Madrid cuenta desde hoy con un nueva entidad dedicada al estudio del cerebro, uno de los grandes retos de la ciencia. Se trata del centro Internacional de Neurociencia y Ética (CINET), impulsado por la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, que se ha dado a conocer, arropado por un importante plantel de expertos internacionales, y que tiene por objetivo buscar la colaboración entre la neurociencia, las humanidades y las ciencias sociales.
"Uno de los grandes problemas de la neurociencia actual es cómo la hacemos llegar al público general, con titulares del tipo 'Tu cerebro escoge a tus amigo', 'tu cerebro te dice de quién enamorarte', o 'Facebook va a leerte la mente'. Entre los objetivos del CINET está explicar lo que la neurociencia es capaz de hacer y lo que no de forma veraz, para que reconozca que necesita la ayuda de otras disciplinas", ha explicado Javier Bernácer, director científico del organismo.
El objetivo de este nuevo centro es impulsar el diálogo, la formación y la investigación que promueva la comprensión del cerebro de manera sistémica, en el contexto de la persona: el funcionamiento global del cerebro, su relación con el resto del cuerpo, con la historia de vida del individuo y con sus relaciones interpersonales.
Al frente de su junta directiva, además de Javier Bernácer, director científico e investigador en la Universidad de Navarra; el filósofo Juan Arana, catedrático de la Universidad de Sevilla; Carmen Cavada, catedrática de Neuroanatomía de la Universidad Autónoma de Madrid y directora de la Cátedra UAM-Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno en Neurociencia; César Nombela, catedrático emérito e investigador en Microbiología, rector honorario de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, y Álvaro Matud, Director Académico de la Fundación Tatiana.
EXPERTOS INTERNACIONALES
El CINET está formado por un plantel de prestigiosos investigadores en diversas disciplinas: neurociencia, psiquiatría, filosofía, ética o derecho. Entre los expertos que asesoran al nuevo centro, de universidades de hasta once países, hay neurocientíficos como Rafael Yuste, director del Centro de Neurotecnología en la Universidad de Columbia o Jorge Sepulcre, de la Universidad de Harvard, pero también importantes filósofos como el alemán Markus Gabriel, de la Universidad de Bonn o Alva Noë, de la Universidad de Berkeley.
También figuran perfiles como el de Georg Northoff, neurocientífico y filósofo del Canada Research Chair for Mind, Brain Imaging, and Neuroethics; Thomas Fuch, psiquiatra y filósofo de la Universidad de Heidelberg, o Marya Schechtman, profesora de Filosofía y miembro del Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Universidad de Illinois, en Chicago.
Tres esos ponentes han estado en la presentación hoy en Madrid. Uno de ellos, Jorge Sepulcre, director de laboratorio en el Gordon Center for Medical Imaging en Massachusetts Hospital de Boston y profesor asociado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, destacó que “la neurociencia va a dar pasos de gigante en los próximos años con la integración de las ómicas -ciencias que permiten estudiar un gran número de moléculas, implicadas en el funcionamiento de un organismo- que se ocupan de la interacción entre los distintos niveles moleculares (ARN, proteínas, metabolitos, etc.)”.
CONSUMO DE FÁRMACOS
Por su parte, Marya Schechtman, profesora de Filosofía y miembro del Laboratorio de Neurociencia Integrativa de la Universidad de Illinois, en Chicago, mostró su preocupación en relación con el tratamiento de enfermedades neurológicas y psiquiátricas. "El alivio de los síntomas depresivos es bienvenido", señaló, pero la rápida alteración del estado de ánimo mediante el uso de medicamentos o, lo que es aún "más dramático, mediante estimulación cerebral profunda, puede hacer que los pacientes dejen de sentirse ellos mismos y ocasionar tensiones en las relaciones”, aseguró.
El investigador neurocientífico Ignacio Sáez, del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, explicó que su trabajo se centra en descubrir cuáles son las bases biológicas del pensamiento, del comportamiento y de las emociones humanas y para ello miden la actividad eléctrica del cerebro para tratar de ver como se corresponden en diversas patologías como pacientes con párkinson, epilepsia o depresión.
Detalló que en sus investigaciones -cuyo enfoque es muy biológico, aseguró- se encuentran “inevitablemente con preguntas para las que nos faltan herramientas, como son entender el concepto de persona, cómo se define la experiencia mental bilógicamente, o si una enfermedad afecta a la personalidad y a su comportamiento, entre otras cuestiones”.
EPE
12/11/2021