquititos, según los investigadores». Reconoce que antes de Primaria, en la guardería y en Infantil, «ya se ven indicios de que puede haber problemas. Lo ideal no es un diagnóstico, pero sí poner remedios y apoyos y ayudas a esos niños», porque «no avanzan como el resto». Y se pregunta «para qué esperar a que fracasen para poner soluciones».

Como apunta es importante la atención temprana, que «tiene que llegar lo antes posible para poner remedios y soluciones». Y es que, si «el colegio no se percata de que es una dificultad de aprendizaje» todo se retrasa.

El objetivo es que «se atiendan a todos los casos graves y no graves, porque pueden derivar en depresiones, problemas de autoestima, alimentarios y de salud psíquica y física», de ahí la importancia de la atención temprana.

Según Rodríguez, «hay herramientas que pueden subsanar las carencias que presentan». Pone como ejemplo que aquellos niños que no ven bien y usan gafas se vieran obligados a no llevarlas en el colegio, estarían en inferioridad con el resto y con sus gafas se equiparan. En la dislexia pasa algo parecido y es sencillo aportar soluciones como dar un poco más de tiempo en los exámenes, permitir los dictados con voz, el uso de correctores ortográficos y otras adaptaciones en el aula. «Es muy fácil en un aula con un chico diagnosticado darle un poco más de tiempo en el examen, poner una letra más adecuada para su lectura, hacer un examen tipo oral; esto está reglado. No perjudica a ningún alumno y si beneficia a los que tienen este problema».

Por tanto, «hay que trabajar en normalizar en el aula» y para ello su colectivo hace talleres en los centros educativos e imparte charlas a escolares para propiciar una mayor integración».

Ideal
12/02/2023