Logopedas y pediatras discrepan sobre la repercusión que ha tenido el confinamiento, la distancia interpersonal y las mascarillas en el desarrollo del lenguaje y la comunicación de los más pequeños

Todos tenemos claro que la mascarilla y la distancia interpersonal, tan útiles para frenar la transmisión y contagio del coronavirus, nos han dificultado el entendimiento con quien sea nuestro interlocutor desde que comenzara la pandemia. La pérdida de información al no visualizar la boca del emisor es tal que, quien más y quien menos, ha tenido la sensación de oír peor y, por tanto, comprender también peor el mensaje que quien le habla le intenta hacer llegar, incluso, elevando el tono de voz. Eso le sucede a quienes ya tienen evolucionado por completo el lenguaje y los códigos de comunicación, así que la pregunta que surge es cómo les ha podido afectar a los más pequeños el confinamiento y las mascarillas cuando ellos se están iniciando en la comunicación oral o la tienen en proceso de desarrollo. ¿Ha complicado la pandemia que los niños aprendan a hablar?

La opinión difiere si la pregunta se plantea a logopedas o a pediatras, y es que los profesionales de una y otra rama sanitaria discrepan sobre la repercusión que ha tenido en los más pequeños haber pasado varios meses encerrados en casa, la distancia interpersonal, las mascarillas o una menor interacción social en el desarrollo del lenguaje y la comunicación. Mientras que los logopedas aseguran haber detectado muchos casos de «inicios tardíos» del lenguaje, los pediatras consideran que la preocupación por una adquisición temprana del lenguaje es algo más bien de carácter general y que nada tiene que ver con la pandemia.

La presidenta de la Asociación de Logopedas del Principado de Asturias (ALPA), Cristina Vega, señala que en los últimos meses «si es cierto que notamos un aumento de casos de niños pequeños con dificultades en el lenguaje». Apunta que se detectan «inicios tardíos» y que efectivamente «la mascarilla dificulta la comunicación». La percepción que tiene por la afluencia que están teniendo las clínicas privadas de logopedia es que los recursos de atención temprana que ofrece el Principado para los niños de entre 0 y 3 años «están saturados» y que en ese servicio se da prioridad a los menores que tienen dificultades de comunicación diagnosticadas por tener algún trastorno. «Así que los inicios tardíos están en el mismo saco y se buscan la vida por la vía privada», indica.

Mascarillas, una barrera para la imitación

Esta profesional de la logopedia explica que durante la pandemia los niños se relacionaron con unas personas determinadas, «sólo con familiares directos» por el temor al contagio, y eso pese a que también había miedo a las consecuencias de que no sociabilizaran en el parque o en la guardería. La dificultad, añade, ha estado en que al llevar mascarilla los adultos «cuando te miran, se pierden el aprendizaje por imitación» y, añade, eso ha pasado, incluso, en las guarderías porque las cuidadoras tenían que llevar la boca cubierta, lo cual entiende que ha sido «una barrera importantísima» porque «los niños no tienen un modelo adecuado completo» cuando parte de lo que aprenden es «porque observan mucho».

La presidenta de ALPA ofrece una pauta para aquellos padres que puedan estar preocupados o dubitativos sobre el desarrollo del lenguaje o aprendizaje del habla de sus hijos. «Hay que acudir a un especialista si a los 24 meses su vocabulario no tiene 50 palabras y no hace conexiones de dos palabras», aconseja Vega, que defiende que «la logopedia no es una tontería, es salud» y que los trastornos del lenguaje pueden derivar en problemas de habla que después son más complicados de corregir.

El hándicap, en su opinión, es que «no hay logopedas suficientes en la seguridad social» y que los que hay actualmente en Asturias están a tope por las consecuencias que ha tenido el coronavirus en muchos pacientes, por ejemplo, «problemas de deglución como consecuencia de estar mucho tiempo entubado». Así, apostilla que «parecemos invisibles, pero hacemos mucho por la salud de las personas».

Confinamiento y refuerzo de los lazos familiares

Por su parte, el presidente de la Asociación Asturiana de Pediatría de Atención Primaria, José Ignacio Pérez, asegura que en el ámbito de la pediatría no han observado que se haya producido un retraso de aprender a hablar como consecuencia de la pandemia. Más bien considera que «hay una preocupación enorme de los padres por la adquisición del lenguaje» y lo achaca a que pueda ser «que una escolarización tan temprana fuerce que se tenga que desarrollar el lenguaje». Pérez insiste en que, aunque no hay un trabajo científico detrás, «no nos da la impresión a los pediatras que haya que derivar a más niños a Atención Temprana» ni por el confinamiento ni por la utilización de las mascarillas y señala que «no acabamos de entender las alarmas de la sociedad».

A su entender, la pandemia y el confinamiento posibilitó «que se reforzaran los lazos familiares y la convivencia de padres e hijos», porque José Ignacio Pérez destaca que, ante todo, «los niños pequeños necesitan a papá y a mamá» y que «socializan con los adultos en la medida que necesiten» porque lo que necesitan es «jugar con los juguetes y con los adultos y la capacidad de relación es menor» en ellos.

«No digo que no haya casos, pero en las consultas no hemos observado una mayor incidencia de los retrasos en el lenguaje o inicios tardíos del habla», manifiesta el presidente de la Asociación Asturiana de Pediatría, que agrega que lo que sí ha percibido de unos años a esta parte es «una preocupación en las familias por el desarrollo del lenguaje, pero en general» hasta el punto de que «está metido en la sociedad que si no hablas bien, el niño no es igual de listo». En todo caso, alude a que la Unidad de Atención Temprana es una herramienta para derivar a los niños cuando se detecta un problema, concluye.

Asturias
3/09/2021