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En esas pruebas gustativas se utilizan los sabores básicos, como dulce, salado y amargo, y se empiezan a probar concentraciones diferentes para estandarizar la concentración umbral necesaria
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio a conocer que investigadores de la UNAM desarrollaron el “test de los olores”, para detectar de manera temprana algunos signos clínicos de la enfermedad de Alzheimer.
A través de un comunicado la UNAM detalló que el macroproyecto Nuevas estrategias epidemiológicas, genómicas y proteómicas en salud pública, dirigido por Rosalinda Guevara Guzmán, de la Facultad de Medicina (FM), y Patricia Severiano, de la Facultad de Química (FQ), sólo aplican la prueba de la concentración umbral de determinado olor, que ya está estandarizado para la población de entre 60 y 80 años de edad.
Esta concentración umbral se obtuvo a partir de la aplicación de tres diferentes concentraciones: la subumbral, detectada por menos del 50 por ciento de la población; la umbral, por más del 50 por ciento, y la supraumbral, por casi el 100 por ciento.
“Cuando llega una persona le hacemos la prueba para evaluar el olor umbral. Le decimos que levante un papelito y lo huela. ‘¿Huele?’ ‘Sí’. Luego le damos otro papelito con un olor diferente. ‘¿Sabe qué olor es?’ ‘Me parece que es de rosas, nardo o yerbabuena’. Si es capaz de identificarlo, su memoria olfativa está funcionando.
Posteriormente, se aplica la prueba de la memoria olfativa, que no se hace en una sola sesión. Primero, se pone a la persona frente a un aroma con el que no está familiarizada. Se le informa, por ejemplo, que es agave, y se le cita a la semana siguiente. En esta segunda sesión se le da a oler el agave y se le pide que lo identifique. A veces duda, pero finalmente lo reconoce. En la tercera sesión, lo distingue sin ningún problema.
“Es decir, recuerda el olor a agave, pues ya guardó esa información. Ésta es la prueba más importante de que es capaz de recordar un aroma”, añadió la investigadora.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio a conocer que investigadores de la UNAM desarrollaron el “test de los olores”, para detectar de manera temprana algunos signos clínicos de la enfermedad de Alzheimer.
A través de un comunicado la UNAM detalló que el macroproyecto Nuevas estrategias epidemiológicas, genómicas y proteómicas en salud pública, dirigido por Rosalinda Guevara Guzmán, de la Facultad de Medicina (FM), y Patricia Severiano, de la Facultad de Química (FQ), sólo aplican la prueba de la concentración umbral de determinado olor, que ya está estandarizado para la población de entre 60 y 80 años de edad.
Esta concentración umbral se obtuvo a partir de la aplicación de tres diferentes concentraciones: la subumbral, detectada por menos del 50 por ciento de la población; la umbral, por más del 50 por ciento, y la supraumbral, por casi el 100 por ciento.
“Cuando llega una persona le hacemos la prueba para evaluar el olor umbral. Le decimos que levante un papelito y lo huela. ‘¿Huele?’ ‘Sí’. Luego le damos otro papelito con un olor diferente. ‘¿Sabe qué olor es?’ ‘Me parece que es de rosas, nardo o yerbabuena’. Si es capaz de identificarlo, su memoria olfativa está funcionando.
“Luego, le pedimos que discrimine tres olores: dos iguales y uno diferente. Este proceso también tiene que ver con la memoria olfativa, porque debe recordar que el olor es igual a este otro, y que aquél es diferente a éstos”, explicó Guevara Guzmán.
Posteriormente, se aplica la prueba de la memoria olfativa, que no se hace en una sola sesión. Primero, se pone a la persona frente a un aroma con el que no está familiarizada. Se le informa, por ejemplo, que es agave, y se le cita a la semana siguiente. En esta segunda sesión se le da a oler el agave y se le pide que lo identifique. A veces duda, pero finalmente lo reconoce. En la tercera sesión, lo distingue sin ningún problema.
“Es decir, recuerda el olor a agave, pues ya guardó esa información. Ésta es la prueba más importante de que es capaz de recordar un aroma”, añadió la investigadora.
En otros casos, el individuo dice que sí percibe el olor, pero no sabe qué es lo que huele. Entonces, se le muestran unas cartulinas con los dibujos de una manzana, un plátano, una pera o una naranja, y se le pregunta a qué figura corresponde. Si los identifica, es porque hizo bien la asociación visual, es decir, aún tiene memoria olfativa, indicó.
Al igual que una mujer que acaba de cumplir 40 años y se acerca a la menopausia debe hacerse anualmente uno o dos estudios de Papanicolaou, es importante que una persona que tenga alrededor de 60, se haga la prueba de olores si nota que su sentido del olfato ya no funciona bien, aconsejó.
“Hemos visto que cuando una persona está en estado avanzado de demencia, o ya tiene la enfermedad de Alzheimer, su memoria olfativa falla y ya no se puede hacer nada para solucionarlo”, dijo.
