Estudian si pulsos de luz intermitentes a una frecuencia de 40 Hz, pueden aumentar las ondas "gamma" de actividad eléctrica en el cerebro y contrarrestar problemas asociados con la enfermedad.
El alzhéimer continúa siendo una enfermedad que no tiene cura. A pesar de que la ciencia investiga desde hace décadas esta enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo, todavía no se cuenta con un tratamiento altamente efectivo.
Recientemente los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) han concedido una subvención por una duración de cinco años a los investigadores de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai con un objetivo novedoso: la aplicación de distintas combinaciones de luz para valorar si retarda los efectos debilitantes del alzhéimer.
Una terapia se centrará en el uso de pulsos de luz diseñados para mejorar las ondas cerebrales eléctricas que estimulan la cognición, mientras que la otra tiene como meta ayudar a los pacientes a dormir mejor. Durante su primer año, el proyecto recibirá un total de 792.000 dólares.
“La luz puede ser un factor de salud poderoso, pero a menudo, se pasa por alto”, afirma Mariana Figueiro, directora del Centro de Investigación de Salud Light (LHRC, por sus siglas en inglés) y profesora de Ciencias y Políticas de Salud de la Población en Icahn Mount Sinai "Esperamos aprovechar el poder de la luz para aliviar el sufrimiento que millones de pacientes con enfermedad de Alzheimer y sus seres queridos experimentan todos los días".
La enfermedad de Alzheimer y las demencias relacionadas son trastornos neurodegenerativos que dañan principalmente los centros de memoria del cerebro, el lóbulo temporal y el hipocampo. Los síntomas suelen aparecer en personas mayores de 65 años. Estos incluyen problemas para pensar y recordar, cambios de humor y episodios de confusión. A medida que avanza la enfermedad, los síntomas empeoran hasta el punto en que el paciente necesita atención a tiempo completo. Recientemente, varias líneas de investigación del laboratorio de la doctora Figueiro y otras investigaciones, han apuntado a la idea de que la luz puede ser una herramienta eficaz para combatir estos problemas.
En este proyecto, el equipo del LHRC planea probar si los pulsos de luz intermitentes a una frecuencia de 40 veces por segundo (40 Hz), no solo pueden aumentar las ondas "gamma" de actividad eléctrica en el cerebro de los pacientes, sino también contrarrestar algunos de las problemas asociados con la enfermedad de Alzheimer. El equipo también examinará si la combinación de destellos de 40 Hz con una terapia de luz diseñada para restablecer el ciclo de sueño-vigilia de un paciente también puede ayudar.
La doctora Figueiro es parte del equipo de investigadores en Mount Sinai que se enfocan en comprender con gran detalle cómo la luz controla nuestra salud. Por ejemplo, el equipo ha pasado años desarrollando terapias de luz para ayudar a las enfermeras a superar la fatiga y otros efectos negativos de trabajar durante la noche en entornos con poca iluminación.
“Una de las dificultades de los tiempos modernos es que nos hemos privado de las dosis diarias de luz natural que necesitamos para mantener un estilo de vida saludable”, declara Mark S. Rea, director Asociado de LHRC.
Inicialmente, el estudio involucrará a decenas de pacientes de Mount Sinai a quienes se les diagnostica la enfermedad de Alzheimer en etapa temprana o deterioro cognitivo leve, un trastorno que a menudo precede al alzhéimer. Los pulsos de luz serán entregados por un dispositivo fabricado a medida, como una caja o gafas, desarrollado en el LHRC. Los resultados se compararán con los obtenidos de sujetos de control de la misma edad.
La actividad de las ondas cerebrales gamma está asociada con el aprendizaje y la memoria. Los estudios en humanos han sugerido que la actividad se reduce en los pacientes con alzhéimer. Mientras tanto, estudios en ratones que fueron modificados genéticamente para imitar ciertos aspectos de la enfermedad mostraron que la luz intermitente a 40 Hz mejora la actividad gamma al tiempo que reduce la muerte de las células neurales y la acumulación de beta-amiloide, un sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer.
Para probar el papel que pueden tener los ciclos de sueño-vigilia en este proceso, el equipo expondrá a los pacientes a altas dosis diarias de luz diurna que están diseñadas para ayudar a los pacientes a dormir mejor.
Alrededor del 40% de los pacientes con enfermedad de Alzheimer experimentan problemas relacionados con el sueño, que incluyen agitación y somnolencia diurna. Los estudios que probaron terapias de luz para tratar estos síntomas hasta ahora han producido resultados mixtos.
Para este estudio, la luz del ciclo de sueño-vigilia será entregada por el mismo dispositivo hecho a medida utilizado para la luz intermitente o por uno diferente, como una mesa o lámpara, que permitirá períodos bien definidos de exposición diaria constante. Su eficacia para contrarrestar los problemas cognitivos y del sueño asociados con la enfermedad de Alzheimer se probará solo y en combinación con los pulsos de 40 Hz.
“Nuestros ciclos de sueño-vigilia juegan un papel fundamental en la salud del cerebro”, añade la doctora Figueiro. "Mediante el uso de un enfoque riguroso y de dos vertientes para la terapia de luz, es posible que podamos impulsar los cerebros de los pacientes con alzhéimer a un estado más saludable", concluye.
Con Salud
11/12/2021