El hecho de tener a alguien disponible con el que se pueda contar para hablar cuando lo necesitamos se asocia a una mayor resiliencia cognitiva, un amortiguador de los efectos del envejecimiento cerebral y la enfermedad de Alzheimer
Las interacciones sociales de apoyo en la edad adulta son importantes para la capacidad de evitar el deterioro cognitivo a pesar del envejecimiento del cerebro o los cambios neuropatológicos como los presentes en la enfermedad de Alzheimer, según ha comprobado un nuevo estudio publicado en la revista JAMA Network Open.
Los investigadores observaron que el simple hecho de tener a alguien disponible la mayor parte del tiempo, o todo el tiempo, con el que se puede contar para escuchar cuando se necesita hablar, se asocia a una mayor resiliencia cognitiva -una medida de la capacidad del cerebro para funcionar mejor de lo que cabría esperar por la cantidad de cambios relacionados con el envejecimiento físico o la enfermedad en el cerebro-, que muchos neurólogos creen que puede potenciarse mediante la participación en actividades mentalmente estimulantes, el ejercicio físico y las interacciones sociales positivas.
"Pensamos en la resiliencia cognitiva como un amortiguador de los efectos del envejecimiento del cerebro y la enfermedad", explica el investigador principal, el doctor Joel Salinas, profesor adjunto de neurología Lulu P. y David J. Levidow de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York (NYU) y miembro del Centro de Neurología Cognitiva del Departamento de Neurología.
"Este estudio se suma a la creciente evidencia de que las personas pueden tomar medidas, ya sea para sí mismas o para las personas que más les importan, para aumentar las probabilidades de retrasar el envejecimiento cognitivo o prevenir el desarrollo de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer, algo que es aún más importante dado que todavía no tenemos una cura para la enfermedad", añade.
Salinas afirma que, aunque la enfermedad suele afectar a una población de edad avanzada, los resultados de este estudio indican que las personas menores de 65 años se beneficiarían de hacer un balance de su apoyo social. Por cada unidad de disminución del volumen cerebral, los individuos de entre 40 y 50 años con baja disponibilidad de escucha tenían una edad cognitiva cuatro años mayor que los que tenían alta disponibilidad de escucha.
"Estos cuatro años pueden ser increíblemente valiosos. Con demasiada frecuencia pensamos en cómo proteger la salud de nuestro cerebro cuando somos mucho mayores, cuando ya hemos perdido mucho tiempo décadas antes para construir y mantener hábitos saludables para el cerebro", señala Salinas.
"Pero hoy, ahora mismo, puedes preguntarte si realmente tienes a alguien disponible para escucharte de forma solidaria, y preguntar lo mismo a tus seres queridos -prosigue-. Tomar esa simple acción pone en marcha el proceso para que, en última instancia, tenga mejores probabilidades de tener una salud cerebral a largo plazo y la mejor calidad de vida que pueda tener".
Salinas también recomienda que los médicos consideren la posibilidad de añadir esta pregunta a la parte de la historia social estándar de una entrevista con el paciente: preguntar a los pacientes si tienen acceso a alguien con quien puedan contar para escucharles cuando necesiten hablar.
"La soledad es uno de los muchos síntomas de la depresión, y tiene otras implicaciones para la salud de los pacientes -dice-. Este tipo de preguntas sobre las relaciones sociales de una persona y sus sentimientos de soledad pueden decir mucho sobre las circunstancias sociales más amplias de un paciente, su salud futura y cómo le va realmente fuera de la clínica".
Los investigadores utilizaron una de las cohortes comunitarias más antiguas y mejor controladas de Estados Unidos, el Framingham Heart Study (FHS), como fuente de los 2.171 participantes de su estudio, con una edad media de 63 años.
La resiliencia cognitiva de los participantes en el estudio se midió como el efecto relativo del volumen cerebral total sobre la cognición global, utilizando escáneres de resonancia magnética y evaluaciones neuropsicológicas realizadas como parte del FHS.
Los volúmenes cerebrales más bajos tienden a asociarse con una menor función cognitiva, y en este estudio, los investigadores examinaron el efecto modificador de las formas individuales de apoyo social en la relación entre el volumen cerebral y el rendimiento cognitivo.
La función cognitiva de los individuos con mayor disponibilidad de una forma específica de apoyo social era mayor en relación con su volumen cerebral total. Esta forma clave de apoyo social era la disponibilidad de oyentes y estaba muy asociada a una mayor capacidad de recuperación cognitiva.
Los investigadores de casi una decena de centros investigadores señalan que un mayor estudio de las interacciones sociales individuales podría mejorar la comprensión de los mecanismos biológicos que vinculan los factores psicosociales con la salud cerebral.
"Aunque todavía hay mucho que no entendemos sobre las vías biológicas específicas entre los factores psicosociales, como la disponibilidad para escuchar, y la salud del cerebro, este estudio da pistas sobre las razones concretas y biológicas por las que todos deberíamos buscar buenos oyentes y convertirnos en mejores oyentes", apunta Salinas.
Agencias
22/08/2021