Pruebas gustativas
Una de las razones por las que un anciano deja de comer es que, al cambiar sus umbrales olfatorios y gustativos, no huele ni encuentra sabor a los alimentos, lo que deriva en problemas de desnutrición.
“Es como cuando uno tiene gripa: además de padecer los síntomas (dolor de cabeza y cuerpo cortado), no olemos ni encontramos sabor a la comida”, apuntó la investigadora.
En opinión de Guevara Guzmán, así como hay una industria de papillas para bebés, debería existir una de comida para adultos mayores y, en especial, para los que tienen Alzheimer.
“Si se prepararan los alimentos de manera que fueran agradables a su gusto, probablemente se los comerían”, acotó.
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio a conocer que investigadores de la UNAM desarrollaron el “test de los olores”, para detectar de manera temprana algunos signos clínicos de la enfermedad de Alzheimer.
A través de un comunicado la UNAM detalló que el macroproyecto Nuevas estrategias epidemiológicas, genómicas y proteómicas en salud pública, dirigido por Rosalinda Guevara Guzmán, de la Facultad de Medicina (FM), y Patricia Severiano, de la Facultad de Química (FQ), sólo aplican la prueba de la concentración umbral de determinado olor, que ya está estandarizado para la población de entre 60 y 80 años de edad.
Esta concentración umbral se obtuvo a partir de la aplicación de tres diferentes concentraciones: la subumbral, detectada por menos del 50 por ciento de la población; la umbral, por más del 50 por ciento, y la supraumbral, por casi el 100 por ciento.
“Cuando llega una persona le hacemos la prueba para evaluar el olor umbral. Le decimos que levante un papelito y lo huela. ‘¿Huele?’ ‘Sí’. Luego le damos otro papelito con un olor diferente. ‘¿Sabe qué olor es?’ ‘Me parece que es de rosas, nardo o yerbabuena’. Si es capaz de identificarlo, su memoria olfativa está funcionando.
“Luego, le pedimos que discrimine tres olores: dos iguales y uno diferente. Este proceso también tiene que ver con la memoria olfativa, porque debe recordar que el olor es igual a este otro, y que aquél es diferente a éstos”, explicó Guevara Guzmán.
Posteriormente, se aplica la prueba de la memoria olfativa, que no se hace en una sola sesión. Primero, se pone a la persona frente a un aroma con el que no está familiarizada. Se le informa, por ejemplo, que es agave, y se le cita a la semana siguiente. En esta segunda sesión se le da a oler el agave y se le pide que lo identifique. A veces duda, pero finalmente lo reconoce. En la tercera sesión, lo distingue sin ningún problema.
“Es decir, recuerda el olor a agave, pues ya guardó esa información. Ésta es la prueba más importante de que es capaz de recordar un aroma”, añadió la investigadora.
En otros casos, el individuo dice que sí percibe el olor, pero no sabe qué es lo que huele. Entonces, se le muestran unas cartulinas con los dibujos de una manzana, un plátano, una pera o una naranja, y se le pregunta a qué figura corresponde. Si los identifica, es porque hizo bien la asociación visual, es decir, aún tiene memoria olfativa, indicó.
Al igual que una mujer que acaba de cumplir 40 años y se acerca a la menopausia debe hacerse anualmente uno o dos estudios de Papanicolaou, es importante que una persona que tenga alrededor de 60, se haga la prueba de olores si nota que su sentido del olfato ya no funciona bien, aconsejó.
“Hemos visto que cuando una persona está en estado avanzado de demencia, o ya tiene la enfermedad de Alzheimer, su memoria olfativa falla y ya no se puede hacer nada para solucionarlo”, dijo.
Pruebas gustativas
Una de las razones por las que un anciano deja de comer es que, al cambiar sus umbrales olfatorios y gustativos, no huele ni encuentra sabor a los alimentos, lo que deriva en problemas de desnutrición.
“Es como cuando uno tiene gripa: además de padecer los síntomas (dolor de cabeza y cuerpo cortado), no olemos ni encontramos sabor a la comida”, apuntó la investigadora.
En opinión de Guevara Guzmán, así como hay una industria de papillas para bebés, debería existir una de comida para adultos mayores y, en especial, para los que tienen Alzheimer.
“Si se prepararan los alimentos de manera que fueran agradables a su gusto, probablemente se los comerían”, acotó.
Al respecto, Patricia Severiano y algunos de sus estudiantes de la FQ, buscan estandarizar unas pruebas gustativas para la población mexicana; asimismo, trabajan en el desarrollo de una fórmula alimenticia para los adultos mayores.
En esas pruebas gustativas se utilizan los sabores básicos, como dulce, salado y amargo, y se empiezan a probar concentraciones diferentes para estandarizar la concentración umbral necesaria.
En otros países ya se cuenta con este tipo de pruebas, pero no se ha abordado la parte de la alimentación de los adultos mayores para adecuar los sabores a su sensibilidad gustativa ya deteriorada, aclaró.
En la Mira
9/01/2023