La experta en neuroeducación no tiene dudas de que esta herramienta “transversal” en el sistema educativo acabará normalizándose en las aulas
“Si sabemos cómo funciona el cerebro, nuestros chicos y chicas comprenden mejor”. Quizá sea el primer mandamiento de una disciplina novísima pero que domina Anna Forés, profesora de la Universidad de Barcelona (UB) y experta en neuroeducación. La docente e investigadora acudió a impartir una de las ponencias estrella del 2º Encuentro Educativo ‘Llévate el éxito’, celebrado en el colegio ‘La Dehesa de Humanes’ de Madrid.
Esta herramienta “transversal” es, entre otras muchas cosas, un salvavidas para aquellos alumnos que se pierden en el sistema educativo. Ya sea por falta de interés o de atención, Forés reivindica“cuán importante es meter emoción en el aula” para despertar la curiosidad en los cerebros. De esta manera, “todo lo que pase por el aula se recordará”.
También más allá del aula, la neuroeducación redefine las metodologías, la evaluación, el clima, los espacios o los horarios. Exige “una visión mucho más transversal y holística” para que la persona aprenda “más y mejor”. Ante estas expectativas, la docente tiene claro que la disciplina “ha venido para quedarse” como en su día pudieron llegar las vacunas o los nuevos tratamientos a Medicina.
Cada vez hay más evidencias científicas que corroboran los beneficios de aplicar la neuroeducación en clase. Desde sus primeros pasos en 2007 y hasta hoy, los ensayos en laboratorio con ratas o cadáveres han pasado a papers e investigaciones que aplican el uso de tecnología. Así, se puede medir la actividad del cerebro en función de la implantación de nuevas técnicas de enseñanza.
Eso no relaja a Forés, que es consciente de que hay que “seguir indagando e ir mejorando en todos los sentidos”. En especial, en entender el por qué algo funciona.
“La neuroeducación no es una moda”
Tanto durante su coloquio como en conversación con Innovaspain, la investigadora reforzó el mensaje que ahonda en una neuroeducación integradora de distintas disciplinas. “La neuroeducación no viene a destruir nada, sino a aunar todo lo que sabemos de psicología, de neurología, de educación, para saber qué pasa en nuestro cerebro cuando estamos atentos o trabajamos con los sentidos. La neuroeducación no es una moda sino un saber que viene para quedarse”.
No solo lo dice ella. Ya lo advirtió la OCDE en 2017, cuando identificó cuatro saberes que debía tratar cualquier maestro o profesor. Uno, específico; otro, pedagógico; un tercero, digital y el último: saber cómo funciona el cerebro.
No hay que olvidar que el cerebro prehistórico aprendía lo básico para sobrevivir. Ahora, ya no preocupa la supervivencia de los individuos, pero el aprendizaje sigue siendo algo casi instintivo: recurrir a las emocione es clave, señala, para que los alumnos aprendan e interioricen.
Y si no lo hacen, no consiste en asumir la derrota. “Que la escuela nunca se deshaga de los niños o niñas porque sean imperfectos. Cada cerebro es único. Cada niño o niña que tenemos delante, son singulares. La educación es inclusiva, sí o sí”, zanja.
La pandemia fue en eso demoledora. Puso a todas las personas que integran el sistema educativo a prueba, en situaciones límite que acabaron pasando factura emocional y psicológica en muchos casos. De ahí que Forés aconseje “cuidarse a uno mismo para poder enseñar bien”.
Otra de las aristas neuroeducativas es el establecimiento y cuidado del vínculo entre docente y alumno. “Estar en sintonía”, como dice, resuelve “la mitad de los problemas”.
Metacognición y ética
En un futuro, no tiene duda de que se podrá evaluar el currículo educativo en base a la neuroeducación. En esta disciplina, la metacognición cobra mucha importancia para saber cómo han aprendido los estudiantes, qué han hecho para aprender y cómo se ha favorecido su aprendizaje.
Forés identifica otro cambio inexorable: la evaluación, “para ser potente”, tiene que decir a un niño “en qué tiene que mejorar”. Según comparte, “que a un niño le diga que tiene un 5 no le dirá nada”.
Ahora bien, el futuro tampoco pasa por saltarse las reglas éticas en el uso de la neuroeducación, como pasa actualmente en otras zonas del mundo. El “peligro” del que alerta la profesora de la UB tiene su reflejo en China o Corea del Sur.
“Se han tomado esto hasta el otro extremo en el que no deberíamos caer, que es que los monitorizan durante todo el tiempo que están en clase. Los padres pueden estar viendo que a las 10:10 desconectaron su atención. Esto es a lo que no tendríamos que llegar”, explica.
Por el momento, España está lejos de cualquier hipotético escenario similar. Es más, ella no percibe que haya una autonomía por encima de las demás en neuroeducación. Lo que sí percibe es que hay “instituciones que lo creen, apuestan por y se ponen a ello”.
Seguramente no esté lejos el día en el que importe más cómo aprende el cerebro que lo que se enseña. Forés concluye que los niños “son el futuro”, y como tal hay que dotarles de esas herramientas “para ser creativos y flexibles”. “Como estamos en un mundo donde todo es incierto, complejo y no lineal, hay que aportar esas herramientas para que no les dé miedo”, finaliza.
innovaspain
30/05/2022
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