Si ponemos como ejemplo unos dibujos de la clásica e inofensiva “La abeja maya” de los años 80 y su versión remasterizada actual, con un cronómetro en la mano, percibimos que los saltos de imagen de la serie van de los cinco por minuto que se registraban en nuestra infancia, a los 59 actuales.
Este caso, traído ante el público por la pedagoga, maestra y experta en Neuroeducación María Couso, llamó la atención sobre la sobreestimulación y el aumento de impacto que absorben los menores en la actualidad a través de todo tipo de pantallas.
Aunque a priori, parezcan naíf.
La profesora, protagonista de la conferencia más madrugadora del Foro de Educación, concitó una gran atención de un público joven y mayoritariamente del ámbito educativo.
“No soy una hater de las pantallas, como han dicho por redes sociales.
Es más, digo “gracias tecnología” porque me están viendo a distancia a través de ella”, proclamó.
“Pero el valor no está en el objeto, sino en el uso”, aclaró la experta.
Y utilizó un ejemplo ilustrativo: “¿le daríais un cuchillo de grandes dimensiones a un niño de dos años?”.
Así como nadie se lo plantearía, no se le debe exponer a un bebé de menos de 24 meses a pantallas de móvil ni tablet.
“¿Sabéis que ya hay soportes para capazos?” (aquellos asientos pensados para bebés de hasta 6 meses), se alarmó.
“Antes no es mejor.
Por favor, retrasemos el acceso al móvil y pantallas antes de los 2 años.
No lo uséis como chupete emocional”, aconsejó.
En su conferencia “El impacto de las pantallas en el desarrollo cognitivo”, animó a prestar atención a los datos de la OMS y organismos de salud pública, con rigurosidad científica y a conocer realmente la forma en la que el cerebro de los más pequeños trabaja.
María Couso, que negó la existencia contemporánea de “nativos digitales” (“nuestro cerebro no ha cambiado en los últimos 50.
000 años”, aseguró), aludió a que “la población media sabe más del funcionamiento de un coche que de un cerebro”.
Después de un largo repaso por los efectos nocivos de la sobreexposición de los niños, sobre todo menores de 6 años, a pantallas de tabletas y móvil, (desde falta de atención, pasando por ojo seco o miopía), entró en los mecanismos de recompensa a nivel cerebral que se activan y que son similares a los que funcionan ante estímulos como el sexo o el hambre.
“Los videojuegos están estudiados para que no te desenchufes, para mantener tus niveles de dopamina”, explicó sobre el uso continuado que “está dejando una huella en los niños”.
“¿Quién va a borrar luego esas necesidades de dopamina?”, prosiguió.
“Los niños consiguen la gratificación inmediata a través de la tableta y luego nosotros le decimos ‘aprende a esperar’”, apreció como incongruencia.
Por eso, aconsejó: “Llenad el vaso de los adolescentes de dopamina para que no la busquen en las drogas”.
Y es que, según los datos que maneja María Couso, producen adicción.
“Los grandes privilegiados de este país el día de mañana, serán los que puedan costear para sus hijos un centro sin tecnología, aunque espero equivocarme”, pronosticó al final de su intervención, tras aludir a las escuelas analógicas a las que ya acuden los hijos de los ‘genios’ de Silicon Valley.
“Innovación nunca ha sido sinónimo de digitalización”.
La pedagoga mostró el decreto estatal que establece que “una de las competencias claves de la Educación Infantil es la competencia digital” y donde se habla de alfabetización digital.
Esa contradicción se convertiría en uno de los puntos más aplaudidos de la charla.
¿Por qué? Pues porque el decreto habla del uso responsable y saludable de tabletas, mientras la OMS explica que a esa edad aún no tienen desarrollado el “control inhibitorio”; no pueden controlar los estímulos que van de su cerebro al dedo.
Faro de Vigo
14/10/2022